Historia olvidada
El trágico final de los restos de la familia Gaudí
Los padres y hermanos del arquitecto catalán fueron arrojados a la fosa común
En una carta dirigida a Pablo Picasso, Salvador Dalí hablaba de algunos de los desastres que había contemplado durante la Guerra Civil en Barcelona. Entre ellos aseguraba haber contemplado como los restos de Antoni Gaudí eran profanados de su tumba, en la cripta de la Sagrada Familia, para ser posteriormente paseados por las calles del dibujante Barcelona. Sin embargo, aquello afortunadamente no pasó, aunque por poco, gracias a la intermediación de Ricard Opisso que pudo frenar a tiempo aquel atropello cuando un grupo de la F.A.I. se proponía a desahuciar al arquitecto de su tumba. Opisso no pudo evitar que se destruyera la lápida original, pero sí consiguió evitar la catástrofe. Muchos años después ocurrió otra tragedia relacionada con el destino final de los herederos de Gaudí. En esta ocasión no hubo ningún Opisso cerca que pudiera evitar aquel horror/error.
En 1993, Barcelona ya había pasado la triunfante celebración de los Juegos Olímpicos un año antes. En la ceremonia inaugural se habían hecho no pocos guiños a algunas de las creaciones que Antoni Gaudí ideó para sus edificios. Igualmente muchos de los visitantes que tuvo la capital catalana en esos días se acercaron a algunos de esos trabajos, como la Sagrada Familia, la Casa Batlló o la Pedrera para disfrutar de uno de los grandes arquitectos de todos los tiempos. Era evidente en ese momento que Gaudí había traspasado fronteras, que su nombre era un referente en todo el mundo y que se debía respetar todo lo que estuviera relacionado con su vida y su obra.
Fue en diciembre de ese año cuando se supo que, como pasa habitualmente con algunas tumbas, se iba a vaciar un nicho del cementerio del Poblenou y los restos de sus ocupantes serían arrojados a la fosa común para perderse para siempre. El mismo cementerio en el que curiosamente descansan los padres de Picasso y la madre de Dalí tiene hoy perdidos a los padres de Gaudí.
El primero en avisar de este desaguisado fue Joan Bassegoda, el desaparecido especialista en Gaudí y responsable durante años de la cátedra que lleva su nombre. Fue él quien se dio cuenta de la existencia de un nicho a nombre de Rosa Cornet Bertran, una tía del arquitecto que estaba señalado con el número 1.757 bis, del Departamento 1º, Isla 1ª, piso 6º.
Bassegoda y su equipo pudieron indagar en los archivos de los Servicios Funerarios de Barcelona. De esta manera pudieron constatar que la familia Gaudí poseía en el cementerio de Poblenou un nicho señalado con el nº 1.756, de la Isla 1ª, Departamento 1. De esta manera se sabe que en ese nicho fueron enterrados los padres de Antoni Gaudí, su hermano mayor, su hermana, una tía e, incluso, el padrino de su bautizo, fallecido en 1914. A partir de ese año, ya no hubo más inhumaciones en este nicho. Es muy probable, como sospechaba Bassegoda, que el mismo Antoni Gaudí se hubiera hecho cargo de los gastos de mantenimiento de la última morada de sus familiares.
Sin embargo, en 1993 hacía mucho tiempo que el arquitecto había muerto, hecho que sucedió tras un atropello por un tranvía en 1926. Cuando los servicios funerarios del Ayuntamiento de Barcelona notificaron que tendría lugar el desahucio del nicho, ya no había nadie de la familia Gaudí a quien reclamar los pagos pendientes que se debían desde hacía demasiado. Un año más tarde, los Gaudí eran arrojados a la fosa común. Nadie movió un dedo por ellos. Nadie se acordó de que eran parte de la historia artística de Barcelona. Es un episodio que se ha querido silenciar, un error que no se debía haber cometido porque Antoni Gaudí ya no pagaba las facturas de sus seres queridos.
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