Diada 2025

Llega la Diada más débil del independentismo: fracturas internas y falta de apoyos

El independentismo llega a la Diada dividido, con su apoyo social en mínimos históricos y sin liderazgo, mientras Illa busca proyectar una Cataluña plural y estable

Esta el la previsión del tiempo para la Diada en Barcelona, 11 de septiembre.
Imagen de una Diada antiguaAgencia AP

El independentismo llega este 11 de septiembre exhausto, dividido y en su peor momento desde que arrancó el procés. La Diada, que durante años fue el gran escaparate internacional del separatismo catalán, se presenta hoy como un reflejo de la decadencia de un movimiento incapaz de ilusionar a los suyos, en caída libre en las encuestas y desangrado en luchas internas que evidencian el final de una etapa. En ese escenario, Salvador Illa encara su primera Diada como presidente de la Generalitat con la voluntad de "proyectar una Cataluña plural, abierta y estable", alejada de la confrontación que marcó la última década.

Los datos son elocuentes. Según el último barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), el apoyo a la secesión se mantiene en torno al 40%, el nivel más bajo desde que hay registros. Una cifra que contrasta con los años de mayor efervescencia, cuando la mitad de los catalanes respaldaban la ruptura con España. En paralelo, las entidades civiles que durante años actuaron como auténtico motor del procés o el post procés, la ANC y el Consell de la República, atraviesan una profunda crisis: dimisiones en cascada, pérdida de afiliados y un liderazgo cuestionado desde dentro.

La desmovilización también es evidente en la calle. Si en 2015 más de un millón de personas colapsaron el centro de Barcelona en la manifestación de la Diada, el año pasado la cifra cayó a apenas 70.000, muy lejos incluso de las 115.000 de 2023. La televisión pública catalana, que durante años ejerció de altavoz del movimiento, tampoco oculta el desgaste: TV3 ha renunciado este año a retransmitir la jornada y emitirá en su lugar la película Éxodo.

A la debilidad social se suma la fractura política. Junts y ERC, antaño aliados en el Parlament, hoy libran una guerra fratricida por marcar perfil propio. La falta de estrategia común ha convertido al independentismo en un bloque irrelevante en la Cámara catalana, incapaz de articular mayorías y resignado a un papel secundario frente al ascenso de Salvador Illa. El procés, en definitiva, no solo ha perdido apoyos, sino que también se ha quedado sin líderes. Lo único que mantiene vivo a las políticas del independentismo es la dependencia que Pedro Sánchez y Salvador Illa tienen respecto de Junts y ERC.

Una Diada marcada por las grietas internas

Las divisiones del separatismo se reflejan en los preparativos de la manifestación de este miércoles. Por un lado, la presencia de banderas palestinas ha abierto un agrio debate entre sectores de ERC y la CUP, partidarios de visibilizar la causa, y voces de Junts más próximas a Israel. Por otro, la asistencia de la líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols, añade un ingrediente explosivo. La ANC y Òmnium Cultural han intentado desmarcarse de sus postulados, tilándolos de xenófobos, pero han terminado por admitir que no pueden impedirle participar. “Aliança vulnera los derechos humanos”, denunció Lluís Llach, presidente de la ANC, comparando al partido de Orriols con Vox.

La propia Orriols, en cambio, se ha encargado de alimentar la tensión: “Vendré, aunque solo sea para deciros mediocres y sectarios a la cara”, lanzó en redes sociales. Todo ello augura una manifestación más pequeña, pero también más conflictiva, un terreno fértil para choques internos que poco tienen que ver ya con el supuesto pulso contra el Estado.

Illa trata de dejar su huella

Frente a ese panorama de desunión, el Govern de Salvador Illa busca darle un giro simbólico y político a la jornada. Por primera vez, la Generalitat ha diseñado íntegramente los actos institucionales bajo la presidencia socialista. Este miércoles se inaugurará una gran senyera de 54 metros cuadrados frente al Parlament, en un izado solemne presidido por Illa, el presidente de la Cámara, Josep Rull, y el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni. La bandera cuesta casi 93.000 euros.

La propia imagen oficial de la Diada también se aleja de la estética independentista. El cartel muestra una reinterpretación artesanal de las cuatro barras de la senyera, creadas con materiales diversos, sin rastro de la estelada ni de lemas separatistas. Illa lo resume en un lema que repite como un mantra: “La Cataluña de todos”.

El contraste con las Diadas de hace una década es absoluto. Lo que antes era un pulso permanente contra el Estado hoy se ha convertido en un espejo de las fracturas de un independentismo agotado. En paralelo, el president Illa pretende consolidarse como el rostro de la estabilidad institucional, decidido a pasar página del procés y a recuperar la centralidad perdida.