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Rodrigo Cuevas: “Lo propio y lo ajeno es una frontera difícil de definir”

El “agitador folclórico”, que presenta en Inverfest su espectáculo “Trópico de Covadonga”, reflexiona sobre la tradición

El músico asturiano Rodrigo Cuevas presenta "Manual de cortejo" en Inverfest
El músico asturiano Rodrigo Cuevas presenta "Manual de cortejo" en InverfestLa Costa S

Es una de la voces más originales del panorama musical español porque busca en el origen la manera de ser moderno. Y es muy moderno. Rodrigo Cuevas nos dejó boquiabiertos con “Manual de cortejo” (2019) y acaba de publicar “La magia de tu melena”, un single en colaboración con otro folclórico moderno como es Ortiga. Cuevas mezcla la tradición asturiana con su universo personal y construye un universo personal y experimental únicos en España. Presenta su espectáculo “Trópico de Covadonga” en el Teatro Ciudad de Alcobendas, el viernes 22 de enero, dentro de la programación de Inverfest.

-¿Cómo fue el proceso creativo de “La magia de tu melena”?

-Me encantó trabajar con Ortiga porque él es muy verbenero, de las orquestas de “prao” y tal y que antiguamente, cuando yo era mozo, lo que tocaban era pasodoble, pero ahora es todo cumbia y merengue y él “ye muy cumbieru” y muy “verbeneru”. Pero yo quería hacer hacer algo con un poco más de sustancia y nos tiramos al pasodoble de cuando yo era guaje, que se me erizaba la piel, se me ponía de Urogallo. Y nos lanzamos.

-¿Todo es cumbia y merengue en las verbenas de Galicia y Asturias?

-Pues sí. Me parece un rollo y mira que me gustan, pero es que es una versión “light” muy plana y una noche de orquesta se convierte en algo poco emocionante. Luego ya empiezan con el reguetón, que cuando yo era mozo era el rock de Los Suaves o “Necesito respirar” de Medina Azahara.

-La magia de tu melena fue un tema viral. ¿Cómo les inspiró?

-Bueno, es que yo no escribo muchas letras, porque tiro de lo tradicional. Me parece muy difícil no ser ñoño y un poco punki y el equilibrio no me sale. Y estaba concentradísimo. Y de repente le dije a Ortiga: “Chicho, mira qué melenaza gastas”. Y cobró todo el sentido. Nos pareció genial. Y así se quedó.

-Los dos comparten la sensibilidad de mezclar tradición y actualidad.

-Igual no tanto en lo concreto como en el concepto, pero sí. Es que es una mezcla que funciona. Si miramos hacia afuera todo el rato nos volvemos unos horteras. Cogemos patrones anglosajones y nos olvidamos de lo de aquí, que tiene muchos más matices. Cuando usas la cultura propia le puedes dar muchos más matices.

-¿Los folclores ibéricos son compatibles?

-Tienen muchos nexos en común, porque son viajes lentos, de miles de años. Antes, un ganadero transhumante que se iba de Asturias a Extremadura podía tardar un mes, pero se involucraba en la cultura mucho más que lo que hacemos ahora, que nos vamos un fin de semana a Londres y no tenemos ni idea y hacemos fotos nada más.

-Presenta un espectáculo que es “Trópico de Covadonga”.

-Sí, son las canciones de “Manual de cortejo”, pero trato de darle otro toque, algo nuevo. Y lo llamo así por eso que decías de que los folclores tienen algo en común como tú decías antes. Tú oyes una música folclórica del otro lado del mundo y la reconoces como algo de raíz. Así que imagino ese pequeño hilo conductor que atraviesa el globo como si fuera un paralelo como los trópicos y que une los folclores.

-O sea, que su espectáculo se podría entender en cualquier parte del mundo.

-Sí, porque, salvo el obstáculo de la lengua, habla de las inquietudes universales. Del amor, de las necesidades básicas y de la filosofía interna de cada uno. En una canción no puedes hablar de matemáticas.

-Tenemos una gran riqueza cultural de idiomas en España.

-No sé cómo no somos capaces de hacérselo llegar a una parte de la población, es que no lo sé. Cuanto más variados somos, mejor. Y no lo entienden. Y no sé cómo es posible que haya quien quiera una sola cultura dominante. Es como cuando discutes con alguien pero le quieres. ¿Por qué no entienden que lo mío no niega lo tuyo?

-Se ha definido como agitador.

-Sí, agitador folclórico. Me parecía gracioso. A veces no sabes cómo definirte y lo mío no es solo tradicional. Así que me puse ese nombre. Pero yo creo que soy más complaciente que provocador. Le doy al público lo que quiere. Más que transgredir, complazco.

-¿En qué sentido?

-En que yo creo que la gente busca la picardía y explicar todo sin confrontación. Me gusta definirme así.

-Pero también tiene una parte de investigación seria.

-Principalmente, sí. Me gusta investigar y la única forma de jugar con la tradición y hacerla interesante es conociéndola. En el fondo, los músicos tradicionales estamos haciendo un expolio de las músicas de ciertos pueblos o aldeas que no tienen derechos de autor y esa riqueza no revierte en esos pueblos. Siempre hablo de un pueblo, Tresmonte, de Cangas de Narcea, que se toca muchísima música de ese sitio y como es patrimonio inmaterial, la usamos y el pueblo se queda sin vecinos e incomunicado. ¿Cómo se la devolvemos? Pues creo que con el reconocimiento, hablando de lo importante que es ese lugar, es lo mínimo que podemos hacer. Conocer de verdad qué cantamos y de dónde viene.

-¿Hasta qué punto cree que alguien de un lugar puede sentir el folclore de otro?

-Creo que lo propio y lo ajeno es una frontera difícil de definir. En Asturias no hay flamenco ni tablaos, pero al mínimo que te interese tienes acceso muy grande al flamenco. La música india. Nacer en un lugar no te hace conocedor de su cultura. Creo que debemos experimentar y probar, que nos enriquece.

-Sigue viviendo en Vegarrionda (Asturias).

-Sí, en una aldea cerca. Y no vivo allí solo por activismo, es que es donde mejor estoy. Si no estuviera bien, me iría a una ciudad, pero estoy encantado. No me movería de allí en la vida.

-¿Qué piensas de lo que dicen frívolamente que se van a vivir al campo?

-Pues es que yo no entiendo eso de las modas que pasan en las ciudades. Pongo de ejemplo Malasaña, ese sitio en el que todo el mundo se siente súper auténtico, súper moderno y súper especial y yo voy y me parece todo igual. Es un McDonald’s del moderneo. Las mismas tiendas de modernos, los mismos bares y en todos tienes la hamburguesa, el taco, el sushi y el ceviche. En todos. Y lo veo como una búsqueda de la autenticidad que da palos de ciego. Se ha puesto de moda lo de vivir en el rural, per la gente no sabe lo que es. Pasas frío, cortas mucha leña, el internet va muy mal y tienes que coger el coche para todo. Que si vivir en el rural es irte a una casita con un seto de dos metros y comprar todo en el Mercadona, y vives el rural como un mundo bucólico pastoril, pues muy bien. ¡Pero no es así!

-¿Qué echa de menos de las cosas de ciudad?

-Lo que más hago cuando voy a la ciudad es pedir comida a domicilio. Para mí es como exótico. Me encanta y me parece divertidísimo, aunque no sé ni manejar la aplicación.