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Historia

Así era la Barceloneta antes de tener playa: la historia del barrio que Barcelona le robó al mar

Antes de los chiringuitos, los turistas y los paseos marítimos, la Barceloneta era un barrio de pescadores construido sobre tierra ganada a la mar

El Hotel W de la Barceloneta Ajuntament de Barcelona

Pocos barrios de Barcelona despiertan tanta identidad y arraigo como la Barceloneta. Hoy es sinónimo de playa, vermuts al sol y turistas con chanclas en pleno enero. Pero no siempre fue así.

La Barceloneta que conocemos hoy —con su paseo marítimo, su arena limpia y sus edificios frente al mar— no existía hace apenas unas décadas. De hecho, sus orígenes se remontan a un terreno hostil, una lengua de arena ganada al mar donde nadie imaginaba que pudiera levantarse un barrio con tanta alma.

Un barrio nacido del mar

La historia de la Barceloneta empieza a escribirse en el siglo XV, cuando se construyó el espigón del puerto (1474) y las corrientes marinas comenzaron a depositar arena en la zona.

Fue ese terreno sedimentado lo que sirvió, siglos más tarde, como base para urbanizar uno de los barrios más singulares de la ciudad.

En el siglo XVIII, tras la construcción de la Ciudadela —la fortaleza militar que expulsó a muchos vecinos de la Ribera—, el entonces capitán general de Cataluña, el marqués de la Mina, encargó la planificación de un nuevo barrio para realojar a las familias afectadas.

Así nació la Barceloneta: una cuadrícula de calles estrechas, casas bajas y vida marinera.

Del barrio obrero al abandono

Durante más de dos siglos, la Barceloneta fue el barrio de los pescadores, de los trabajadores del puerto y de quienes vivían de espaldas a una ciudad que no siempre miró al mar.

El barrio creció sin lujos, con viviendas humildes, muchas veces compartidas, y una fuerte vida comunitaria. Se hablaba desde los balcones, se cocinaba en la calle y las familias se conocían generación tras generación.

Pero con el paso del tiempo, el barrio fue perdiendo servicios y condiciones de vida. A mediados del siglo XX, muchas viviendas estaban degradadas y la zona de la playa se convirtió en un foco de infraviviendas, especialmente en la zona del Somorrostro, donde llegaron a vivir más de 15.000 personas en barracas improvisadas frente al mar.

La gran transformación: abrir Barcelona al mar

La gran transformación llegó en los años previos a los Juegos Olímpicos de 1992. El Ayuntamiento de Barcelona decidió derribar todas las barracas del Somorrostro en 1986 e iniciar un ambicioso plan para abrir la ciudad al mar.

Se construyó el Paseo Marítimo, se recuperaron las playas y la Barceloneta pasó de ser un barrio olvidado a convertirse en postal turística.

Esa transformación urbanística supuso mejoras evidentes: más zonas verdes, rehabilitación de edificios y un acceso privilegiado a la costa. Pero también trajo consigo un cambio profundo en el tejido social del barrio.

La presión turística, la gentrificación y la subida de precios expulsaron a muchas familias de siempre.

La Barceloneta que sobrevive

Pese a los cambios, la esencia del barrio sigue viva. En sus calles aún huele a pescado, las abuelas siguen barriendo la acera y las tiendas de toda la vida resisten entre franquicias.

La Barceloneta no solo es historia: es resistencia, es memoria y es identidad. Un barrio que, literalmente, surgió del mar para convertirse en uno de los lugares con más alma de Barcelona.

Y si hoy paseas por la arena y te parece que siempre estuvo ahí, recuerda: antes que playa, hubo mar; y antes que mar, hubo barrio.