Solidaridad

«Los masái solo sabemos vivir en estado salvaje, pero necesitamos educación»

El líder masái Kikane Ole Pere cuenta los secretos de la felicidad de esta tribu y también los retos que desarrolla a través de la ONG Adcam

Kikane Ole Pere es el nombre real de William, líder de la comunidad masái de Lemek, en el Maasai mara (Kenia)
Kikane Ole Pere es el nombre real de William, líder de la comunidad masái de Lemek, en el Maasai mara (Kenia)Kike Taberner

Kikane Ole Pere es el nombre real de William, líder de la comunidad masái de Lemek, en el Maasai mara (Kenia). Lucha contra enemigos que no son de carne y hueso pero que son tan peligrosos como el león que aunque anciano- los masáis nunca cazan para comer- mató «a cuchillo» para lograr el reconocimiento de «guerrero». Calcula que aún no ha cumplido los 50 años, casi cinco décadas en la que ha pasado de ser un niño con una extraordinaria ambición: ayudar a su pueblo a evolucionar sin perder su cultura. Un camino difícil en el que pone a diario todo su empeño.

William aterriza en L’ Albufera de Valencia como una de las paradas del viaje que realiza como director en Kenia de la ONG Adcam (Asociación de Desarrollo, Comercio Alternativo y Microcrédito), una organización sin ánimo de lucro con sede en Alicante.

Vestido con el traje tradicional de masái y con unos prismáticos como única arma se adentra en el parque natural en busca de aves. Las dunas y la gola de Pujol conforman un paisaje totalmente nuevo para él, pero no se siente extraño entre la naturaleza. Es su hábitat. No es la primera vez que visita la Comunitat Valenciana, pero sí este singular ecosistema tan próximo de la ciudad de Valencia y de compleja conservación.

«Los masái hemos conseguido conservar nuestra forma de vida», explica a LA RAZÓN, «solo podemos vivir en estado salvaje, con animales, en paz y libertad». Pero esto no implica que no puedan ni deban evolucionar y para hacerlo esta comunidad necesitan educación. «Este fue mi sueño».

Es algo que siempre le ha obsesionado y fue la clave para iniciar el proyecto con Adcam. Logró aprender inglés gracias a su relación con los turistas y montó un negocio de «beads»- las bolitas con las que se confeccionan productos de artesanía- con el que consiguió dinero primero para ayudar a su madre enferma y más tarde para ir a Nairobi en búsqueda de los recursos suficientes para iniciar un cambio que llegó tras un encuentro Rosa Escandell con quien constituyó Adcam en 2005.

«Los masái carecen de educación y es lo que permite cambiar la sociedad». El objetivo implica riesgos en una tribu considerada por la ONU como una de las 31 más amenazadas del planeta. «Tenemos que introducir los ordenadores porque nos ayudarán en el futuro. La educación puede proteger a nuestra comunidad, a nuestra propiedad y nuestros recursos. Sin ella, es muy difícil».

Afortunadamente, ahora hay muchos niños que van a la escuela, aunque no siempre sea fácil para ellos. «Se despiertan por la noche para llegar por la mañana a estudiar. Es muy importante, pero también lo es que no olviden su cultura, si la pierdes, no puedes recuperarla. Por este motivo tienen un día a la semana dedicado a la cultura». Perderla, entre o tras muchas cuestiones, supondría renunciar a una de las principales características del pueblo masái: la felicidad.

Las amenazas

«Vivimos en el campo y no tenemos muchas cosas pero somos felices todo el tiempo. Y ser feliz es necesario. Apreciamos lo que tenemos hoy y mañana será otro día. Si piensas en muchas cosas tendrás estrés, dolor en tu cuerpo...»

Al contrario de lo que pueda parecer, este espíritu masái no está basado en la conformidad. William quiere más recursos sanitarios y mejores carreteras. Se muestra preocupado por el cambio climático que está provocando graves problemas en su medio de vida.

La falta de lluvias hace compleja actividades como la agricultura y la propia supervivencia de los animales.

Las mujeres forman una parte fundamental del proyecto. William no entiende el progreso sin ellas y siempre ha defendido su empoderamiento dentro de la comunidad. «Cuando era niño no tenían derechos. Me di cuenta de todo lo que hacía mi madre por mí. Ahora ellas tienen ahora sus propios negocios y tienen derechos».

Un viaje sostenible y solidario

Adcam tiene como principal fuente de financiación los viajes que se realizan al «eco lodge» sostenible situado en la Reserva Natural de Lemek (Kenia), muy cerca de la «manyatta» (poblado másai). Entre los principales proyectos desarrollados por esta ONG destaca la construcción de una escuela infantil con 250 alumnos, la creación de una cooperativa de mujeres artesanas masái, la realización de acciones de prevención de la salud para combatir enfermedades como la malaria y la ejecución de acciones de mejora ambiental, como reforestaciones o la construcción de un pozo.