La artista que diseñó una mascarilla viral que protege y permite el desbloqueo facial
La artista norteamericana Danielle Baskin publicó en Twitter su invento y se volvió viral
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La crisis del coronavirus no solo desata el pánico y arrasa los supermercados. En medio de este aparente Apocalipsis en el que estamos sumergidos, hay personas que se paran a reflexionar y alumbran ideas originales y dignas de reseñar. Aunque el mundo del arte –lento, por lo usual, en sus ritmos– todavía no ha reaccionado al problema global del Covid19, existen, sin embargo, algunos autores que ya han intervenido en esta realidad socialmente histérica con el fin de aportar soluciones que sinteticen la expresión artística y la funcionalidad que se exige en un contexto como el actual, marcado por una emergencia sanitaria. Tal es el caso de la artista norteamericana Danielle Baskin, quien, a mediados de febrero, se percató de que la gente que llevaba mascarilla no podía desbloquear su teléfono con el FaceID.
Para solucionar este problema práctico –más común y recurrente de lo que se pudiera pensar–, Baskin creó unas mascarillas con rostros imaginarios que, tras la pertinente configuración del FaceID, permitirían el desbloqueo del teléfono sin necesidad de desprenderse de ellas. Después de crear un prototipo, Baskin lo publicó en Twitter con el comentario: «Proteger a la gente de las epidemias virales sin que dejen de poder desbloquear su teléfono». Para su sorpresa, la idea tuvo impacto inmediato, hasta el punto de que enfermos de cáncer, médicos y un buen número de ciudadanos chinos no dudaron en encargarle una o varias unidades.
Ahora mismo, ante las restricciones para su producción, no puede seguir vendiéndolas, pero su precio por unidad es de 40 dólares (unos 35 euros). Un mes después de concebir este proyecto de arte irónico, la lista de espera para la adquisición de las mascarillas de Baskin alcanza las 2.000 personas. Es más, la artista de San Francisco ha recibido varias propuestas de distribución de su producto; ofertas que sistemáticamente ha tenido que rechazar por ser incapaz de abastecer tanta demanda. Las mascarillas personalizadas de Baskin aúnan –tal y como se ha comentado– el arte con lo práctico.
Pueden funcionar como dispositivo estético pero, también, como elemento de gran utilidad en estos tiempos de extremas medidas de protección higiénica. Ahora bien, además de tal funcionamiento dual, las mascarillas de Baskin incorporan una tercera dimensión: la de resistencia política. Al imprimirse sobre ellas rostros ficticios que no se corresponden al de su usuario, esta creadora ha suministrado un medio eficaz para burlar la seguridad tecnológica y, por medio de esto, evitar los mecanismos de vigilancia asociados a cada uno de los dispositivos tecnológicos que utilizamos cotidianamente. En su simplicidad, las mascarillas de Baskin constituyen una obra de arte total: estéticas, prácticas y políticas. La cuadratura del círculo.