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¿Cómo imaginamos el rostro de Dios?

El arqueólogo Yosef Garfinkel ha encontrado una supuesta figura que representa a Dios. Y, cómo no, se ha levantado un enorme revuelo entre sus compañeros y entre los historiadores del arte
larazon
La Razón

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Con la noticia de un inminente confinamiento pandémico en Israel, especialmente en Jerusalén, nos llegan nuevos y sorprendentes hallazgos arqueológicos que están revolucionando nuestra imagen de Tierra Santa, como muestra la publicación del 6 de septiembre del descubrimiento de un palacio en la cima del Monte de los Olivos datado en el s.VIII a.C. durante el reinado del rey Ezequías de Judá. Lo expuesto muestra un conjunto de adornos arquitectónicos y unos exquisitos capiteles protoeólicos, los ancestros del capitel jónico clásico. El palacio sucumbió en la destrucción del s.VI a.C. de la mano de Nabucodonosor II de Babilonia.
Junto a esta sorpresa, otra de las noticias relevantes de este verano causó gran revuelo entre las noticias arqueológicas que proceden de Israel: la afirmación del profesor Yosef Garfinkel, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, de haber encontrado una imagen de Yhwh (el Dios de Israel). Conociendo al arqueólogo, sabíamos que la polémica estaba servida. Lo hallado es la cabeza de una figurilla que sigue el patrón iconográfico de otras similares que sí guardan relación con formas de culto típicas de la religión de Canaán, el territorio sobre el que se va a desarrollar el asentamiento y la vida de los hebreos tras las promesas realizadas a los patriarcas bíblicos desde Abraham.

Artefactos únicos

El profesor Garfinkel está realizando unas excavaciones de gran importancia al sur de Jerusalén, el yacimiento de Qirbet Qeyafa, que se ha datado en el s. X a.C. y donde en algún momento de su reinado se alojó el mismo rey David. Es en esta ciudad legendaria donde se encontró la supuesta representación de Dios. Para una parte de los arqueólogos israelíes, la existencia de una monarquía unida en Israel, bajo los reyes David y Salomón, está continuamente cuestionada en un eterno debate entre las corrientes maximalistas y minimalistas de esta especialización de la arqueología en tierras bíblicas, particularmente, entre los segundos. En consecuencia, las excavaciones de Qirbet Qeyafa suelen estar «en el punto de mira» si se relacionan con el rey David, quien estableció no solo la capitalidad hebrea en Jerusalén sino que es referencia teológica-bíblica de la dinastía mesiánica de redención y esperanza escatológica que culminará con la figura de Jesús de Nazaret en el Nuevo Testamento.
Su importancia es crucial tanto para judíos como para cristianos. También hay que ver en esta noticia otros contextos relacionados con la cultura material gracias a los aportes de diversas excavaciones. El más significativo para el tema de este escrito es la representación de Yhwh y su esposa (llamada Asherá) en una pieza de cerámica hallada en la península del Sinaí. En 1975, mientras excavaban en Kuntillet Ajrud (zona oriental del Sinaí), los arqueólogos desenterraron artefactos únicos. Entre ellos había dos grandes pithoi o contenedores cerámicos de almacenamiento. La reconstrucción de las antiguas tinajas reveló que estaban pintadas con animales, símbolos, deidades y varias inscripciones. Se cree que los dibujos fueron realizados durante un período amplio de tiempo y por varios artistas diferentes.
El origen del dios de la nación de Israel es problemático, ya que los hebreos no podían tener imágenes que lo recreasen
La iconografía es completamente siria /fenicia y carece de conexión con los modelos egipcios. Lo relevante es la inscripción «Yhwh y su Asherá» escrita en la parte superior de una tinaja que data del siglo VIII a.C. Las inscripciones están escritas en su mayoría en una lengua hebrea temprana y con la escritura fenicia. Muchas son de naturaleza religiosa e invocan a Yhwh, El y Baal, estos dos últimos los dioses principales del panteón cananeo e igualmente conocidos en la literatura de Ugarit, actual Ras Shambra al norte de Siria. La inscripción de Kuntillet Ajrud y su dibujo siguen siendo objeto de una larga discusión académica pero no dejan de ilustrarnos sobre el tema de los orígenes de Yhwh, el dios nacional de Israel, de quien no se debían tener representaciones iconográficas entre los hebreos. Bien conocidas son las amonestaciones contra la idolatría o la adoración de imágenes en el discurso profético, especialmente vivo a partir del s. VIII a.C.

Habitantes originarios

Por otra parte, Canaán no era una tierra vacía cuando los hebreos errantes entraron en ella. Había gente allí. Eran los cananeos, emparentados con los hebreos y los fenicios, los que ya habitaban el territorio durante miles de años. Los cananeos tenían sus propias costumbres y sus propias prácticas religiosas. Veneraban las fuerzas cósmicas y hacían imágenes para representar estas fuerzas, hechas de piedra, madera o metal, moldeadas o talladas por sus artesanos. Algunas de eran obras de arte recubiertas de piedras y metales preciosos. A menudo se trataba de figuras de piedra o arcilla producidas en masa. Los profetas hebreos las llamaron ba’alim, elilim y asherás.
Las respuestas no se han hecho esperar y colegas de profesión como Oded Lipschits, arqueólogo de la Universidad de Tel Aviv que codirige las excavaciones en Tell Moza, y Shua Kisilevitz, arqueóloga de la Autoridad de Antigüedades de Israel (Israel Antiquities Authority, por sus siglas en inglés, IAA) y la Universidad de Tel Aviv que excava en Tell Moza, rechazaron la idea de Garfinkel amparándose en la datación de cuándo se puede definir a Yhwh como el Dios patronímico de Israel, especialmente para ese siglo X a.C. En este punto se entra en conflicto con la narración bíblica puesto que la teofanía del Sinaí ya se había producido unos siglos atrás si nos ceñimos a la cronología que ubica la narración del Éxodo bíblico; el Sinaí, o monte Horeb por su nombre en la Biblia, era conocido como el monte de Yhwh y no es casualidad que con el tiempo se haya encontrado la inscripción de Kuntillet Ajrud ya mencionada, pero es del VIII, no X a.C.
Según los especialistas de la Universidad de Tel Aviv, es precipitado aventurar que ese «rostro» sea el rostro de Dios puesto que desde la cultura material el culto monoteísta a Yhwh es posterior con muchos altibajos, idea reforzada por la extensa variedad de figurillas femeninas encontradas alrededor de Jerusalén, las conocidas «pillar figurines» o asherás y qedeshot (relacionadas con el culto de la fertilidad y la sexualidad sagrada) que se pueden contemplar en el Museo de Israel. Es decir, Israel es más que un pueblo «monoteísta» e ilumina diversos aspectos idolátricos de su religión antes de la destrucción del templo construido por el rey sabio Salomón y la siguiente deportación de los hebreos por orden del rey Nabucodonosor II de Babilonia en el 587 a.C.
Canaán no era una tierra vacía cuando los hebreos errantes entraron en ella. Estaban allí gente como los cananeos
Otro elemento para incluir en el debate es el estudio de la Biblia desde el punto de vista de la crítica textual, algo bastante complejo de exponer aquí. Diversas reformas en el santuario de Jerusalén antes de la fecha del 587 a.C con los reyes Ezequías y Josías (2 Reyes 18; 2 Reyes 23) nos informan de los conflictos cúlticos que se daban entre los antiguos hebreos y la interpretación de sus textos normativos sobre el culto a Yhwh. Uno de los argumentos que da el profesor Garfinkel es el texto de Números 6, 24-26: «Que Yhwh te bendiga y te guarde; que Yhwh haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga piedad de ti; que Yhwh alce sobre ti su rostro y conceda la paz», versos que coinciden con fórmulas rituales en otras partes del Próximo Oriente antiguo.

Conflictos cúlticos

Como se puede apreciar, este tema sigue levantando pasiones y animando el panorama científico entre expertos de las áreas de estudio que rodean al antiguo Israel, como la teología, la iconografía y el mismo texto bíblico, especialmente con la paralización de las excavaciones en este año vírico. A falta de más información, y ya que solo disponemos de una datación que apunta al s.VIII a.C. como central en las manifestaciones representativas de Yhwh, únicamente queda esperar a que el profesor Garfinkel desarrolle su propuesta con otros elementos de investigación que puedan confirmar que en plena monarquía unida (con permiso de los minimalistas) hubo esta adoración a la imagen de Yhwh, que contradice abiertamente lo prescrito en Éxodo 20, 4. Quizá el «rostro de Dios» deba esperar un poco, pues el tiempo divino... pertenece a otra dimensión.