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El desconfinamiento de Churchill en Italia: A la búsqueda de los secretos de Mussolini

El político britanico pasó sus vacaciones de verano en 1945 muy cerca de donde había sido ejecutado el líder fascista

WWII Victory Europe Day
Monumento dedicado a Winston Churchill en Londres/EfeFACUNDO ARRIZABALAGAEFE

Se acerca el verano, uno de los más extraños de nuestras vidas por culpa del virus. Será difícil que podamos salir más allá de nuestras fronteras y pasarlo bien en el extranjero. Hace 75 años Winston Churchill vivió una vacaciones también peculiares, pero lo suyo no fue la búsqueda de un lugar de descanso en el que poder dedicarse a pintar o a escribir, dos de sus pasiones, sino tratar de evitar que saliera a la luz uno de sus mayores secretos y que podía arruinar su carrera política para siempre.

En septiembre de 1945, Europa comenzaba a recuperarse de sus cenizas. Unos pocos meses atrás, los aliados habían logrado acabar con la guerra en Europa. Los dos principales enemigos del mundo libre, Benito Mussolini y Adolf Hitler, ya eran historia y habían desaparecido para siempre… Bueno, tal vez no para todo el mundo. A Churchill parecía perseguirle el fantasma del líder fascista italiano desde que el Duce fuera ejecutado con su amante el 28 de abril de 1945, no muy lejos del lago de Como. Fue precisamente esa zona la elegida por Churchill para descansar durante unas semanas. Acababa de perder las elecciones que lo habían sacado de Dowing Street y oficialmente necesitaba descansar, olvidarse de todo. Extraoficialmente sus intenciones eran diferentes, un tema que ha generado con los años numerosas controversia entre los historiadores británicos y sus colegas italianos.

Para aclarar este entuerto tenemos que ir olvidarnos por un momento de esas vacaciones y recuperar un rumor que ha perseguido al primer ministro británicos durante décadas. ¿Existió una correspondencia secreta entre él y Mussolini? Esas cartas, si es que existieron, debieron formar parte de la documentación que el líder fascista italiano llevaba consigo cuando fue apresado por partisanos, en un desesperado intento de huida. Cabe decir que ni una sola de esas notas cruzadas con Churchill ha visto la luz hasta hoy. Pero no seamos tan incrédulos.

En 1954, la revista “Candido” inició la publicación de las cartas de la mano del editor y escritor Giovanni Guareschi. Los documentos generaron un enorme ruido, pero contaron con el apoyo de Renzo de Felice, el biógrafo oficial de Mussolini quien llegó a afirmar que tenía pruebas que avalaban la autenticidad de las cartas. De Felice murió en 1966 sin dar a conocer esas evidencias. Otro personaje controvertido, el escritor y periodista Arrigo Petacco, publicó tres cartas entre Churchill y Mussolini, pero con un estilo tan “peculiar” que no hay dudas de que se trataba de falsificaciones. Hasta la fecha en los archivos oficiales de quien fuera premier británicos solamente conservan copia de una única misiva dirigida al italiano, del 16 de mayo de 1940, y la respuesta negativa de Mussolini de dos días más tarde.

Lo que está claro es que Churchill había perdido las elecciones en septiembre de 1945. Pensó que la pintura podía ser la mejor manera de escapar de toda la tensión vivida en los últimos tiempos, además de superar una derrota electoral que no entraba en sus planes. Así que se fue a uno de los lugares más idílicos de Italia acompañado de su médico personal, Lord Moran, quien publicaría sus diarios personales de su experiencia junto al político. El documento, publicado tras la muerte de Churchill y que enojó su viuda Lady Clementine, nos ilumina un poco sobre aquellas vacaciones en la que el ex primer ministro también estuvo acompañado de su hija Sarah y algunos fieles empleados.

El lago de Como, en la Lombardía, en el norte de Italia, ha pasado a ser un lugar exclusivo. En esa región, en la aldea de Giulino di Mezzegra, Mussolini y su amante Claretta Petacci, junto con otros fieles al Duce, fueron ejecutados a las puertas de Villa Belmonte el 28 de abril de 1945. Existe otra versión de los hechos, la del partisano Bruno Lonati, quien afirmó haber matado a Mussolini y Petacci siguiendo las órdenes de un capitán británico llamado John y que cumplía órdenes de Chuchill.

No muy lejos de los escenarios de estos hechos se instaló Churchill, concretamente en VillaLe Rose. El político británico dedicó su tiempo a la pintura -se conserva algún paisaje realizado en esos días- y a la redacción de sus voluminosas memorias. También se sabe que llevó a cabo algunas excursiones por la zona que aún hoy día son objeto de especulación. ¿Turismo o a la búsqueda de los papeles de Mussolini?

Churchill se movió por la zona empleando el alias de comandante Waltham. Bajo este nombre, según algunos historiadores italianos, el político se reunió con un director de una sucursal bancaria en Domaso para recoger la correspondencia guardada en una caja fuerte. No pudo ser, pero sí logró que Dante Gorreri, secretario de la Federación Comunista de Como, contactara con Malcolm Smith, capitán de los servicios secretos británicos por la zona. Según el periodista estadounidense Peter Tompkins, el 15 de septiembre de 1945, Gorreri entregó a Smith los originales de 62 cartas a cambio de dos millones y medio de liras en efectivo. En las oficinas de la Federación Comunista de Como quedó copia de todo este material hasta que en 1946 fue robado por el policía Luigi Carissimi Priori. Este, para hacer más complicada la historia, brindó esa copia al presidente italiano De Gasperi para perderse otra vez su rastro. No fue hasta 1985 que apareció el maletín que Mussolini llevaba con él en el momento de ser apresado y donde guardaba documentos “vitales para la historia de Italia”, como le dijo a uno de sus ayudante. El maletín estaba vacío.