
Astronomía
Señales misteriosas del espacio profundo ocultan algo brutal: los científicos no dan crédito
El origen de misteriosas señales cósmicas, un enigma para la astrofísica, parece ahora desvelado, ofreciendo nuevos datos

Un hallazgo astrofísico notable ha desvelado la procedencia de las enigmáticas emisiones cósmicas conocidas como transitorios rápidos de rayos X (FXT, por sus siglas en inglés). Estos fenómenos efímeros habían planteado una incógnita considerable a la comunidad científica durante años.
La explosión de una estrella masiva en supernova se ha asociado siempre a la liberación de una corriente de partículas, un chorro, que genera una ráfaga de rayos gamma, uno de los eventos más energéticos del universo. El remanente estelar, por su parte, colapsa habitualmente en un agujero negro.
Sin embargo, investigaciones recientes apuntan a un escenario distinto: este chorro de partículas, antes de desaparecer, podría quedar "atrapado" por los propios restos estelares. Esta interacción suprimiría su capacidad emisora, dando lugar a las emisiones más débiles de rayos X que caracterizan a los FXT.
Un enigma cósmico desentrañado
Dos nuevos estudios, uno de los cuales está liderado por la astrónoma Jillian Rastinejad, de la Universidad Northwestern, sugieren que estos transitorios de rayos X provienen de un tipo particular de explosión estelar: la supernova de tipo Ic. Como informan desde Futurism, estas se producen en estrellas que han desprendido sus capas de hidrógeno y helio; los astrónomos han bautizado a estos chorros atenuados como "chorros fallidos".
La naturaleza esquiva y la distancia extrema a la que se han detectado la mayoría de los FXT hasta la fecha habían representado un impedimento notable para determinar su origen con precisión. Su breve duración, que puede abarcar desde segundos hasta algunas horas, hacía muy compleja su observación continuada.
El punto de inflexión llegó gracias a los datos de la Sonda Einstein, un programa de telescopios de rayos X de la Academia China de Ciencias y la Agencia Espacial Europea (ESA). Este instrumento detectó un FXT, EP 250108a, que se encontraba a una distancia inusualmente cercana a la Tierra: unos 2.800 millones de años luz.
Revisando la comprensión de la muerte estelar
Tras la detección de EP 250108a, telescopios como el Observatorio Keck en Hawái y el Telescopio Espacial James Webb, con importantes hallazgos en su haber, se apresuraron a capturar extensas imágenes del estallido de rayos X en múltiples longitudes de onda, incluyendo datos infrarrojos y ópticos. Esta rápida respuesta fue de importancia capital.
La astrónoma Rastinejad subrayó la importancia de la observación multimodal: los datos de rayos X por sí solos no permiten discernir el fenómeno. Las observaciones rápidas en longitudes de onda ópticas e infrarrojas son fundamentales para identificar las secuelas de estos eventos y reunir pistas sobre su origen.
Con esta cantidad de información, los científicos observaron la evolución de la señal. Durante semanas, esta supernova "frustrada" incrementó su brillo antes de desvanecerse. Este pico de luminosidad, aunque breve, permitió determinar que la explosión correspondía a una supernova de tipo Ic que carecía de una ráfaga de rayos gamma.
Este hallazgo tiene implicaciones de gran relevancia para la comprensión de la muerte estelar. Según el trabajo realizado, en estrellas suficientemente masivas –como la que produjo EP 250108a, de entre 15 y 30 veces la masa del Sol–, las ráfagas de rayos gamma completas, antes consideradas la norma, podrían no ser tan frecuentes. Rastinejad apuntó que el resultado de un chorro "atrapado" podría ser más habitual, cuestión en la que profundizará con la publicación de su estudio en The Astrophysical Journal Letters próximamente.
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