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¿Qué hay realmente de revolucionario en Sophia? La inteligencia artificial que informará de las elecciones de Madrid

No es la primera vez que Sofía salta a los titulares, pero los expertos siguen reticentes a considerarla un verdadero hito en el mundo de la inteligencia artificial

La Comunidad de Madrid aplica la inteligencia artificial por primera vez en un proceso electoral a través del robot Sophia
La Comunidad de Madrid aplica la inteligencia artificial por primera vez en un proceso electoral a través del robot SophiaCOMUNIDAD DE MADRIDCOMUNIDAD DE MADRID

Dice la prensa que esta noche tendrá lugar un hito en la historia de la democracia. Por primera vez, la inteligencia artificial jugará un papel en ella. La orgullosa protagonista de este logro será la robot de aspecto humano Sophia, un producto que sus diseñadores (Hanson Robotics) han cedido para que interactúe con los periodistas que estarán esta noche informando desde el Centro de Datos del Pabellón 14 de IFEMA. Según sus creadores, esto permitirá que Sophia responda de viva voz a las preguntas de los periodistas con precisión y de forma rigurosamente actualizada. Sin embargo, los expertos no parecen especialmente emocionados, y la verdad es que su falta de entusiasmo por Sophia tiene ya cierta historia.

Dicho con la máxima brevedad, Sophia no es, ni de lejos, la punta de lanza en materia de inteligencia artificial. Existen sistemas más avanzados capaces de producir frases, vocalizarlas, procesar el lenguaje hablado, reconocer imágenes, e incluso simular las expresiones faciales. Hay ejemplos para cada una de las tareas enumeradas que funcionan con más finura que Sophia. Pero entonces ¿de dónde viene todo el predicamento que está teniendo este aparato? ¿Carece acaso de todo valor?

David Hanson, left, creator of Sophia, shows a work of Sophia at his studio in Hong Kong on March 29, 2021. Sophia is a robot of many talents — she speaks, jokes, sings and even makes art. In March, she caused a stir in the art world when a digital work she created as part of a collaboration was sold at an auction for $688,888 in the form of a non-fungible token (NFT).WLD(AP Photo/Vincent Yu)
David Hanson, left, creator of Sophia, shows a work of Sophia at his studio in Hong Kong on March 29, 2021. Sophia is a robot of many talents — she speaks, jokes, sings and even makes art. In March, she caused a stir in the art world when a digital work she created as part of a collaboration was sold at an auction for $688,888 in the form of a non-fungible token (NFT).WLD(AP Photo/Vincent Yu)Vincent Yu

Aprendiz de todo, maestro de nada

Sophia tiene valor, es un avance interesante, aunque más por motivos sociológicos que tecnológicos. La clave para entender la crítica en la escala de grises que merece este tema empieza por comprender que, si bien hay tecnologías más sofisticadas que Sophia para cada una de las funciones que esta cumple, la particularidad de este robot es que aúna buena parte de ellas en una misma máquina. Diseñar todas estas funciones en comunión no es sencillo, pero tampoco es tan complejo como se nos ha dado a entender. De hecho, si otras empresas no han creado todavía sus versiones de Sophia no es por incapacidad, sino porque todavía no tendría una aplicación clara que justifique su desarrollo. Pero entonces ¿por qué lo han hecho Hanson Robotics? La respuesta es sencilla: publicidad. Ellos mismos han explicitado en algunos foros que Sophia es uno de sus pilares mediáticos, pues su efectismo y la puesta en escena digna de una serie de ciencia ficción es un anzuelo que pocos medios se permitirían no morder.

Profundizando un poco más en qué es realmente Sophia, nos daremos cuenta de que, precisamente en cuanto a su capacidad de producir frases, se encuentra sorprendentemente limitada. Frente a tecnologías realmente punteras como GPT-3 (capaces de construir un discurso bastante propio), Sophia trabaja como un chatbot de lo que llevamos décadas viendo. Esto significa que la mayoría de sus frases son: o bien guiones que sus desarrolladores le han escrito (como ocurre con los asistentes del hogar, los GPS, etc.), o bien una suerte de copia y pega de frases que ya ha escuchado antes. Mantiene cierta coherencia, pero no la suficiente como para que de ella nazcan bromas o comentarios complejos como los que la han hecho famosa. Esos vienen de mano humana y la convierten más en una marioneta que en una inteligencia artificial.

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¿Para qué?

A tenor de todas estas limitaciones, cabría preguntarse qué aporta Sophia realmente a un recuento electoral. Si la idea es dar respuesta a preguntas concretas y más o menos estandarizadas con datos constantemente actualizados, eso es algo que podría hacer una app relativamente barata. De hecho, habrá una aplicación cumpliendo estas tareas de forma paralela a Sophia. Gracias a la app, el tiempo de respuesta es menor y la consulta puede ser individualizada, permitiendo que cada periodista tenga una suerte de pequeño consultor virtual en exclusiva, en lugar de tener que turnarse con otros 159 compañeros para preguntarle de viva voz a un robot.

De hecho, Sophia no solo está lejos de la vanguardia tecnológica, sino que no aporta nada al recuento que no pudiera hacer mejor un comunicador humano, acompañado de una aplicación como la que será usada esta noche. El poder de una inteligencia artificial aplicado a unas elecciones podría estar orientado de una forma más práctica, más justificada y menos accesoria. Un ejemplo sería emplear sistemas predictivos capaces de anticiparse con gran fiabilidad a los resultados finales en función de cómo está avanzando el recuento frente a ortos años. Algo parecido a lo que ya hacen los analistas de forma más o menos intuitiva (o incluso con modelos rudimentarios), pero aprovechando la verdadera potencia de estas tecnologías.

Así pues, por futurista y efectista que sea la actuación de Sophia esta noche, no estaremos viendo lo que la tecnología nos depara. Tan solo una caricatura más o menos atractiva que no responde a la necesidad ni refleja la sofisticación que ha alcanzado la inteligencia artificial. Sabiendo esto, puede que convenga tomárselo como una performance y disfrutarlo como disfrutaríamos de una película de ciencia ficción de serie Z.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Otro de los puntos que más se ha criticado a Hanson Robotics es que decidan aprovecharse del estereotipo negativo y fantasioso que existe sobre la inteligencia artificial. Sophia bromea con destruir a la humanidad y con quitarnos el trabajo, miedos que han llevado a no pocos humanos a rechazar la inteligencia artificial y poner palos en la rueda del progreso. A cambio, consiguen titulares vistosos sobre “robots con ojos de loca” o “inteligencias artificiales malignas” que ponen a su empresa en el candelero, pero hay quien diría que es una forma algo imprudente de hacerse publicidad.

REFERENCIAS (MLA):