Cataluña

“Los niños pierden 0,08 puntos de coeficiente intelectual a la semana con las escuelas cerradas”

El psicólogo Heiner Rindermann alerta que el confinamiento prolongado de los más pequeños será muy perjudicial en su desarrollo

cuarta jornada laboral del estado de alarma
El coronavirus sigue su ascenso imparable en España,CabalarAgencia EFE

Los diferentes estudios sobre los bienes de la escolarización para los más pequeños demuestran el beneficio de la educación compartida. Se estima que la inteligencia crece unos 3,40 puntos en su coeficiente intelectual cada año gracias a la red de conocimientos a la que están expuestos. Después de siete semanas de colegios cerrados a causa de las medidas establecidas por la crisis sanitaria del coronavirus, y con la certeza que los centros educativos no abrirán hasta septiembre, y todavía no se sabe en qué condiciones, la situación que se plantea para los más pequeños empieza a ser dramática.

Los datos, vistos a la inversa, dan miedo. “La pérdida de enseñanza básica conduce a una reducción en la inteligencia, lo que se ha demostrado en los últimos años utilizando el ejemplo de las vacaciones de verano. Siguiendo las estimaciones recientes, se calcula que el niño puede perder aproximadamente entre un 0.08 y un 0.12 puntos de su coeficiente intelectual por semana de deserción escolar”, apunta Heiner Rindermann, psicólogo y profesor de psicología en la Universidad Tecnológica de Chemnitz.

Estos datos podrían ser más pronunciados si atendemos a la misma razón que en un principio la Generalitat y el Gobierno se negaron a iniciar clases telemáticas, por el hueco tecnológico de las familias. Todavía no se sabe hasta qué punto el refuerzo escolar en casa tiene un influjo positivo, pero está claro que es un bien necesario. Por tanto, los que se vean negados a realizarlo, por diferentes motivos, sufrirán una rémora difícil de recuparar. “Las pérdidas son mayores entre los niños de familias con poca educación que tienen menos capacidad para aprender de manera autodirigida y apoyada por los padres. La brecha entre estudiantes buenos y débiles aumenta con la pérdida de lecciones todos los días”, insiste Rindermann.

El psicólogo es autor del libro “Capitalismo cognitivo”, en el que estudia cómo la educación influye en el bienestar futuro de la sociedad. Una educación de calidad ayuda al desarrollo del pensamiento, consigue profundizar en el conocimiento, fomenta la personalidad, cambia actitudes y enseña habilidades especiales que serán vitales en el éxito en el mundo del trabajo. Cuanto mejor es la educaicón más complejos problemas se podrán solucionar y el comportamiento sufre menos por los errores. Las habilidades positivas que proyecta se ven en el día a día y por tanto las personas, sus relaciones cercanas y la sociedad en pleno se benefician. “El capital humano es vital a nivel cognitivo. Su impacto será absoluto en innovación, producción y eficiencia institucional. Por tanto, crece la economía ligada a estos patrones, así como la productividad, los ingresos, la riqueza y el bienestar. Las personas viven en una sociedad más liberal y segura”, argumenta Rindermann.

En un estudio reciente publicado en la revista Psychological Science, de la Association for Psychological Science de Estados Unidos, los científicos analizaron las puntuaciones en tests de inteligencia de habitantes de 90 países. Los resultados constataron que la inteligencia de la población, particularmente del 5 por ciento de los más inteligentes de cada país, supone una gran contribución a la fortaleza de las economías nacionales.

¿Qué ocurrirá entonces con las sociedades occidentales si se cierra durante seis meses los centros educativos? La lógica dicta que si la buena educación deriva en bienes coyunturales para toda la sociedad, la ausencia de educación sólo puede romper este vínculo. “Los elementos más importantes para asegurar estos patrones positivos son, en primer lugar, una gran inversión de tiempo educativo desde la más tierna infancia y, en segundo, una educación basada en objetivos derivados de premiar la solución de problemas”, asegura el psicólogo, que está a favor de los exámenes ya que incrementan el tiempo que pasa el estudiante intentando solucionar el problema y esto está demostrado que desarrolla efectos positivos en logros cognitivos.

Por tanto, el cierre de escuelas, a la larga, conducirá a menos innovación, crecimiento económico y prosperidad, lo que potenciará más tensiones sociales, delincuencia y pobreza. Esto derivará en menos fondos disponibles para atención médica y enfermería. Así que nos estamos debilitando todavía más ante futuras pandemias. “A una sociedad nunca se le ocurrió la idea de proteger a sus ancianos, cerrar las escuelas y poner en peligro el futuro de los jóvenes (y también de las personas mayores). ¿Cómo puede detener la educación y la ciencia para extender la vida de los jóvenes de 90 años en unos pocos meses? Se merecen toda nuestra ayuda y respeto, pero a través de la cuarentena específica, no paralizando a todos”, sentencia el psicólogo. Antes, en los momentos de crisis como era el hundimiento de un barco, solía decirse “las mujeres y los niños primero”. En tiempos de coronavirus, esta escala de prioridades ha cambiado.