Paleontología

El buen dinosaurio que salvó a sus hermanos de una riada de cenizas

Veinticinco esqueletos de dinosaurios encontrados en la formación de Yixian han revelado una historia conmovedora sobre un joven psitacosaurio, 24 crías y una riada de cenizas volcánicas

Restos de los 25 psitacosaurios (University of Pennsylvania)
Restos de los 25 psitacosauriosUniversity of PennsylvaniaCreative Commons

Hace no tanto tiempo que los mismos paleontólogos tenían a los dinosaurios por animales fríos, estúpidos y lentos. Ahora sabemos que aquello eran prejuicios. Los dinosaurios no fueron un puñado de especies sorprendentemente parecidas entre sí, como la propia RAE parece sugerir. Vivieron durante casi 200 millones de años, unas tres veces el tiempo que a nosotros nos separa de ellos. Durante ese tiempo pudieron cambiar, adaptarse y explorar multitud de soluciones para sobrevivir. Es así como algunos encontraron su lugar en las pequeñas escalas. Su tamaño oscilaba entre el de un perro pequeño y las 80 toneladas. Algunos vivían en los desiertos y otros prosperaban en la jungla. Dentro de esta grandísima variedad mostraron tanta pluralidad en su intelecto como en su forma.

Todavía podemos ver sus cavidades craneales y deducir cuál era el tamaño de su cerebro. Eso nos da alguna pista sutil sobre cómo de inteligentes podrían ser unos comparados con los otros. Es más, podemos utilizarlo como una medida indirecta de la complejidad de sus dinámicas sociales. Los animales que viven en grupos, sobre todo en grupos con estructuras complejas, se han visto evolutivamente empujados a seleccionar a los organismos más duchos en ese arte que es interpretar las intenciones de los demás, algo increíblemente complejo que requiere de todas nuestras herramientas cognitivas. Sin embargo, en algunas ocasiones especiales, las elucubraciones dan paso a evidencias directas; ya no hace falta suponer cómo se comportaban, sino que podemos verlo directamente. Eso es más o menos lo que ha ocurrido en el nordeste de China.

La Pompeya china

Hace unos 120 millones de años, lo que actualmente es la provincia china de Liaoning sufrió una serie de erupciones volcánicas que la convirtieron en la Pompeya china. Ese es el sobrenombre que se ha ganado entre los paleontólogos. La zona está salpicada de multitud de yacimientos bien conservados, pero, entre ellos, hay uno especialmente interesante. En la formación de Yixian podemos encontrar la llamada “cama de Lujiatun” y en ella se amontonan 25 esqueletos de un dinosaurio: el Psittacosaurus lujiatunensis. El género de los psitacosaurios es enormemente común. De hecho, es el más habitual entre todos los restos de dinosaurios que hemos encontrado. Con apenas 2 metros de largo y un cráneo parecido al de un loro, la especie en concreto no destaca demasiado entre las demás. No ha sido eso lo que encandiló a la comunidad, sino la escena que mostraban. Los 25 esqueletos quedaron detenidos en el tiempo, congelados en plena tragedia. Un joven, 24 bebés y un caudal de cenizas y agua que acabó con sus vidas.

En un primer momento los investigadores supusieron que el esqueleto más grande podría haber sido arrastrado de algún modo hasta el lugar donde murieron las crías. Es relativamente frecuente que los restos se desplacen por corrimientos de tierra, por ejemplo. Por suerte, conocemos algunos métodos para resolver estas dudas y, tras aplicarlos, los investigadores concluyeron que aquellos 25 fósiles se habían depositado allí mismo, juntos. Sabiendo eso, lo normal sería pensar que estamos ante una madre o un padre y sus retoños, pero la historia no iba a resolverse con tanta facilidad. Tras estimar la edad del supuesto adulto, los investigadores descubrieron que apenas tenía 5 años. Esto lo convierte en un juvenil que, posiblemente, todavía necesitaría otros 4 años para alcanzar la madurez reproductiva o, dicho de otro modo: no podían ser sus crías porque todavía no era capaz de reproducirse.

Niñera cretácica

Teniendo esto en cuenta y sabiendo que la cantidad de jóvenes tampoco coincide con el tamaño que esperamos en una nidada de psitacosaurios, surge la posibilidad de que estemos ante una especie de cuidador. Tal vez un ejemplar de la generación anterior que, en lugar de independizarse, todavía ronda cerca de sus padres, “cuidando” en cierto modo a las crías más jóvenes de toda una comunidad. Este tipo de comportamiento se ha descrito en aves extintas y hay indicios que nos hace sospechar que también estaba presente en otros dinosaurios no avianos. Sin embargo, la historia no termina aquí. Sabemos que todos murieron de forma más o menos simultánea y hay ciertas sospechas sobre cuál pudo ser la causa. Los dinosaurios están rodeados por tierra que parece de origen volcánico, con ceniza y otras características típicas. Siendo la Pompeya china tendría sentido pensar que una erupción les cogió de improviso. Pero, si así fuera, posiblemente hubiera daños en sus huesos producidos por el extremo calor de aquel evento. Hacía falta otra explicación.

La clave parece estar en cómo se distribuyen sus cuerpos. Las columnas vertebrales de la mayoría de las crías parecen alineadas, todas en la misma dirección. Eso ha hecho pensar a los expertos que, tal vez, estaban siendo arrastradas por algún tipo de flujo. La hipótesis más defendida es que se trataba de una especie de riada donde el agua se mezcla con los restos de una erupción. El flujo de esa especie de lodo volcánico se conoce como lahar y, tal vez, fue eso lo que mató a este grupo de psitacosaurios.

Sea como fuera, la imagen que el pasado nos brinda es sobrecogedora. En ella no solo podemos ver todos estos detalles, sino algo más, un aspecto emocional que se imprime en los mismos huesos. Las patas de algunas crías aferradas al cráneo del juvenil como si, tal vez, trataran de mantenerse a flote y sobrevivir un día más.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En esta interpretación que han brindado distintos estudios científicos podemos encontrar afirmaciones más o menos especulativas que, aunque rigurosas, no podemos aceptar con la misma seguridad. Por ejemplo, la implicación del juvenil es cuestionable, puede que simplemente fuera un ejemplar que no había abandonado el grupo, pero que tampoco tenía como tal un vínculo de cuidado con sus menores. La posibilidad de que aparezcan explicaciones alternativas está ahí y hemos de tenerla en cuenta para saber cómo de segura es cada una de las deducciones que se han hecho a partir de los restos.

REFERENCIAS (MLA):