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Los Jonas Brothers derriten Madrid

El trío revive adolescencias y dispara pasiones tras diez años de ausencia en el escenario de la capital
VICTOR LERENAEFE

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Los visuales insistían en una historia. La de niños cruzando un umbral, la de una maduración en directo, un “bildungsroman” narrado en videoclips. Y es que así ha transcurrido la vida de los Jonas Brothers, tres chicos tan simpáticos que es difícil que te caigan mal, aunque no parezcan de la clase de botellón y pitillo de mi barrio, sino más bien de los de anillo de pureza y deportes de equipo. Y los Jonas son de los que encima juegan bien a todos. En Madrid sublevaron la hormona adolescente y desataron pasiones antes de pasar por Barcelona.
En la carrera de los hermanos, como entre los fans del grupo, hay un parteaguas. La separación que durante seis años congeló la carrera del trío, que ha vuelto actualizada y con ganas de calar en la generación más joven que anoche abarrotaba el Wizink Center en Madrid. Temas como “Cool”, “Strangers” y la muy chula “Only Human” que pertenecen a su disco de regreso, “Happiness begins”. Aunque el audímetro del éxtasis (a razón de 20 chicas por chico) se elevaba en las canciones, digamos, antiguas, como “S. O. S.” y “That’s just the way we roll”, las que sus fans “veteranas” (queremos decir, mayores de 25 años) más coreaban con nostalgia sin edad para sentirla todavía.
Decimos que esta es una historia de aprendizaje o de maduración porque pasa del anillo de pureza (el compromiso de llegar virgen al matrimonio) a esa declaración de amor fiel que es “What a Man Gotta Do”, el contrato que se firma cuando uno está recién casado, como Mick, Joe y Kevin. Porque ese es el mensaje “hardcore” de los Jonas, que el amor es como una película de Disney, que se parece a una serenata y a una cena con velas, que se eleva como un épico coro a tres voces. Aunque sabemos que no es así, funciona como una ilusión perfecta.
Por eso, aunque sus baladas sean buenas y se hagan irresistibles en los lugares comunes, y hasta enamoren en el acústico, se les prefiere en la versión festiva de una letra bromista como “Cake By The Ocean”, por más que la canción pertenezca al repertorio de DNCE, el grupo en solitario de Joe Jonas. Y, por supuesto, en el power-pop de “Mandy”, “Paranoid”, el rock de “Got Me Going Crazy”, “World War III”, “Hold on” y “Tonight”, con las que hicieron un popurrí que hizo palidecer la sucesión previa de romances. Puede que a los Jonas les parezcan antiguas, pero es difícil de comprender por qué no dieron más valor a la parte más energética de su repertorio.
El trío corroboró que es mejor cuanto menos meloso en “Burnin’ Up” y “Sucker”, temas con los que cerraron su hora y media escasa de recital, suficiente en todo caso para vencer y derretir a una audiencia entregada. A la salida esperaba una galaxia de padres para recoger al público afónico.

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