Apolo y Dafne de Gian Lorenzo Bernini
Pasa y disfruta de su belleza, de su perfección y de su historia
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Buena y muy efectiva es la iniciativa de uno de los museos más famosos de Roma. La Galería Borghese ubicada dentro de uno de los parques más bellos de Roma, la Villa que lleva su nombre, ha tenido la genial idea de ponerle fácil al lector, el acercamiento y conocimiento de sus grandes obras. Si algo gusta cuando se visita un museo, es detenerse en la pieza concreta para analizar aquello que el artista creó en su momento. Ahora que estamos sedientos de arte después del cierre de los museos, de repente esta experiencia única nos viene directo a casa: expertos en arte y en el artista del que se trate, se han puesto delante de la cámara, convirtiéndose en nuestro guía particular contándonos detalles excepcionales de las obras más importantes :“Si en este momento no podemos abrir las puertas al público, no queremos que olviden las grandes obras que cuentan la historia del museo” - así lo ha dicho Francesca Cappelletti Directora de la Galería - " y a partir de hoy, en nuestra página web y nuestras redes sociales, las citas que os ofrecemos son reservadas a aquellas personas que deseen profundizar en las piezas que han elegido las propias personas que colaboran en el museo y que las han estudiado desde hace tiempo”
Han lanzado varios proyectos y para arrancar, hoy podemos admirar una de las obras más impresionantes de Bernini: Apolo y Dafne.
Emanuela Settimi nos conduce por los más destacados detalles de esta impresionante pieza, que según sus palabras, fue la más perfecta del artista. En su relato nos cuenta los sitios en donde ha estado colocada la obra en ésta que siempre ha sido su casa. Son gratas curiosidades como el descubrir, que al inicio se encontraba ubicada junto a la pared que separa esta sala de la escalera de caracol. Al estar destinada en ese espacio ofrecía a los visitantes sólo la vista del lado derecho, pero en 1780 - 85, cuando Marco Antonio IV Borghese mando reestructurar el salón, se colocó en el centro del salón. En aquella época se acostumbraba ambientar los salones colocando las grandes obras de arte en el centro de la estancia, para que quién visitara la casa, fijara la atención en ellas. Anteriormente en el ’600, la obra se mantuvo contra la pared frente a la anterior obra de Bernini, Anchises, Aeneas y Ascanius que realizó en 1619.
El tema elegido por Bernini, fue la Metamorfosis de Ovidio, el mito de Apolo y Dafne y explica cual fue el momento preciso que el artista eligió para llevar a cabo su proyecto. Bernini estaba trabajando con una obra ya esculpida (y hace hincapié que ésta es la gran novedad) y no en una pintura como se creía y que ha hecho de este tema un mito contándose así en infinidad de ocasiones. La pintura se prestaba según cuenta la Emanuela Settimi, a una narración mas articulada mientras que el artista, en este trozo de mármol, capta un momento preciso “casi como si fuera un instante” y expresa el preciso momento en el que Apolo se aproxima a la ninfa que se escapa...porque era casta y otro detalle " Dafne era una entusiasta y seguidora de Diana, la hermana de Apolo”. Cuando Apolo logra alcanzarla, ella lanza su deseo a su padre pidiéndole ser transformada en laurel para no caer en brazos de su pretendiente. El padre le cumple el deseo y se transforma en esa planta que no es una planta casual, sino una planta que se mantiene verde, el color símbolo de la eternidad, de tal manera que su pudor será preservado para la eternidad. Todo esto no fue casual porque la planta favorita de Apolo era el laurel como lo cuenta en la misma obra “Si no puedes ser mi mujer, al menos serás mi árbol, por lo tanto con tus hojas yo decoraré mi cabeza, mi citara y todos los guerreros triunfantes y triunfadores se adornarán con tus hojas siempre verdes”
El momento en el cual Bernini realiza esta obra majestuosa, el trabajo que realiza es muy preciso y se enfrenta a bloque de mármol con la sabiduría aprendida de sus predecesores. “No consiguió nunca más unir esta perfección” destaca Emanuela.
La perfección con la que trata y las diferentes maneras de esculpir cada espacio ya sea la parte del cuerpo, la de una de las cortezas del árbol, la fronda ó la de los cabellos, se percibe como si se hubiera detenido en este trabajo como si se tratase de una pintura, pero era un bloque de mármol...
Es genial descubrir como se dieron cuenta durante la restauración de la pieza hace veinte años, que Bernini deja en esta obra partes que el visitante nunca iba a ver como por ejemplo la palma de la mano de Dafne o la parte superior de las cabezas que se dejaron como si fueran pruebas sin terminar de esculpir, como ellos llaman, como si fueran “borradores”.
En otra escultura famosísima de Bernini como la Santa Bibiana, trabajó la superficie del mármol pero dejó sin terminar la parte que quedaría pegada a la pared. Esta es la prueba con la que él consideraba la escultura como la verdadera pintura.