Criminología

Los crímenes más salvajes de Barcelona (II): el asesino fue el mayordomo

El asesinato en Pedralbes de Juan Roig y Maria Rosa Recolons a manos de su sirviente conmocionó la alta sociedad de la ciudad

José Luis Cerveto
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Un brutal ataque sacudió el corazón de la alta sociedad barcelonesa, esta vez en 1974, cuando el acaudalado matrimonio Juan Roig y Maria Rosa Recolons murió apuñalado en su torre de Pedralbes por quien era su chófer y mayordomo, José Luis Cerveto.

De entrada, el robo y la venganza por su despido eran los móviles evidentes del crimen. Pero las confesiones posteriores de Cerveto desnudan su personalidad atormentada: abandonado a los dos años, los abusos que sufre en el orfanato le marcan para siempre la sexualidad. Cuando en 1975 se le conmutaron por prisión las dos penas de muerte, pidió ser ejecutado alegando que si quedaba libre volvería a delinquir. La advertencia se cumplió: un año después de salir a la calle, en 1987, era detenido por abuso de menores.

José Luís era pequeño y enjuto, tenía un rostro de facciones muy acusadas, completadas por una gran calva .Trabajaba como mayordomo y chófer de la familia Roig y Recolons.  El 3 de mayo de 1974 salió de la casa cabizbajo, arrastrando los zapatos y organizando mentalmente una venganza: lo habían despedido. Ya hacía meses que se comportaba de manera extraña, de hecho, la familia lo habían encontrado en algunas ocasiones tratando de manera muy sospechosa al hijo pequeño.

Finalmente decidieron despedirlo, su personalidad misteriosa y lunática no les infundía demasiada confianza. Cerveto, invadido por la ira, decidió responder con violencia. Al día siguiente, aprovechando lo mucho que conocía las rutinas de la familia, esperó que se hiciera de noche para entrar en la casa. Vestía completamente de negro, con un pasamontañas y unos zapatos de una talla inferior a la suya para que, en caso que dejara huellas, pudiera despistar a la policía.

Aguardó en un rincón esperando el momento adecuado, finalmente, entró en acción. Sacó un cuchillo sin estrenar, guardado especialmente para la ocasión, se acercó lentamente a los amos de la casa y los apuñaló sin piedad.Aprovechando el golpe, se llevó un buen motín: un maletín lleno de joyas y dinero, valorado en 15 millones de pesetas.

Pero sus remordimientos pudieron con él y, en menos de 30 horas, confesó su crimen. Trató de justificarse diciendo que lo había hecho porque sino su señor lo hubiera matado. En 1977 fue juzgado en Barcelona y condenado a pena capital por cada uno de los delitos de robo con homicidio realizados. Pero teniendo en cuenta que la pena de muerte había sido eliminada en el 75, se conmutó la pena a 30 años de prisión.  Sin embargo, pidió ser ejecutado y, amenazó que en caso contrario seguiría matando si lo dejaban en libertad.

No obstante, solamente pasó 13 años en la cárcel (después de haber intentado quitarse la vida y haber protagonizado numerosos incidentes en la prisión). Al salir en libertad, volvió a ser denunciado por abusos sexuales a menores.

En 1984, la Audiencia Provincial de Barcelona redactó unuto por el que se le concedió a Cerveto Goig la posibilidad de redimir por el trabajo la pena de 60 años de prisión impuesta por la muerte del matrimonio.