Polémica urbanística

La escalinata de Gaudí para la Sagrada Familia: ¿un problema o una obra de arte?

En los planos originales del templo aparece el objeto de un debate que todavía no se ha podido dar por acabado

El plano original de Antoni Gaudí con la proyectada escalinata
El plano original de Antoni Gaudí con la proyectada escalinataAjuntament de Barcelona

La carpeta está fechada en 1916 y en ella, según la descripción que acompaña el documento, son las «observaciones que opone la Junta de Obra del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en el Nuevo Plan de Enlaces». En un documento manuscrito firmado por el presidente accidental de la junta constructora, en sustitución del arzobispo de Barcelona, se mostraba el total rechazo al proyecto del consistorio de edificar inmueble alguno en la calle Mallorca. «Que la urbanización que alrededor del templo se proyecta en el nuevo plan de enlaces resulta deficiente en el concepto de servir para proporcionar puntos de vista desde los cuales se pueda abarcar la visión total del templo futuro», se decía en las alegaciones añadiendo a continuación una frase que resuena con fuerza más de un siglo después. En esta queja escrita se decía que lo que proyectaba el Ayuntamiento en su nuevo plan «resulta insuficiente para la gran escalinata que debe presidir la fachada principal».

Si seguimos mirando en la carpeta, además de las citadas alegaciones, encontramos tres documentos excepcionales porque son los planos originales que traza Antoni Gaudí del proyecto de su vida. Son tres planos de la Sagrada Familia y en ellos podemos ver que se proyecta la gran escalinata.

La gran escalera proyectada por Gaudí tiene como destino la entrada principal del templo, es decir, la fachada de la Gloria, la más monumental en el conjunto modernista. La idea del arquitecto es que en esta fachada se proyecte la lucha del hombre por lograr la vida eterna.

Uno de los principales colaboradores de Gaudí, el también arquitecto Francesc Berenguer Mestres, fue el encargado de traducir en papel la imagen de lo que debía ser en el imaginario de su maestro la citada fachada. En ellos se ve la escalinata de la polémica. Cabe señalar que los diseños de Berenguer son anteriores a 1914, año en el que murió de manera inesperada para tristeza del creador de la Casa Milà y la Casa Batlló. Berenguer, en su interpretación de lo proyectado por Gaudí, traza una grandiosa escalera con la que se podría acceder siete puertas del pórtico de la Gloria, es decir, las dedicadas al bautismo, extremaunción, orden, eucaristía, confirmación, matrimonio y penitencia.

Si los responsables de la obra de la Sagrada Familia quieren seguir al pie de la letra lo proyectado por Gaudí, se enfrentan en la calle Mallorca a otros dos problemas aún por resolver. Uno de ellos, bastante espectacular en su idea, es un monumento dedicado al agua y al fuego, que debería estar situado en la plaza que precede al templo y frente a la capilla de la Penitencia. Sería una imponente antorcha destinada a varios fuegos que dialogaría en el otro extremo, frente al baptisterio, con una grandiosa fuente que lanzaría agua en referencia a los cuatro ríos del paraíso perdido de Adán y Eva.

Además de la escalinata, Gaudí nos reserva otra sorpresa para la calle Mallorca como es un paso subterráneo con el que quería representar el infierno, pero dadas las avalanchas de turistas que recibe en la actualidad el edificio sin acabar, tal vez pudiera ser punto de partida o llegada de los muchos autobuses que cada día pasan por aquí cargados de visitantes.

Las alegaciones presentadas en 1916 y que se conservan en los archivos municipales de la ciudad, tuvieron su efecto y no se construyó nada en la calle Mallorca. La obra siguió creciendo pese a que en 1926 su autor moría atropellado por un tranvía y acababa siendo enterrado en una de las pocas capillas concluidas de su obra. Pero Gaudí lo dejó todo atado en numerosos planos y maquetas que se amontonaron en su taller de la Sagrada Familia. Por desgracia, la Guerra Civil arrasó con todo, incluido con lo trazado por Gaudí que fue arrasado por las llamas perdiéndose buena parte de ese material original.

El franquismo tampoco se lo puso nada fácil al proyecto. Uno de los alcaldes de Barcelona en el tiempo en el que Franco estuvo en el poder, José María de Porcioles, no dudó en permitir que se edificara ante el pórtico de la Gloria generando un problema que venimos arrastrando desde entonces con la polémica escalinata esperando.