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Despega Solar Orbiter, a la caza de los últimos secretos del Sol

A bordo de un cohete Atlas V, la misión de la Agencia Espacial Europea y NASA que estudiará la estrella ha comenzado su viaje a las 23.03 hora local de Florida. Estudiará, por primera vez, sus polos

“Ha sido emocionante, por más que lo ves nunca te cansas. Cada despegue es diferente”, dice Duncan, veterano de la NASA que ha presenciado decenas de lanzamientos desde Cabo Cañaveral. Sin embargo, mientras las llamaradas que vaticinan el inicio de esta nueva aventura espacial se reflejan en sus pupilas, él sonríe. “¿Qué te ha parecido?”, pregunta a esta redactora con interés. “¡No words!” (Sin palabras), consigue decir. La fascinación por presenciar ese momento único la deja sin argumentos. Ya le habían avisado de que los lanzamientos nocturnos -­la sonda europea ha salido de la base norteamericana a las 23:03 horas­- son los más espectaculares. Y es cierto. El contraste de la noche cerrada con el intenso rojo que desprende el cohete Atlas V deja imágenes únicas. Y el sonido de la ignición es difícil de explicar con palabras. El suelo, el cielo, la atmósfera... todo retumba.

“Esto es muy emocionante y, aunque he vivido otros lanzamientos, este ha sido, sin duda el más bonito. Con la luna llena... ha estado a punto de rozarla”, dice minutos después Günther Hasinger, director de Ciencia de la Agencia que, a pesar de sentirse orgulloso, aún no canta victoria. Falta algo más de una hora para que despliegue los paneles solares, lo que marcará el éxito de la misión. “Ha sido el lanzamiento más hermoso que he visto”, añade Favio Fabata, responsable de coordinar las misiones científicas de la Agencia Espacial Europea (ESA). Lo dice con un perfecto español y acento chileno. Pero llegar aquí no ha sido fácil.

“Lo cooperación siempre es complicada”, añade resignado Favata, uno de los artífices de que hayan conseguido lanzar esta misión de forma conjunta con NASA. Suspira. “Pero, por fin lo hemos conseguido”. Tras dos retrasos en su lanzamiento, su bebé (es en lo que se convierten cada una de estas misiones) ya se ha emancipado. Así, los europeos ponen la ciencia y los estadounidenses la potencia con el cohete Atlas V. Juntos se quedarán a 42 millones de kilómetros del Sol y, con los instrumentos que lleva a bordo espera resolver muchas dudas sobre la estrella con la que amanecemos cada día.

Recreación de la ESA de la sonda Solar Orbiter alrededor del Sol
Recreación de la ESA de la sonda Solar Orbiter alrededor del SollarazonAP

Conocer los polos solares por primera vez

Pero, ¿por qué viajar al Sol? Para desvelar los misterios que aún desconocemos y que pueden afectar directamente a la Tierra. “Queremos ser capaces de tocar y ver el Sol. Lo conseguiremos con los diez instrumentos que lleva la sonda, por eso me es imposible decantarme por uno solo. Son como mis hijos, a todos los quiero igual”, explica Daniel Müller, responsable del proyecta científico de Solar Orbiter de la ESA. Una de las principales áreas de investigación de la misión es desentrañar cómo funciona el campo magnético del Sol, el responsable de las hermosas llamaradas que, cada cierto tiempo, alguno de los satélites que pasa cerca fotografía. “Es el que permite crear esos bucles que se forman en la corona”, añade. Y para comprender su funcionamiento, esta sonda será la primera en recabar información sobre los polos solares que, al contrario que en la Tierra, se intercambian cada 11 años por la propia rotación del astro.

Para el español José Carlos del Toro, estudiar el campo magnético solar "es fundamental para conocer gran parte de los fenómenos de la actividad del Sol”. Él es el coinvestigador principal, junto al Instituto Max Planck (Alemania), del instrumento So/phi. Será capaz de crear un mapa de todas estas, para lo que cuenta con dos telescopios, uno de alta resolución y otro que observará todo el disco solar. “Y en un principio también llevábamos otra cámara, pero con el devenir del proyecto tuvimos que eliminar la idea”, asevera. Pero, sin duda, una de las incorporaciones de su proyecto de las que se siente más orgulloso es pequeña en tamaño, pero clave para el desarrollo de la misión: “Es el corazón científico, aunque no es más que un chip, pero es capaz de procesar en 15 minutos lo que 50 ordenadores juntos en cuatro horas”.

Otra de las singularidades de esta misión es que va a alcanzar una órbita de única y difícil de conseguir ya que se aleja del ecuador más que ninguna otra nave antes para poder fotografiar los polos. Poco a poco se situará en la órbita de Venus, gracias a la que podrá conseguir la suficiente inclinación para conseguir este propósito. “Gracias a esta órbita elíptica vamos a poder localizar los ‘puntos ciegos’ del Sol que hasta ahora desconocemos”, añade Müller.

Los científicos esperan que la misión supere sus propias expectativas y dure más de lo previsto, por lo que aguardan que en 2025 la sonda siga teniendo combustible para seguir operando. Y si es así podrán recabar aún más datos y, “¿quién sabe? Tal vez pueda terminar en Venus como última misión kamikaze", augura Müller en tono jocoso.

Un escudo térmico ex profeso para la misión

Sin duda, uno de los mayores retos a los que se enfrentaba el equipo de ingenieros que dirige el español César García Marirrodriga, responsable de la misión de la ESA, es el calor al que se enfrentará el satélite. A pesar de estar a 42 millones de kilómetros de la estrella, “va a poder alcanzar los 520 grados de temperatura”. Por ello, tuvieron que diseñar un “escudo” especial para proteger los instrumentos y que puedan hacer la ciencia que lleva dentro. Así, la capa con un grosor de 40 cm está hecha de titanio, aluminio y fibra de carbono. A lo que hay que sumar una última capa de calcio carbonizado, creada por un grupo de investigadores holandés, cuyo origen está en el uso de esta técnica para problemas óseos en los que se utilizaban huesos triturados. “Fue un gran desafío, pero lo conseguimos”, subraya el investigador palentino.