Salud
Tercero de la ESO, el año en que fui madre adolescente
La Fundació Maria Raventós ofrece a jóvenes vulnerables un piso para desarrollar un proyecto formativo. El talento está en todos lados, las oportunidades, no y estudiar marca la diferencia
Patricia avisa de que no es un dato científicamente contrastado. Pero su experiencia como educadora social de la red de pisos para madres adolescentes de la Fundación Maria Raventós, le lleva a decir que la mayoría de chicas que atienden quedaron embarazadas en 3º de la ESO. ¿Qué pasa en ese curso? Es el año en el que las niñas cumplen 14 y 15 años. El año en el que oficialmente entran en la adolescencia y si eso es complicado para cualquiera, «imagina para una chica tutelada por la administración pública», constata Patricia. «En 3º de la ESO, aumenta el absentismo escolar. Quizás eso pueda ligar con un embarazo adolescente», añade Alba García, coordinadora de los pisos de apoyo de la Fundación Maria Raventós. «Tras un embarazo adolescente puede haber problemas psicosociales y económicos que funcionan como un efecto dominó, sabiéndolo, la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) –el órgano de la Generalitat que se encarga de la tutela de menores–, podría estar más pendiente», añade.
Reforzar la educación sexual y facilitar el acceso a otros métodos anticonceptivos, aparte del preservativo, es clave para prevenir los embarazos en adolescentes, afirma la concejal de Salud, Envejecimiento y cuidados del Ayuntamiento de Barcelona, Gemma Tarafa. Una idea que también se reprodujo en el ciclo “Perspectiva y perspectivas + 18: La atención a las jóvenes ex tuteladas”, en el marco de los debates en el Palau Macaya de “la Caixa".
Barrios pobres, más embarazos
El último informe de Salud Pública de la ciudad constata que los embarazos adolescentes van a la baja desde 2013, pero alerta de que en los distritos pobres la tasa de embarazo entre chicas jovenes llega a ser hasta cuatro veces superior que en los barrios con rentas más altas. En 2018, hubo una media de 16 embarazos por cada mil chicas entre 16 y 19 años. De los 529 embarazos, el 72% acabó en aborto y nacieron 143 bebés. En la Fundación Maria Raventós atendieron y atienden a algunas de estas madres.
Cuando una menor tutelada por la DGAIA queda embarazadas y decide se madre sale del centro donde vive. Acceder a uno de los seis pisos que la Fundación Maria Raventós tiene para madres en riesgo de exclusión social puede salvara estas chicas y otras en riesgo de exclusión social que su familia puede haber echado de casa de una vida precaria. «Si tus necesidades básicas no están cubiertas y estás pensando todo el día qué le darás de comer a tu hijo, no avanzarás por más potencial que tengas», lamenta Patricia. «El talento está en todos lados, pero las oportunidades, no», recuerda Alba. Y la fundación «reparte oportunidades para que este talento no se pierda». «Tenemos muchas chicas con potencial a las que les hace falta una ayuda económica para poder cambiar su situación», afirman.
Si en España, según el Consejo de la Juventud, los jóvenes de 16 a 29 años deben pagar el 94% de su sueldo para vivir solos de alquiler, ¿qué futuro les espera a estas chicas? La fundación les ofrece vivienda para que puedan desarrollar un proyecto laboral o de formación. «El 90% de las chicas quiere estudiar», dice Alba. «La experiencia nos dice que estudiar puede cambiar su futuro, porque aunque sea con un ciclo formativo de grado medio tendrán más oportunidades de acceder a un trabajo más cualificado y de no conformarse con un sueldo mínimo», alega.
También hay diferencia entre las chicas que cobran una prestación de seis meses o de tres años. Las primeras tendrán que trabajar para sobrevivir, porque «nosotros ofrecemos una vivienda, pero ellas tienen que pagarse el resto», explica Alba. Este dinero depende del área de prestación de ayuda al joven.
Además de alojamiento, les ofrecen acompañamiento educativo y psicosocial. «Cuando aterrizan, las dejamos habituarse y en función de las inquietudes que expresan buscamos un proyecto. La mayoría quiere estudiar y el 99% elige una formación relacionada con las curas, la ayuda a la dependencia o la educación social. «Tenemos a una auxiliar de enfermería en el Hospital Vall d’Hebron y a una enfermera trabajando en una clínica privada», cuenta muy orgullosa Patricia. La mayoría llega con una mochila llena de historias de violencia: sexual, institucional, intrafamiliar... La violencia estructural las acompaña y hay que trabajar con ellas para evitar que se traduzca en relaciones afectivas dañinas.
“Las chicas viven una media de tres años en estos pisos”, cuenta Patricia. “Son jóvenes muy maduras que cuando se ven capaces, vuelan”, añaden. En cada piso de apoyo viven dos unidades familiares. Las educadoras sociales van dos veces por semana, pero están siempre disponibles para cualquier incidencia. En caso de que la joven esté embarazada, se les programa un plan de parto en el que pueden elegir quién les acompaña. “Deciden si va un familiar, la pareja, en caso de tener, o una de nosotras”, matiza Alba.
La chica que llegó a ser broker
Junto a los pisos para madres adolescentes, la red de pisos de apoyo de la Fundación Maria Raventós, que colabora con el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat, la cuenta con el Piso de Acogida Noa. Ofrece alojamiento a chicas ex tuteladas que tampoco disponen de recursos para dar el salto de forma autónoma a la vida adulta. Laura, la responsable de este piso también habla con orgullo de dos jóvenes universitarias. Una chica china que acabó estudiando Administración y Dirección de Empresas en inglés y hoy es especialista en bolsa y trabaja para el gobierno chino. Y una joven que es diseñadora gráfica. Las dos empezaron con un grado medio y se fueron animando. «Puede que necesiten más tiempo, lo importe es llegar a la meta», dice Laura. Si necesitan más tiempo para estudiar, pueden alargar la estancia, igual que las madres adolescentes.
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