Asteroide

¿Hemos creado un cometa con la misión DART?

Tras el impacto, el asteroide Dimorphos ha desarrollado una cola de 10.000 kilómetros, pero ¿lo podemos considerar un cometa?

Dimorphos tras la colisión, visto con el telescopio SOAR (Imagen propiedad de NOIRLab)
Dimorphos tras la colisión, visto con el telescopio SOAR (Imagen propiedad de NOIRLab)larazonAgencia AP

Durante los últimos años, el ser humano ha lanzado una infinidad de misiones al cosmos. Hemos ido explorando el espacio, siempre un paso más allá, si no en distancia, sí en complejidad. Y, aunque muchas de esas misiones han captado la atención del público, ha habido algunas más populares que otras. Por ejemplo, la idea de volver a al Luna nos trae recuerdos de un pasado cargado de connotaciones políticas y heroicas. La exploración de Marte nos lanza la promesa de hallar marcianos unicelulares bajo su superficie roja. Y DART nos presenta una colisión impresionante, un espectáculo al que no podemos dejar de mirar, como si fuera un accidente de coche o el vídeo de alguien cayendo por las escaleras. Por suerte, ahora, unos días tras el impacto, empiezan a llegar datos interesantes con los que nutrir la curiosidad del público, de tal modo que la noticia ha dejado de centrarse en el morboso choque astronómico.

Con DART, lo que realmente queríamos era comprobar si podíamos desviar determinados asteroides para así protegernos en un futuro de los potenciales peligros astronómicos que nos acechen. Esa era la idea, así de simple y así de compleja. Aparentemente sacada de una película de ciencia ficción, pero tan seria y rigurosa como la NASA suele ser. Todavía se están estudiando los resultados de la misión, pero, mientras tanto, va llegando información sorpresa. Detalles predecibles pero que la prensa no había advertido hasta ahora y que, lógicamente, inquietan al público. Por ejemplo: tras el impacto, Dimorphos ha desarrollado una cola de escombros de 10.000 kilómetros. ¿Estamos acaso ante el primer cometa artificial de la historia?

David contra Goliat

Antes de seguir, conviene recordar algunos detalles básicos sobre la misión DART. Porque desviar un asteroide impactando una sonda es como intentar mover un coche disparándole bolas de billar, hacía falta una buena estrategia. El objetivo elegido fue el asteroide Dimorphos, que da vueltas en torno a uno mayor llamado Didymos. Si el impacto conseguía ralentizar mínimamente a Dimorphos, este aproximaría su órbita a Didymos y cambiaría su trayectoria, como si fuera una reacción en cadena. La otra clave era la velocidad de la sonda, que colisionó a 22.530 kilómetros por hora mientras que Dimorphos viajaba a 0,72 kilómetros por hora. De ese modo se compensaba algo su diferencia de peso, entre los 610 kilos de la sonda y los 5.000 millones de kilos de Dimorphos. A falta de una confirmación más precisa, parece que el impacto logró su objetivo y redujo en unos minutos las 12 horas que tarda Dimorphos en rodear a Didymnos.

Por otro lado, hemos de tener en mente que estos dos asteroides no son como mundos en miniatura, son rocas de formas bastante irregulares. Sobre ellas no hay “tierra” ni un polvillo similar, como el regolito de la Luna o de Marte. Por ejemplo, Didymos es mucho más ancha en el ecuador, por decirlo así, y Dimorphos directamente es un montón de rocas vinculadas por la gravedad. Sabiendo esto, no debería de sorprendernos demasiado que, una colisión contra Didymos, pudiera proyectar una incontable cantidad de rocas y partículas al espacio. Salvando las enormes distancias, podríamos compararlo con dejar caer una roca sobre la tierra o sobre la arena. En el segundo caso, la menor cohesión de las partículas de arena facilitaría que salieran despedidas con el impacto. Pues bien, en este caso, tras formarse un halo de partículas, este se ha ido deformando hasta convertirse en una cola de 10.000 kilómetros.

¿Qué es un cometa?

Los cometas están formados sobre todo por hielo y polvo, puede que incluso alguna roca, pero mayormente por lo que ha sido descrito coloquialmente como nieve sucia. Precisamente, debido a esta mezcla de polvo, hielo de agua y de gases, los cometas van dejando un rastro de polvo que forma una de sus dos colas. Mientras tanto, el calor del sol transforma sus hielos en gases que envolverán su núcleo formando la llamada cabellera o coma. Y la segunda cola se forma por la presión que ejerce la radiación del Sol sobre las partículas de hielo, empujándolas en dirección contraria a la estrella. La primera cola brilla con un tono azulado y mucha más intensidad que la tenue segunda cola, por eso, a ojo desnudo, solo solemos ver una desde la Tierra.

Sin entrar en otras cuestiones como, por ejemplo, su origen, queda claro que la cola de partículas de Dimorphos no es la de un cometa, a pesar de que ambos dejen estela, tanto por su movimiento, como por la presión de radiación. Así que no, si somos estrictos no podemos llamar a Dimorphos: el primer cometa artificial.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Aunque los datos que estamos recogiendo son de gran importancia, la ESA desplegará la misión Hera, que se acercará al asteroide para hacer un seguimiento de su nueva órbita en torno al año 2027. Solo entonces podremos estar seguro de los pormenores de esta misión y, por lo tanto, de su éxito.

REFERENCIAS (MLA):