Entrevista
Paco Mir: «Vivimos una época en la que hay que pedir perdón por todo»
El actor, productor y miembro de Tricicle presenta su libro de dibujos «Neuras diarias», una selección de su humor gráfico
Conocido por ser uno de los vértices de Tricicle, Paco Mir es además un humorista gráfico que ha publicado su trabajo en revistas y periódicos, pero que también dibuja para él mismo, al menos una vez al día –siempre que puede– como ejercicio. Una parte de ese trabajo la podemos encontrar en las páginas de «Neuras diarias» que acaba de ver la luz de la mano de Temas de Hoy. El autor habló con este diario en la siguiente entrevista.
Parece obligado empezar preguntándole si Tricicle ha ocultado su labor como dibujante.
Entiendo que se haga esta pregunta. Es también lo que dice José Luis Martín en el prólogo del libro. Lo que sucede es que Tricicle es tan potente que lo borra todo. Yo tengo una vida paralela con más de sesenta producciones a mis espaldas, pero es Tricicle de lo que se habla porque, como le decía, lo tapa todo.
En el libro cita a Antonio Mingote como una de sus primeras influencias en el terreno del humor gráfico.
Es una influencia nacida en casa porque allí había un ejemplar de «Historia de la gente», un libro de Mingote. Si no hubiera estado, probablemente sería otra mi referencia. Su dibujo y su tipo de humor se adapta mucho al mío. Además él fue guionista de televisión y también hizo cosas para el teatro. Así que con el tiempo he seguido sus pasos.
Hablando de teatro, ¿por qué considera al historietista como un pequeño dramaturgo?
Es que es así. Absolutamente es un pequeño dramaturgo el que dibuja la viñeta. Sabe que hay una introducción, un nudo y un desenlace. Eso es algo que pasa en una viñeta y en una ópera. Estamos acostumbrados en nuestra dramaturgia a trabajar de esa manera. Lo que pasa es que en el chiste, en esa viñeta se solapan la introducción, el nudo y el desenlace.
Usted empezó publicando en la mítica revista «TBO». ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Qué aprendió allí?
Bueno, antes había publicado aunque era autoedición en el colegio. El «TBO» al que llegué era un cementerio de los dinosaurios. Todos los clásicos ya estaban en sus casas. Pero la revista tenía dibujantes que me gustaban mucho, como es el caso de Coll que era un dibujante en mi línea y con un humor parecido al mío. Lo que sí ocurrió es que en ese momento hubo una grieta de libertad y en esa crisis nos dieron una página a unos jóvenes que estábamos por allí. Tuvimos la libertad de crear con nuestra propia personalidad. Éramos Quatricomía-4 y teníamos la libertad de poder hacer lo que nos daba la gana. Allí también aprendí lo que era trabajar en grupo, sin ningún tipo de egos y con ganas de que saliera la página.
De allí pasaron a «El Jueves».
Sí, aunque en el intermedio estoy también en «Diario de Barcelona» y meto algunos chistes en «Interviú» o ilustrando artículos. Era un poco ir a salto de mata, era un terrorista de humor que iba a donde lo dejaban. «La Habichuela», la página que hacemos en el «TBO» nos da pie a que nos llamen desde «El Jueves» para que hagamos algo similar. Estuvimos veinte años haciendo esa sección en la que calculo que aparecieron unos 20.000 chistes.
En el libro habla de un método de trabajo que me ha llamado la atención y me gustaría que explicara. ¿Qué es el Método McCartney?
(Risas) El Método McCartney es la capacidad de algunos artistas de hacer arte de cualquier cosa que se les proponga. No es solo hablar de aquellos temas que nos gustan porque eso es lo fácil. Todo esto parte de que un día un periodista le preguntó a Paul McCartney si era capaz de hacer una noticia, de cualquier cosa, una canción. Él dijo que sí. El periodista cogió un periódico en el que venía la noticia de la muerte de Picasso. Con esa noticia, McCartney hizo la letra de una canción. En eso consiste el método.
¿Se puede hacer humor con todo?
Se puede hacer humor de todo. Todo el mundo se puede reír de todo el mundo, pero depende del filtro del buen gusto. Hay un humor con el que si quieres ofender ofendes, aunque no todo lo que ofende es humor. Estamos en una época en la que hay que pedir perdón por todo, pero hay que hacerse el fuerte.
En el libro hay una serie de dibujos que usted realizó durante los días de la pandemia. ¿Esas viñetas eran una suerte de salvavidas?
No. Lo que pasa es que tengo una vida interior enorme. La pandemia me sirvió para sacar adelante miles de proyectos. Me gusta esa actividad de hacer un chiste diario, una forma con la que afilar el cerebro. Eso es, precisamente, el Método McCartney. Durante la pandemia los hacía con acabados más profesionales, pero no me sirvió de salvavidas. Me encanta estar en casa trabajando.
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