Biología
La vida eterna es posible. Así es como “la medusa inmortal” consigue eludir a la muerte
Aunque parezca increíble, esta medusa no solo es capaz de renovar sus células; sino que -además- también tiene otro mecanismo de supervivencia que le convierte en un ser biológicamente inmortal
Los seres humanos siempre han soñado con la inmortalidad. En ocasiones, ese miedo a la muerte(endémico para nuestra especie) ha inspirado a diferentes religiones a dar su propia versión de la vida eterna del alma, ya sea en a través del cielo, del valhalla o -incluso- mediante la reencarnación. Y la ciencia -por su parte- siempre ha tratado de buscar respuestas sobre cómo preservar el cuerpo físico y evitar la “muerte natural” más allá de los límites. Límites que han venido determinados por la calidad de la alimentación, de la higiene o de las condiciones sanitarias a las que cada individuo ha tenido acceso en cada época.
A día de hoy, la esperanza de vida de los españoles ronda los 82 años. Concretamente, en el caso de las mujeres asciende hasta los 85 años y en el caso de los hombres es de algo menos de 80. Es decir, a pesar de todos los avances que se han conseguido con los años, todavía estamos muy lejos de alcanzar la vida eterna... o de nada que se le parezca. Si lo ponemos en perspectiva y lo comparamos con el resto de seres vivos del planeta, ¿podemos decir que los seres humanos vivimos mucho?, ¿o poco?
La realidad es que depende con qué animal nos comparemos. Si nos comparamos -por ejemplo- con la efímera, que es un insecto que no tarda más de 24 horas en morir; entonces podemos decir que los seres humanos son -efectivamente- unos campeones de la longevidad... no inmortales, pero sí muy longevos.
Ahora bien, si nos comparamos con la “Turritopsis nutricula”, podremos concluir que somos más que un ser con una existencia tremendamente fugaz. Y es que, aunque parezca increíble, esta medusa es biológicamente inmortal. No solo es capaz de renovar sus células como lo haría cualquier otro tipo de medusa; sino que -además- puede volver a un estadio anterior de madurez sexual.
Es algo así como si una mariposa volviese las veces que necesitase a su estado de oruga. Lo que -en la práctica- funciona como un mecanismo capaz de invertir su ciclo de vida y -por lo tanto- dotarle de una vida eterna. Esta regresión a la forma de pólipo es lo que se conoce como “transdiferenciación celular”. Y consiste en que una célula es capaz de transformarse en otro tipo de célula diferente... aún cuando esta no sea una célula madre. Este proceso -que surge en respuesta ante cualquier daño físico o al hambre- se observó por primera vez en la década de los 90. Y le costó que, desde entonces. se la conociese con el nombre de “la medusa inmortal”.
Evidentemente, esto no significa que la “Turritopsis Nutricola” sea inmune a las enfermedades o a los ataques de sus depredadores. Pero si no sufre ningún tipo de agresión externa, este animal -efectivamente- podría vivir indefinidamente (o eso es lo que se cree). Su capacidad de adaptación es tan grande y su “transdiferenciación celular” es tan poderosa, que a pesar de ser de origen caribeño y a pesar de medir poco más de 4 milímetros, ha conseguido proliferar en todos los océanos del mundo, en aguas mucho más frías y con depredadores mucho más agresivos.
Los científicos han encontrado en este curioso mecanismo de supervivencia una apasionante materia de estudio por sus potenciales aplicaciones en el terreno de medicina. Porque podría -entre otras cosas- ayudarles a comprender cómo reemplazar células dañadas por una enfermedad... o -incluso- cómo vencer a la propia muerte.
✕
Accede a tu cuenta para comentar