
Historia
Los mayores traidores del independentismo catalán según los historiadores
El separatismo tiene tendencia a las divisiones y ataques en sus propias filas

La historia del independentismo catalán está marcada por momentos de heroísmo, resistencia y también por episodios que muchos historiadores consideran de traición. Antes del siglo XXI, el episodio más destacado en este sentido se sitúa en los años finales de la Guerra de Sucesión Española (1701‑1714), un conflicto que enfrentó a las casas de Borbón y Austria por el trono de España y que tuvo profundas repercusiones sobre la autonomía catalana.
Es muy habitual señalar a “traïdores” dentro del separatismo catalán, en la línea de sus tradicionales divisiones. De hecho, el lema del lugar sagrado del independentismo, el Fossar de les Mores, es “aquí no s’enterra a cap traïdor”.
Hace poco más de tres siglos, Cataluña apoyó al archiduque Carlos de Austria, buscando garantizar la preservación de sus fueros y derechos históricos dentro de una monarquía que respetara su autogobierno. Durante trece años de guerra, las tropas catalanas resistieron con determinación, hasta que en 1713‑1714 la situación militar se volvió insostenible. Fue entonces cuando algunos miembros de la nobleza catalana y del Consejo de Ciento, institución que gobernaba la ciudad de Barcelona, optaron por negociar con el monarca Borbón, Felipe V, para preservar sus propiedades, títulos y privilegios personales.
Entre los nombres que la historiografía catalana ha señalado como emblemáticos de esta traición se encuentra Francisco de Castellví i Obando, marqués y miembro influyente de la élite catalana de la época. Según historiadores como Ferran Soldevila y Jaume Vicens Vives, Castellví actuó como intermediario entre Felipe V y la nobleza catalana, facilitando acuerdos que permitieron la capitulación de Barcelona el 11 de septiembre de 1714.
Este acto, señalan los expertos, marcó el fin de las instituciones propias de Cataluña, la disolución de las Cortes catalanas y la imposición de los Decretos de Nueva Planta, que centralizaron el poder en Madrid y abolieron los fueros tradicionales.
Los historiadores insisten en que estas acciones no pueden entenderse como una traición ideológica moderna, sino más bien como traición por conveniencia política. Los nobles implicados priorizaron la seguridad de su patrimonio y sus títulos frente al proyecto colectivo de defensa de la autonomía catalana. Según los registros de la época, muchos de ellos temían que la resistencia prolongada llevara a la pérdida total de sus bienes o incluso a represalias violentas por parte de los Borbones.
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