Entrevista

Sean Scully: "La independencia de Cataluña no es un asunto mío"

El reconocido artista irlandés protagoniza una importante exposición con lo mejor de su obra en la Pedrera

Sean Scully.
Sean ScullyBalazs MohaiAgencia EFE

Es una de las grandes exposiciones de la temporada, una de las más esperadas desde que anunció dentro de la programación de la Fundació Catalunya La Pedrera. Desde que Sean Scully anunciara que se iba de Cataluña, donde había vivido durante años, se generó un gran ruido mediático que aún resuena cuando se escucha el nombre del pintor irlandés. Scully ha vuelto a Barcelona, una ciudad que considera una parte de su vida para protagonizar una imponente exposición en la Pedrera de Gaudí. Antes de la inauguración conversó con este diario. Antes de empezar, el pintor le hace una petición a este periodista cultural: «Me va a permitir que yo también me grabé porque quiero escucharme. Quiero escucharme luego y saber si mi español sigue siendo bueno».

¿Esta exposición puede ser considerada como un retorno?

Es como un regreso a casa. Para mí estar aquí de nuevo es muy emocionante. En esta exposición hay mucha memoria de la ciudad, de Aribau, número 3; de Ausiàs March, número 18, un piso más grande y bonito. Fue bonito ese tiempo en el que andábamos por la noche, en el que pasaba horas en el estudio que tenía en la calle Joaquín Costa 21. De vez en cuando estoy aquí, por Barcelona, pero suelo estar muy ocupado con exposiciones por todo el mundo. Además ahora soy un prisionero de la agenda de la escuela. Cuando se tiene hijo, es la escuela la que lo decide todo.

La exposición también plantea con sus cuadros un diálogo con el propio edificio de Gaudí.

Cuando trabajé en los cuadros que hay en la exposición no existía esa correspondencia con Gaudí, pero sí que hay parecidos con su trabajo. Por ejemplo, el respeto por la naturaleza es muy parecido entre él y yo. También lo es el uso de la materia y, por encima de todo, somos individuales, fuertes. Estamos fuera de las modas. Para poder hacer eso se necesita un gran sentido de identidad. Me gusta ver aquí, en la Pedrera, la correspondencia que se ha creado entre las columnas de la sala y mis esculturas. Me acuerdo de aquello tan hermoso que decía el crítico de arte Robert Hughes cuando afirmaba que mi obra tiene la luz de media piedra preciosa.

En sus obras uno tiene la sensación de que intenta dar volumen a la luz.

La luz está muy conectada a la materia, al peso del cuerpo. Por supuesto, los cuadros son muy físicos. Así que los paneles uno contra otro crean sentido peso, pero hay una luz grande que ofrece una sensación de salir de forma gradual. Es necesario trabajar con la superficie del cuadro y el color. Estos cuadros que se presentan aquí están hechos con mucho tiempo, con capas que cuentan la historia de su nacimiento, de su propia evolución.

¿Qué le pide al público que acuda a ver esta exposición?

Mire, yo no quiero controlar a nadie. Pero como estamos ante una abstracción se puede tener una audiencia muy amplia, más que con otros cuadros. Aquí se pueden ver metáforas, como la que tengo detrás mientras usted y yo hablamos, una obra que es un muro de luz, una metáfora de luz. Tiene información, un sentido, un espacio entre los bloques. Son trabajos muy poéticos, con movimiento, con una luz que se puede definir como un romanticismo de noche. Hay otro fondo que es una linea de luz, como un paisaje del mar. Está también la idea de la ventana en algunas de estas obras expuestas. La idea de la ventana permite una experiencia doble. La considero como una invención que cambió la cultura porque se puede estar dentro o fuera, un invento que debe provocar la posibilidad de ser dialéctico, pensar del otro lado. La ventana es el otro punto de vista. Para mí esa es la definición de diálogo.

Ya que hablamos de diálogo, ¿cree que eso es lo que faltaba en Cataluña cuando usted anunció que dejaba Barcelona, una noticia que provocó mucho ruido mediático?

Lo hicimos porque era necesario encontrar un lugar para mi niño. Fue una decisión relacionada con la identidad. Estamos aquí de vez en cuando, pero también entre Nueva York y Alemania. Cuando se tiene un niño muy pequeño, es más fácil moverse y tomamos la decisión de marchar para Estados Unidos porque él es americano. Tuvimos que dejar Barcelona y en ese traslado hubo pérdida de libertad para mi porque ahora prisionero de la escuela, de tener que acompañarlo a la escuela.

Se dieron lecturas políticas a su marcha de Cataluña y fue acusado de catalanófobo en algunos medios.

Pueden pensar lo que quieran, pero ese no es mi asunto. Me parece que es importante recordar, llegados a este punto, que los periodistas tienen la tendencia a exagerar, sobre todo los ingleses. Pero todo aquello, como ya le dije, fue una cuestión de escuela. El asunto de independencia sí o no, no es mío. No tengo toda la información para poder opinar. En cambio, sí entiendo la historia de Irlanda donde lo mejor ha sido construir un proceso lento entre el sur y el norte. Algo hecho de repente causará siempre heridos. Es mi opinión. Es mejor la evolución.

A sus 79 años, ¿qué es es lo que lo anima a seguir yendo a trabajar a su estudio?

Yo trabajo cuando puedo, algo que es difícil con un niño que va a la escuela. Soy su chófer todas las mañanas. Una vez que lo dejo, me resulta necesario volver al estudio y esas horas son preciosas. Intento estar allí siempre que me es posible. Es una cuestión de poder disponer de esa oportunidad, luchando contra el tiempo. Trabajar es un honor. Me encanta trabajar.

Usted quiso donar parte de su obras a Barcelona, pero no pudo ser. ¿Retomaría esa idea?

No es mi decisión. Estaba preparado para hacer la donación en Barcelona, pero desgraciadamente cuando estábamos a punto de un acuerdo, se cambió el Ayuntamiento. Es el problema de conectar el arte con la vida política. Aquella era una idea fantástica.