Actualidad

Somos el mono exponencial, y así lo cuentan en el Espacio Fundación Telefónica

“Exponencial: De analógicos a digitales”, es una exposición sobre el progreso de la tecnología de las comunicaciones durante los últimos 150 años

Fotografía de una de las instalaciones de la nueva exposición permanente del Espacio Fundación Telefónica donde, en concreto, podemos ver el papel que jugaron las teleoperadoras
Fotografía de una de las instalaciones de la nueva exposición permanente del Espacio Fundación Telefónica donde, en concreto, podemos ver el papel que jugaron las teleoperadoras Espacio Fundación TelefónicaEspacio Fundación Telefónica

Somos el mono exponencial. De los muchos apellidos que se le han puesto a nuestra condición de primates para diferenciarnos de gorilas, chimpancés y neandertales, esta es una de las menos usadas y, en cambio, de las más interesantes. Porque hay algo en nuestra civilización que parece seguir esa misma función matemática que describe el crecimiento de una colonia de bacterias o la multiplicación de aquel legendario grano de arroz por cada casilla de ajedrez.

La cultura es acumulativa, pero puede crecer por adición, sumando poco a poco, siempre al mismo ritmo. De hecho, así es como se ha comportado durante muchas épocas, pero de un tiempo a esta parte, la humanidad ha emprendido el camino exponencial, acumulando conocimiento cada vez más rápido; en lugar de con una modesta suma, con la multiplicación de sus términos. Y, aunque con otras palabras, así lo cuentan en la última exposición permanente del Espacio Fundación Telefónica a través de ochenta objetos de su patrimonio histórico tecnológico.

100 millones de usuarios

Una exposición que abrirá sus puertas el día 14 y que está compuesta por más de 10.000 piezas audiovisuales y nueve instalaciones interactivas, además de infografías y material documental. Elementos que apelan a esa historia exponencial que, como sociedad, estamos viviendo a través de la tecnología. Es más, en la propia exposición se nos invita a un viaje de ida y vuelta, donde es tan importante lo que nosotros hacemos de esa tecnología como lo que esa tecnología hace de nosotros. Porque lejos de abominar de la aceleración de los tiempos que vivimos, hemos decidido abrazarlos y alimentar su lumbre con un I+D+i cuyas letras no incluyen la H de humanidades. La legislación a dudas penas logra seguirle el paso al progreso y el análisis ético intenta todavía ponerse al día con los avances del siglo pasado.

En palabras de María Brancós, jefa de exposiciones de Fundación Telefónica: “El pasado de esta exposición va bastante lejos. Las primeras piezas son del 1850 y algo y nos ayudan a entender que, en su momento, aquello también era tecnología punta. La diferencia, en todo caso, es sus equivalentes modernos quedan obsoletos antes.”

La exposición, “Exponencial: De analógicos a digitales”, da la bienvenida al visitante con una instalación de luz que evidencia este concepto de aceleración, aunque desde una perspectiva más neutra. En ella se muestra cómo el teléfono tardó cincuenta años en lograr cien millones de usuarios; el móvil, doce; Instagram dos años y, el chatGPT lo logró en solo 2 meses. La valoración queda al criterio del visitante y le invita a reflexionar con cada una de las instalaciones. Porque, dejando a un lado el cinismo con el que solemos mirar el progreso tecnológico, sería necio negar sus muchas ventajas. La cuestión que urge responder no es esa, sino si merece la pena. Tal vez necesitemos parar y reflexionar.

“En realidad, estamos empezando a ver las consecuencias de la inteligencia artificial, los ordenadores cuánticos.” Añade Brancós. “Yo creo realmente que ha habido otros momentos en la historia donde hemos tenido esa sensación de salto cuántico y eso se ve muy bien en la exposición. Cuando aparece el teléfono, el coche o el avión, ya surgen voces que, desde la cultura, afirman que todo iban a cambiar para siempre. La sensación que yo tengo es que, tal vez, el impacto que causa la IA es más profundo que otros que hemos vivido antes porque nos invita a reflexionar sobre cuestiones realmente profundas sobre el ser humano.”

Nueve instalaciones

María Brancós aclara que, “reflexionando sobre esta exposición me he dado cuenta de que el progreso en telecomunicaciones nace de una pulsión absolutamente humana que combina esa necesidad de comunicar que tenemos con las posibilidades que nos ofrecen las tecnologías. Así que tenemos que reflexionar para asegurarnos de que la tecnología nos modele como a nosotros nos interesa ser modelados”.

A lo largo de la exposición, el visitante podrá revivir el progreso tecnológico a través del particular caso de la comunicación, desde el telégrafo hasta la fibra óptica. En el contenido de las instalaciones, lógicamente, destaca la evolución del teléfono, el papel crucial de las telefonistas, la revolución de Internet y el progreso de los teléfonos móviles. Durante el recorrido, podremos ver los principales tecnológicos han mejorado las comunicaciones, desde sistemas de conmutación automática hasta equipos de transmisión de datos y otros conceptos que, aunque puedan sonar alienígenas, nos han hecho quienes somos como sociedad.

Las voces más personales de la exposición están en boca de cuatro expertos: Julio Linares, Consejero de Telefónica Alemania; Nerea Luis, Doctora en Ciencias de la Computación; Juan Luis Arsuaga, Paleontólogo y Elena González-Blanco, Responsable de Inteligencia Artificial y Datos en Europa, Oriente Medio y África de Microsoft. Sus cuatro hologramas responden a cuestiones abiertas de máxima relevancia social, como el papel futuro de la tecnología y los cambios disruptivos que esta comportará.

Para María Brancós está claro, “queríamos que tuvieran perfiles muy distintos, porque lo que estamos viviendo necesita ese análisis pluridisciplinar. Hablamos de un fenómeno muy complejo que no se puede abordar desde una sola mirada”. Pero hay más, porque al final del recorrido, el propio visitante podrá dejar su huella en la exposición".

Todo termina con una IA

“Lo cierto es que, posiblemente, esta exposición tarde muy poco en quedar obsoleta” afirma Brancós, “sin embargo, una de sus novedades es que incluye una parte muy importante de reflexión sobre el futuro. No queríamos resignarnos a hacer una revisión de la historia de lo que hay hasta ahora. Hay una parte de la exposición, al final, que está pensada para ser actualizada.”

Al terminar la exposición, el visitante se encontrará en una gran instalación inmersiva e interactiva donde una voz le interroga sobre el futuro del trabajo, la educación, las comunicaciones o la vivienda. Es entonces cuando una inteligencia artificial capta la respuesta en voz y, a partir de ella, recrea ese futuro en imágenes. Visitante a visitante, estos escenarios futuros van generando un atlas de un futuro que podría ser. Un intento del colectivo en investigación y diseño de datos, Domestic Data Streamers, para establecer un diálogo entre el usuario y la máquina y, así, descifrar cómo podría ser el porvenir de la humanidad.

“Igual que creemos que lo más material puede quedar obsoleto, es cierto que la exposición se pregunta por cosas muy universales. Esas preguntas esenciales de qué es el ser humano, qué deseamos, por qué nos comunicamos…” Y, como sugiere María Brancós, eso seguirá vigente mientras exista el ser humano, vivamos al ritmo que vivamos.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • La tecnología no es intrínsecamente mala ni buena como tampoco lo es un bisturí. Sin embargo, es igualmente cierto que la tecnología es potencialmente mala. Su cualidad moral dependerá de quién la empuje y quién la empuñe. El único peligro propio de la tecnología no es su aplicación, por lo tanto, sino su velocidad, cada vez más rápida y atropellada. ¿Cuánto podremos seguir acelerando antes de morder la vereda? La tecnología nos ha traído hasta aquí, uno de los momentos menos violentos y con más derechos de la historia de la humanidad. Eso es indiscutible, pero no tenemos motivo para pensar que la progresión vaya a seguir indefinidamente.

REFERENCIAS (MLA):