Legado histórico
Tarradellas: del corazón de Macià en una caja a las cartas con Suárez
La Diputación de Barcelona presenta en una muestra materiales del archivo de quien fue presidente catalán
El nombre de Josep Tarradellas sigue siendo utilizado por unos y otros, reivindicado en función del uso a veces partidista que se quiere hacer de su figura y del legado político que dejó tras de sí. Eso tampoco ha evitado que no haya quedado manchado por cierta «leyenda negra». En todo caso para saber si todo eso es cierto, para diferenciar lo real de lo ficticio, nos quedan los documentos originales del archivo de quien fuera primer presidente de la Generalitat tras la llegada de la democracia.
El archivo creado por el mismísimo Tarradellas se conserva desde hace años en el monasterio de Poblet junto con otros legados. Una parte de ese fondo se presenta en estos días en una muestra que puede verse en la sede de la Diputación de Barcelona en la capital catalana. Bajo el título «Los fundamentos de autogobierno» se recogen documentos y objetos personales de Tarradellas.
El comisario de la exposición, el periodista Joan Esculies, explicó ayer que esta muestra «desmiente que Tarradellas fuera autonomista, federalista o independentista, como le atribuye la leyenda negra, sino que era partidario de un trato bilateral con Madrid y de conseguir el mayor autogobierno».
Entre las piezas que pueden verse en esta muestra destaca un objeto muy curioso: la urna en la que se preservó el corazón galvanizado del presidente Francesc Macià. Tras la muerte de «l’avi» su corazón había sido sustraído, todo ello a instancias del poeta y conseller Ventura Gassol que se había inspirado en lo que se había hecho con los restos de Chopin.
Igualmente se recrea el despacho de Tarradellas con su mesa de trabajo y los archivadores que conservó durante su exilio en la localidad francesa de Saint Martin le Beau.
Esculies explicó que «Tarradellas conservó y amplió el fondo para que su testimonio se convirtiera en legado monumental para las generaciones futuras».
Tarradellas lo guardaba todo. Su actividad política, que se remonta a sus años de militancia catalanista en la recién proclamada Segunda República, le hizo conservar un total de 140.000 cartas, de las que 93.000 corresponden al exilio entre 1939 y 1977. Es un epistolario que Tarradellas mantuvo con más de 18.000 personas de todos los ámbitos.
La exposición, que estará abierta al público en la sede de la Diputación de Barcelona desde ayer sigue el periplo del archivo, desde el cruce de la frontera hasta París, siempre custodiado por Tarradellas, entonces conseller de Finanzas, y allí permaneció hasta principios de 1940.
Ante la inminencia de la caída de París en manos de los nazis en la II Guerra Mundial, Tarradellas se llevó la documentación a Saint-Martin-le-Beau, a 250 kilómetros al sur de París, donde un año antes había comprado la finca Clos Mosny, en la que se habían instalado sus padres, Salvador Tarradellas y Casilda Joan.
En el archivo se guarda correspondencia con Adolfo Suárez, Alfonso Armada, Jordi Pujol, Juan Negrín, Indalecio Prieto, el lendakari Aguirre, Lluís Companys, Dalí, Miró, Mercè Rodoreda, Tàpies, Josep Pla o Nuria Espert.
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