Tecnología
Diseñan una seda bioelectrónica que podría revolucionar la medicina, la moda y los videojuegos
Este tejido se puede registrar estímulos, es imperceptible, eficiente, poco contaminante y se imprime sobre cualquier superficie
Nos dirigimos a un mundo súperdigital. Puede que pensemos que ya vivimos en él, pero estamos muy equivocados. También lo pensábamos en los 90, cuando nadie tenía más de un teléfono móvil, internet ocupaba un porcentaje mínimo de nuestro día y nadie sabía qué eran los wearables. Y viendo la tendencia… ¿por qué no imaginarnos un futuro incluso más digital? En este contexto, surge la necesidad de desarrollar dispositivos que podamos incorporar a nuestro cuerpo o nuestro entorno sin apenas interferir con él, ligeros, baratos y eficientes, como la artificial “seda de araña” que han diseñado desde la Universidad de Cambridge.
Tenemos claro que estos nuevos años 20 estamos mucho más imbricados con lo digital. Incluso se está empezando a hablar de implantes tecnológicos, como el famoso Neuralink de Elon Musk. Ahora bien, a prácticamente nadie le gusta la idea de perforar su cuerpo para introducir en él tecnología de una empresa con intereses propios, es un compromiso que excede incluso el de una boda o una hipoteca. Necesitamos algo más sutil, como los sensores de muñeca que hay en los relojes digitales, pero integrados, a ser posible, de una forma más cómoda, que permita a nuestra piel transpirar y que no suponga un gran impacto medioambiental y esta seda podría ser la solución.
La araña que nunca fue
“Si quieres detectar algo con precisión en una superficie biológica como la piel o una hoja, la interfaz entre el dispositivo y la superficie es vital”, dijo la directora de la investigación y profesora Yan Yan Shery Huang del Departamento de Ingeniería de Cambridge. “También queremos bioelectrónica que sea completamente imperceptible para el usuario, de modo que no interfiera de ninguna manera con cómo el usuario interactúa con el mundo, y queremos que sean sostenibles y de bajo desperdicio”.
Aunque en la nota de prensa se refieren a ella como “seda de araña” siempre utilizan las comillas, porque, en realidad, se trata de un polímero compuesto por tres compuestos: PEDOT:PSS, ácido hialurónico, óxido de polietileno y agua a temperatura ambiente para controlar la “hilabilidad” de las fibra. Así que no, no sale de ninguna araña, por lo que los aracnófobos no deben tener nada que temer.
Un sastre en orbital
Incluso la forma de imprimir este material sobre la piel es curiosa. Los investigadores han diseñado un sistema que orbita en torno al objeto sobre el que queremos depositar el hilo y que lo envuelve de forma parecida a como hace una araña, solo que ellas, en lugar de girar en torno a su presa, hacen rotar a la presa sobre sí misma.
“Nuestro enfoque de hilado permite que las fibras bioelectrónicas sigan la anatomía de diferentes formas, tanto a escala micro como macro, sin necesidad de ningún reconocimiento de imagen”, dijo Andy Wang, el primer autor del artículo. “Abre una perspectiva completamente diferente en términos de cómo se pueden fabricar electrónicos y sensores sostenibles. Es una forma mucho más sencilla de producir sensores de gran área”. De este modo, el ajuste llega a la escala de los poros de la piel, permitiendo transpirar y que se mantengan todas las sensaciones corporales, como si no lleváramos nada.
Bioelectrónica
No obstante, lo más importante es que, este tejido es bioelectrónico. Esto es: puede funcionar como un sensor, admitiendo una gran cantidad de aplicaciones que van desde el mundo de la salud hasta los videojuegos de realidad virtual, pasando por la moda, la agricultura o la monitorización ambiental. Porque, aunque predomine en nuestra mente la idea de imprimir estos sensores sobre nuestro cuerpo, pueden ser interesantes para otros objetos, como ropa o rocas.
Es más… los investigadores han probado la seda sobre el vilano de un diente de león, que no se ha visto afectado en absoluto. No en vano, las fibras son 50 veces más delgadas que un cabello humano y la cantidad necesaria para imprimir un sensor sobre un dedo humano no alcanza siquiera 1 miligramo. Para hacernos una idea, una hormiga pesa entre 1 y 3 miligramos.
El producto promete, aunque todavía no ha empezado a comercializarse y, de hecho, puede que tarde mucho si es que en algún momento da el salto al mercado. No obstante, lo importante no es tanto este producto, como lo que significa: que existe una necesidad de integrarnos más con la tecnología y, sobre todo, que hay alternativas menos conflictivas que colocar sensores dentro de nuestro cuerpo.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Por ahora estos sensores parecen ser bastante competentes detectando la humedad, la fricción, la temperatura y otra serie de sensaciones que nos dan información muy valiosa sobre le entorno. No obstante, hay otra información que, si queremos, por ahora, tenemos que introducirnos en el cuerpo humano sí o sí.
REFERENCIAS (MLA):
- “Imperceptible augmentation of living systems with organic bioelectronic fibre” Nature Electronics (2024) 10.1038/s41928-024-01174-4
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