Astronomía
Así fue la mayor tormenta magnética registrada
“Los fenómenos meteorológicos espaciales que podrían causar un impacto tan importante representan un riesgo que no se puede descartar”, señalan los autores del estudio.
En el mundo actual, dependemos cada vez más de infraestructuras tecnológicas como redes eléctricas, sistemas de comunicación y satélites. Sin embargo, esta dependencia nos hace cada vez más vulnerables a los efectos de las grandes tormentas geomagnéticas. Sobre todo teniendo en cuenta que las tormentas de este calibre se pueden producir cada 25 años. Pero… ¿qué es capaz de provocar una de estas tormentas? Esto es lo que intentó responder un equipo de científicos.
A principios de noviembre de este año, se observaron auroras boreales en latitudes sorprendentemente bajas, tan al sur como Italia y Texas. Estos fenómenos fueron la consecuencia de los impactos de una eyección de masa coronal solar sobre el campo magnético y la atmósfera de la Tierra. Mucho más dramático que este reciente espectáculo de luces, no fue nada comparado con una enorme tormenta solar en febrero de 1872. La exhibición auroral resultante de ese evento rodeó el planeta y produjo auroras observadas en sitios tan cercanos al ecuador como Bombay y Jartum. Lo que significa que fue posible verlas apenas a 15º por encima de la línea del Ecuador.
Un equipo internacional formado por científicos de nueve condados ha publicado un estudio detallado de este evento de importancia histórica, rastreando su origen solar y sus impactos terrestres generalizados. Las comunicaciones telegráficas se vieron ampliamente perturbadas por esta tormenta, pero en la sociedad tecnológicamente dependiente de hoy, una tormenta de este tipo perturbaría las redes eléctricas y las comunicaciones por satélite. Sus hallazgos, publicados en The Astrophysical Journal, confirman que tormentas tan extremas son más comunes de lo que se pensaba anteriormente.
"Cuanto más tiempo se pueda cortar el suministro de energía, más luchará la sociedad, especialmente aquellos que viven en áreas urbanas, para hacer frente a la situación - explica Hisashi Hayakawa, autor principal del estudio – en un comunicado -. Estas tormentas podrían ser lo suficientemente grandes como para destruir la red eléctrica, los sistemas de comunicación, los aviones y los satélites en el peor de los casos. ¿Podríamos mantener nuestra vida sin esa infraestructura? Bueno, digamos simplemente que sería un gran desafío”.
En estudios recientes, destacan dos de estas tormentas: la tormenta Carrington en septiembre de 1859 y la tormenta del ferrocarril de Nueva York en mayo de 1921. El nuevo estudio sugiere que otra tormenta, la tormenta Chapman-Silverman en febrero de 1872, también debería considerarse como uno de estos eventos extremos. En aquel momento, la tormenta era lo suficientemente grande como para afectar la infraestructura tecnológica, incluso en los trópicos.
Aún así, esta última tormenta, hizo que las comunicaciones telegráficas a través del cable submarino en el Océano Índico entre Bombay (Mumbai) y Adén estuvieron interrumpidas durante horas y se informó de disturbios similares en la línea terrestre entre El Cairo (Egipto) y Jartum (Sudán).
El equipo liderado por Hayakawa utilizó registros históricos y técnicas modernas para evaluar la tormenta Chapman-Silverman desde su origen solar hasta sus impactos terrestres. Para determinar el origen solar, el grupo recurrió a registros de manchas solares en archivos históricos y para los impactos terrestres, utilizaron mediciones de campos geomagnéticos registrados en lugares tan diversos como Bombay (Mumbai), Tiflis (Tbilisi) y Greenwich. También examinaron cientos de relatos de auroras en diferentes idiomas causadas por la tormenta.
Uno de los aspectos más interesantes de la tormenta de 1872, explican los autores en el estudio, fue que probablemente se originó en un grupo de manchas solares de tamaño mediano, pero complejo, cerca del centro del disco solar. Estos hallazgos sugieren que incluso un grupo de manchas solares de tamaño mediano desencadenó una de las tormentas magnéticas más extremas de la historia.
“Nuestros hallazgos confirman que la tormenta Chapman-Silverman de febrero de 1872 fue una de las tormentas geomagnéticas más extremas de la historia reciente. Su tamaño rivalizaba con el de la tormenta Carrington en septiembre de 1859 y la tormenta del ferrocarril de Nueva York en mayo de 1921 – añade Hayakawa -. Esto significa que ahora sabemos que el mundo ha visto al menos tres supertormentas geomagnéticas en los últimos dos siglos. Los fenómenos meteorológicos espaciales que podrían causar un impacto tan importante representan un riesgo que no se puede descartar”.
Sobre todo teniendo en cuenta que el Sol se está acercando al máximo del Ciclo Solar 25, que se prevé que ocurra en 2025, y podemos esperar una mayor actividad auroral en los próximos años.
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