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Diario de una cuarentena con niños: Día 36

“Eso no me gusta, hazme otra cosa”, dice Pablo ante su plato de arroz con verduras

Los niños consideran menos aceptable comer carne que los adultos
Los niños consideran menos aceptable comer carne que los adultosCarlos Sala

Últimamente, Pablo se ha vuelto muy sibarita. Cuando era pequeño, se lo comía todo. Por ejemplo, era el único niño del mundo que le encantaba el brócoli. Sin embargo, últimamente ha empezado a comprender que hay cosas que están más buenas que otras y se ha empeñado en sólo comer lo que le gusta. Qué raro, verdad. Es inadmisible. Es un maleducado y hay que arreglar esto o nosotros seremos los responsables. Porque la educación consiste en decirle que lo que le gusta no importa un rábano, sino que lo importante es lo que le gusta a los nutricionistas y a sus padres, no a los padres de los nutricionistas, que pobres, ya han sufrido suficiente, sino a nosotros, que está claro que tenemos el gusto más exquisito del mundo.

Hoy hemos preparado un riquísimo arroz con verduras, porque llevamos 36 días aquí dentro comiendo y cenando todos los días y las ideas se están acabando. Al verlo, Pablo ha gritado “¡qué asco!” y se ha marchado. Según la publicación “Aute cuisine” es lo que todo cocinero quiere oír después de preparar la comida. “Dónde vas, señorito”, le ha dicho su madre. El niño, que tiene cinco años pero es más viejo que el demonio, ha dicho: “Eso no me gusta, hazme otra cosa mamá” y ha continuado jugando. Dar de comer a tus hijos es una de esas cosas maravillosas de las que siempre hablan los manuales de maternidad. Cuántos recuerdos duraderos generan, es increíble.

Ojalá fuesen tiempos medievales para tirarle la comida al suelo y hacérselo comer como los perros, pero estamos en el siglo XXI y hay que ser tolerante. ¿Por qué hay que ser tolerante? No lo sé, pero hay que serlo. ¿Acaso el niño no tiene derecho a tener sus preferencias? ¡Me estás diciendo que su obligación es cumplir con nuestros mandamientos, aunque estos sean ilógicos e irracionales como obligarle a comer platos que no soporta! ¿Le estaremos torturando al querer que no coma todos los días su plato favorito, “arroz con tomate y huevo a la cubana”? No lo sé, es complicado, pero en aquel momento si hubiese tenido gazpacho para comer, juro que se lo hubiese tirado por la cabeza.

Eso no ha sido necesario, pero sí que hemos tirado de viejos recursos y no les hemos dejado salir de la mesa hasta que se lo comiesen todo. Son esas cosas que te decían de pequeño y pensaste que nunca dirías, pero que cuando eres padre te das cuenta que son frases hechas que sirven siempre. Su hermana, que tampoco le ha fascinado el plato, ha salido a las 16.30 horas del comedor. Mi gran consejo para superar el trauma ha sido este, “no miréis la comida y tragad rápido”, porque se quedaban allí asustados como si fuese el plato quien fuera a comérselos a ellos. Yo no he mirado ni un segundo el plato y he acabado en 1 minuto y 43 segundos, todo un récord. En mi cabeza he oído una gran ovación y la multitud tirándome rosas.

¿Y Pablo? No lo sé, hace tiempo que no lo oigo, pero espero que haya acabado porque quiero empezar a hacer la cena. Cuando he ido a verle y le he metido una cucharada en la boca, el pobre ha hecho una arcada, lo que me ha parecido demasiado y le he dicho que ya podía irse. Ah, pero entonces ha saltado su hermana, que ha tardado, pero se lo ha comido todo, y ha recordado que eso era injusto. Dios, tiene razón. Así que ha sido la justicia quien le ha hecho acabar el plato. Creo que de mayor será delincuente, porque la justicia no le sirve de nada. ¿Qué les darían de comer a los criminales cuando eran pequeños? No lo sé, pero creo que el Lute odiaba el arroz con verduras.