Criminología
Los crímenes más salvajes de Barcelona (I): el cadáver descuartizado de la playa de San Sebastián
El cuerpo de una mujer apareció sin cabeza, pies ni las vísceras, que fueron hallados al año siguiente
Mañana del 6 de junio de 2004. Un trapero encuentra el cadáver –más bien, cinco trozos sin cabeza, pies ni vísceras– en una bolsa de viaje abandonada en la playa de San Sebastián de Barcelona. No son ni las 7 de la mañana, hora en la que el último noctámbulo en retirada se cruza con el primer bañista. Y a diez pasos del agua, el bolso. El hallazgo maneja de bólido a los policías de la ciudad, asombrados ante la pericia de un asesino que, con mano de carnicero, ha despellejado el cuerpo, lo ha vaciado para quitarle las vísceras y les ha dejado unos restos que son un puro enigma.
Nos vamos a la máquina del tiempo y viajamos trece meses más tarde. 22 de julio de 2005. En la misma playa. Unos vigilantes encontraron casi en el mismo sitio la cabeza, el tórax, las vísceras y parte de las piernas de una persona sin identificar, aunque todo apuntaba que podría ser la mujer cuyo cadáver descuartizado fue hallado en junio de 2004.
Los restos humanos fueron hallados frente al Club Natación Barcelona, a escasos metros del lugar donde en junio del año pasado se encontró una bolsa de viaje con el cadáver de Mari Carmen B.V., de 60 años, despellejado y sin la cabeza, las vísceras y parte de las piernas. Los restos humanos encontrados estaban semienterrados dentro de tres bolsas de plástico.
Las tres bolsas, separadas entre sí a unos dos metros de distancia, se encontraron al final de la playa, junto a unas vallas donde el oleaje acumula los objetos flotantes del mar, según informaron fuentes policiales.
El jefe de la Comisaría del Puerto de Barcelona alertó al 091 de la Policía Nacional de que unos vigilantes han encontrado en la arena, junto al Club Natación Barcelona, la cabeza de una persona enterrada y “bastante descompuesta”.
En ese momento, y aún sin los resultados de la autopsia, una de las hipótesis que manejaban los investigadores es que los restos mortales hallados fueran enterrados hace un año por la misma persona que abandonó la bolsa de viaje con el cuerpo descuartizado de Mari Carmen B.V.. De acuerdo con esta hipótesis, el presunto homicida habría enterrado tres de las bolsas de plástico con los restos mortales de la víctima, pero no tuvo tiempo de sepultar la cuarta bolsa, quizá porque temía ser sorprendido por alguna persona, por lo que la abandonó sobre la arena.
La policía no logró identificar el cadáver hasta el mes de octubre de 2004, después de que una vecina denunciara su desaparición tras enterarse por la prensa del hallazgo de los restos mortales.
Dos meses después, la Policía Nacional detuvo a tres hombres acusados del homicidio de la mujer, pero quedaron en libertad por orden del juez instructor por falta de pruebas que les imputaran directamente en el crimen. Los tres sospechosos del homicidio, de origen pakistaní, eran conocidos de la víctima e incluso habían llegado a compartir con ella el piso de la calle Banys Vells en el que la fallecida residía. Todo parecía indicar a que el móvil del crimen fue económico, y que ellos fueron los autores.
La juez adoptó esta decisión a instancias del fiscal, después de que las pruebas de ADN que se hicieron a los detenidos fueron negativas. Las pruebas se realizaron a los restos de la sangre encontrados en la uñas de la víctima. Pese a ello, la juez continúa imputándoles un delito de homicidio a la espera de nuevas pruebas.
El de la argentina María del Carmen Barranco Villafañe es uno de los asesinatos más macabros de la historia criminal de Barcelona. En junio de 2004, un hombre encontraba en la playa de San Sebastián de Barcelona, a unos 10 metros del agua, una bolsa de deportes verde con varias bolsas de plástico en su interior. Contenían cinco trozos de un cuerpo humano que, a tenor del análisis de los cortes, habían sido efectuados con tres cuchillos distintos de grandes dimensiones.
En el citado mes de octubre de 2004, la Policía identificó el cadáver como el de María del Carmen Barranco Villafañe, argentina de Buenos Aires con ascendencia andaluza y de 64 años de edad. Residía de manera estable en un apartamento del barrio de la Ribera de la Ciudad Condal. Los investigadores llegaron a averiguar, incluso, que uno de los cuchillos empleados en el descuartizamiento había sido robado en el mercado de la Barceloneta un día antes de la aparición de la bolsa en la playa.
Lo más espeluznante del caso es que el asesino se había entretenido en despellejar completamente el cuerpo antes de trocearlo y meterlo en la bolsa. La Policía estaba ante la obra de un psicópata con conocimientos de anatomía y cirugía. El asesinato era reciente, puesto que no había síntomas de descomposición en los restos.
Más tarde se supo que los ciudadanos paquistaníes conocían a la víctima y que, incluso, habían convivido con ella en su apartamento. Se supo que uno de los arrestados, el principal sospechoso, ejercía gran influencia sobre la argentina y la había convencido para que le vendiera un piso a bajo precio. También quería comprar unas tierras que Carmen había heredado en Almería, y la presión sobre ella era tan intensa que la mujer confesó a una amiga que temía por su vida.
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