Arqueología
El secreto de 12.000 años oculto a plena vista en el desierto de Arabia que obliga a reescribir la historia de la región
El desierto de Arabia Saudita desvela un secreto de 12.000 años: una monumental galería de arte rupestre con animales a tamaño real grabados en acantilados para guiar a los primeros pobladores del Neolítico
Lejos de ser un simple adorno o un ritual oculto, los grabados descubiertos en el desierto de Nefud, al norte de Arabia Saudí, eran auténticos manifiestos en piedra. Su colosal tamaño y, sobre todo, su deliberada exposición en acantilados a la vista de todos, apuntan a una función social clave: la de marcar un territorio, la de proclamar una identidad cultural en un paisaje que, hace 12.000 años, era mucho más acogedor de lo que es hoy.
De hecho, la ubicación de estas obras de arte prehistórico es uno de los rasgos que más ha llamado la atención de los arqueólogos. A diferencia de las pinturas que suelen encontrarse en cuevas y abrigos rocosos, estos paneles fueron tallados en paredes de hasta 39 metros de altura. Se trataba, por tanto, de un arte destinado a ser visto, un lienzo a cielo abierto pensado para comunicar un mensaje claro a toda la comunidad y a los grupos que transitaban por la zona.
En concreto, el trabajo del Green Arabia Project ha documentado 176 grabados repartidos en más de 60 paneles rocosos en tres emplazamientos diferentes: Jebel Arnaan, Jebel Mleiha y Jebel Misma. El hallazgo incluye 130 figuras talladas a tamaño real, con representaciones de camellos, íbices y uros que llegan a alcanzar los tres metros de longitud, tal y como han publicado en SciTechDaily.
Un desierto que fue un vergel
Asimismo, la datación de estas obras, situadas entre hace 12.800 y 11.400 años, no es casual. Coincide con un periodo posterior al Último Máximo Glacial en el que la región de Arabia experimentó un cambio climático notable. La aparición de fuentes de agua estacionales transformó el árido desierto en un entorno mucho más húmedo y verde, lo que permitió el asentamiento de cazadores-recolectores que dejaron su imborrable huella cultural en la roca.
Por todo ello, los expertos sostienen que estos monumentales grabados cumplían una función que iba más allá de lo estético. Servían para señalar rutas, para indicar la presencia de agua y, fundamentalmente, para establecer derechos territoriales. Aunque se han encontrado artefactos que sugieren vínculos con poblaciones del Levante, el estilo y la escala de este arte demuestran la existencia de una cultura propia y diferenciada en el corazón de la península arábiga.