Revolución sexual
La izquierda sustituyó la lucha de clases por la de géneros
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Una de las tonterías que repetía como un loro una ministra socialista era que «la cultura es de izquierdas». La derecha debió de creérselo, porque no dijo ni pío, ni siquiera contradijo el eslógan político. Desde entonces, las cosas han ido a peor. Viudos de la revolución, asimilada la contracultura como una faceta más del capitalismo que la produjo en pleno boom de la sociedad de la abundancia, a la izquierda posmarxista no le quedó otra que tomar prestado los flecos de lo que fueron las reivindicaciones del hipismo contracultural: el feminismo, las reivindicaciones gays, el ecologismo y el progresismo más rancio.Fue Zapatero, ese que allí por donde pasa deja un país en llamas (Venezuela), quien se dio cuenta de que debía «okupar» el feminismo, los gays y ecologismo y embadurnarlos de progreso para reivindicarlos como propios, cuando la realidad es que mujeres y gays ya ocupaban puestos de preeminencia política en los gobiernos del PP.
Con descaro, promulgó una ley de matrimonios gay cuando Zaplana preparaba la de parejas de hecho. Luego, se apropió de los pasacalles del feminismo más casposos, imponiendo las Leyes de género, la memoria histórica y ahora patrocina a la niña con Asperger: la novia de Chucky del susto climático. Arrumbada la lucha de clases, la izquierda la sustituyó por la lucha de sexos, señalando a los heterosexuales como los nuevos enemigos de clase. Refutar todas estas bobadas, comenzando por «la cultura es de izquierdas», es que donde ha triunfado el socialismo real, que no es otro que el socialismo realmente existente, la cultura ha brillado por su ausencia. El feminismo se ha impuesto en los países democráticos capitalistas y en cuanto a las reivindicaciones de derechos de los gays, ¿será suficiente señalar la feroz represión que sufrieron en las «democracias populares», especialmente en la Cuba castrista? Nombrar Chernobyl es suficiente para saber hasta qué punto las «democracias populares» no respetan el medio ambiente.
Ahora aparece la penúltima bobada de la izquierda caviar. Dicen que las comunistas disfrutan más del sexo y tienen más orgasmos que las del Oeste. Llamémosle «apropiacionismo sexual» zurdo. Esta tontiteoría bolchevique sostiene que bajo el comunismo el sexo es mejor, quizá porque la represión y la falta de incentivos no deja otra que fornicar y tener orgasmos a gogó. Como en la Cuba de los tiranosaurios comunistas donde el sexo es tan barato que la han convertido en el prostíbulo del Caribe de todo a cien.