Se cumplen 50 años del rescate que paralizó España
En 1970, los montañeros Lastra y Arrabal quedaron atrapados en esta montaña de Asturias y su rescate fue muy seguido por los medios de comunicación
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Este enclave montañoso situado en los Picos de Europa se caracteriza por su hermoso paisaje, a la vez que peligroso. Antes del caso que nos ocupa ya habían habido otras muertes, como la de Luis Martínez en 1928, Isaías Sanz en 1956 o, apenas un año antes (1969), la de Francisco Berrio y Ramón Ortiz, quienes trataron de escalar la montaña durante el invierno, algo que nunca nadie había hecho. Su misión fracasó cuando estaban a punto de conseguirlo.
De cualquier forma, existía alguna razón por la que todos los escaladores sentían cierta devoción por el Naranjo. Puede que por el caso de Francisco y Ramón aún muy fresco en la memoria o simplemente por el deseo de llegar a donde nadie había llegado, Gervasio Lastra y José Luis Arrabal se lanzaron a la conquista del Naranjo. Su rescate fue un fenómeno mediático sin precedentes, incluyendo portadas en los principales diarios, y dejando en vilo a todo un país.
Los dos madrileños partieron el domingo 8 de febrero de 1970 y no iban solos. En su travesía fueron acompañados de dos compañeros, Enrique Herreros y Francisco Rodríguez, con el objetivo de escalar la cara oeste durante el invierno. Todos ellos expertos montañeros, que ya habían tratado de escalar con anterioridad el Naranjo, aunque por dificultades metereológicas no lo habían logrado.
Su regreso estaba previsto para el viernes, por lo que cuando no recibieron noticias de ellos el sábado cundió el pánico. Rápidamente salieron en su busca numerosos voluntarios, pero la espesa nieve no permitía adentrarse mucho en el camino. Poco después, llegaría un poco de calma cuando Enrique y Francisco llegaron al pueblo con la confianza de que sus compañeros habían proseguido la ascensión.
Sin embargo, las jornadas pasaban y aún no se tenían noticias de ellos. El tiempo no daba tregua y las ventiscas y la nieve no dejaban de azotar la región. Finalmente se localizó a los dos hombres dentro de una cueva a solo noventa metros de la cumbre y con temperaturas de menos veinte grados. Como es de esperar, el rescate iba a ser tremendamente complicado y peligroso. La Federación Española movilizó entonces a los socorristas más expertos procedentes de todos los rincones de España, lo que dejó claro el gran movimiento de apoyo que se dio con este caso.
El plan requería de un minucioso trabajo que consistía en situar un torno en la cima desde el que se estirara una cuerda que permitiese recoger y elevar a los montañeros, de los que no se conocía su estado de salud. Varios hombres fueron desplegados en lo alto De ninguna forma podrían saber si se encontraban en situación de poder engancharse o si tan siquiera estaban conscientes. Al mismo tiempo, una serie de socorristas emprendieron la subida a la montaña por la cara más “fácil”, pero el temporal no amainaba y se convirtió en un territorio igual de hostil que el que habían escogido los madrileños.
Lo primero que hicieron al llegar a su posición fue darles víveres, tales como gajos de naranja, mermelada y vitaminas, en general, ya que ambos se habían quedado sin provisiones hacía varios días. Narraron cómo Lastra tuvo que dar de comer a José Luis, quien apenas podía mover las manos, las tenía literalmente congeladas.
José Luis tuvo que ser evacuado de urgencia por helicópteros militares hasta el Hospital General de Asturias, mientras que Lastra pudo regresar por su propio pie junto a sus rescatadores por la zona más suave de la montaña.
El cómo llegaron a esa situación la explicó precisamente Lastra tiempo después, básicamente el frío intenso y las capas de hielo frenaron su escalada. También afirmó que nunca más volvería a intentar esa expedición.
Por desgracia, la historia no terminó del todo bien. Arrabal, a pesar de que tuvieron que amputarle varios dedos del pie por congelación y ofrecía una gran desnutrición, no parecía corres riesgo de muerte. Al menos, así lo pensaron los médicos. Apenas días después, sobre el 28 de febrero, el joven de 21 empeoró y falleció a causa de una fulminante complicación respiratoria.
Como consecuencia de este espectacular rescate, se prohibieron las escaladas en invierno hasta nueva orden.