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Esta mariposa vuelve pestilente a su pareja para que nadie más quiera copular con ella

Algunas mariposas macho impregnan a su pareja con mal olor para evitar que otros se le acerquen

Una mariposa de la especie Heliconius melponese
Una mariposa de la especie Heliconius melponeseWikipedia

Algunas mariposas necesitan aprender a ligar. Con una esperanza de vida de unos pocos meses, encontrar una pareja y generar descendencia puede ser misión imposible. Algunas especies usan diferentes estrategias para lograrlo, pero una de las más agresivas es la de la mariposa Heliconius melponese, cuyos machos directamente impregnan a la hembra con un olor desagradable tras copular con ella, para así evitar que ningún otro macho se le acerque.

Los biólogos descubrieron esta estrategia hace unos años, y hoy han encontrado el gen que les permite crear esta feromona antiafrodisíaca, pero vino con un giro interesante: es exactamente la misma feromona que propagan las flores para atraer a las mariposas. ¿Cómo puede una molécula resultar agradable y molesta al mismo tiempo?

Cuestión de pareja

Si la comparamos con otras especies de mariposa, la melponese es especialmente longeva. La mayoría de especies tiene una esperanza de vida de unos tres meses, pero esta especie es capaz de vivir durante seis meses. Durante ese tiempo, uno de sus objetivos es encontrar pareja y dejar descendencia, lo que no siempre les resulta fácil.

Estas mariposas no son precisamente monógamas. Tanto los machos como las hembras tienen diferentes parejas sexuales. Los machos tratan de copular con el mayor número de hembras posibles, y las hembras acumulan el esperma de los machos tras el acto, fertilizando poco a poco sus huevos los días siguientes.

Para que los machos no compartan descendencia, hacen lo posible para monopolizar a las hembras, y hacer que solo ellos puedan copular con ella. Para lograrlo, han evolucionado anatómicamente para que sus genitales secreten un tipo de moléculas llamadas ocimenos.

Al copular, los ocimenos se adhieren a la hembra y les otorga un olor desagradable para los otros machos. En vez de ser unas feromonas afrodisíacas que activen el deseo sexual, los ocimenos se encargan de matar este deseo. A la hembra no le queda más remedio que usar solo el esperma del último macho con el que ha copulado, y romper otras posibles relaciones sexuales.

No todas las especies de mariposas siguen esta estrategia. Por ejemplo, las Heliconious cydna son mariposas muy parecidas, aunque con un patrón en las alas diferente, y sus machos no secretan esta feromona. Esta diferencia entre ambas especies fue lo que usó un equipo de genetistas de la Universidad de California para comparar la secuencia genética de ambas especies, y descubrir el gen que genera estos ocimenos. Y contaron con la ayuda de otro equipo de científicos de un campo muy diferente: la botánica.

Espionaje industrial

Cuando hablamos de comunicación, siempre pensamos en sonidos. El habla de un humano o los ladridos de un perro son versiones de comunicación entre animales a los que estamos acostumbrados. Pero hay otras maneras de comunicarse sin sonidos, como puede ser el baile de las abejas para señalar la colmena. En el caso de las plantas y los insectos, la comunicación es química, liberando compuestos químicos que pueden percibir desde el aire.

En este sentido, los ocimenos son muy frecuentes en el reino vegetal. Este tipo de moléculas son liberadas por las flores en el momento de la polinización, y actúa como un imán de insectos, que se acercan a ella para libar su néctar a cambio de arrastrar el polen a largas distancias, adherido en sus patas.

Una mariposa en una flor, en una imagen tomada en los alrededores de Belgrado. Las flores emiten ocimenos, que atraen a las mariposas.
Una mariposa en una flor, en una imagen tomada en los alrededores de Belgrado. Las flores emiten ocimenos, que atraen a las mariposas.larazon

Como los ocimenos están presentes en las feromonas de las mariposas y en las flores, los científicos pensaron inicialmente que los insectos aprovechaban estos compuestos químicos directamente de la planta. Al igual que los humanos nos echamos perfume, se creía que los insectos aprovechaban los compuestos químicos de las flores para parecer más o menos atractivos a otros miembros de su especie.

Sin embargo, estudios como el del gen de la melponese demuestran que esto no es así. Las mariposas crean estos ocimenos por sí mismas, y siguiendo un proceso bioquímico completamente diferente al que usan las plantas para crear los suyos. Esta adaptación es fascinante en términos evolutivos, y se parece al espionaje industrial. Primero, las plantas crearon sus ocimenos, y luego las mariposas lograron hacer su propia versión, usando sus propias herramientas celulares.

Pero si los ocimenos de las flores y los ocimenos de las mariposas son idénticos, ¿por qué en un caso actúa de manera atractiva y en el otro caso de manera repulsiva? Los investigadores creen que es una cuestión de contexto.

La comunicación no solo consiste en moléculas químicas, también importa lo que ven las mariposas. Un olor de flor combinado con la visión de unos pétalos vistosos resulta tremendamente atractivo a las mariposas, señalando una fuente de comida. El mismo olor pero combinado con la imagen de una mariposa les resulta repulsiva, una mezcla de estímulos incómodos para la mariposa macho, que escapa de la hembra afectada. Algo similar a un perfume cargado, un olor agradable que deja de serlo si se huele demasiado tiempo.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Las feromonas son moléculas capaces de afectar al comportamiento de otros animales de la misma especie. Normalmente tienen carácter afrodisiaco, aunque existen excepciones como esta. Para que exista en humanos, necesitaríamos tener un órgano vomeronasal más desarrollado que el que realmente poseemos, bastante atrofiado. Por eso, hasta la fecha no se han hallado pruebas de que las feromonas humanas tengan efecto en otros humanos.

REFERENCIAS: