Festivales de verano: el regreso de las masas
El 27 de marzo, Love Of Lesbian actúan para 5.000 personas sin distancia de seguridad en una cita apoyada en los tests previos que abre la puerta para una vuelta de las grandes afluencias en unos meses. Cruïlla está comprometido con la idea de celebrarse con 25.000 personas
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Lo plantean como el primer paso, la puerta que conduce a la vuelta de los eventos masivos en verano en España. Se trata del experimento de Festivales por la Cultura Segura, que el 27 de marzo va a presentar a Love Of Lesbian en el Palau Sant Jordi ante 5.000 personas sin distancia de seguridad, con mascarilla obligatoria y, más importante, test de antígenos obligatorio para poder acceder al concierto. El experimento, el segundo que se lleva a cabo en Barcelona de esta naturaleza (en diciembre se hizo uno con 500 que fue un éxito), se basa en la creación de burbujas sanitarias seguras que culminaría con un protocolo para volver a hacer festivales este verano. Como en los viejos tiempos. ¿Suena imposible? Algunos creen que no. Jordi Herreruela, director del Cruïlla de Barcelona, está confiado: «Yo lo creo. Llevamos muchos meses trabajando y cada vez tengo más claro que va a ser posible. Nos queda un camino que recorrer, pero no solo no doy por perdido el verano de 2021, sino que pienso que haremos el certamen». Van en serio: el jueves, Cruïlla anunció cinco artistas más que estarán en Barcelona del 9 al 11 de julio.
Un «modelo válido»
El Primavera Sound, que se celebraba a primeros de junio y su cartel se nutre de artistas internacionales, ha anunciado su cancelación. Del resto de grandes eventos, muchos han optado por transformarse en ciclos más pequeños como el verano pasado, o están pensando en ello. Otros guardan silencio, muy atentos a lo que está pasando en el sector y a la evolución de los tests, las vacunas y las normas, como el Sonorama Ribera, que apuesta por celebrarse este verano aunque el formato aún no esté decidido. Su director, Javier Ajenjo, decía esta semana que valoran la posibilidad de enviar un test a los asistentes y miran con interés los avances en el pasaporte de vacunación. A este respecto, el ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, señaló esta semana en un encuentro informativo de Europa Press que «no tira la toalla» con los festivales de este verano. «Es difícil hacer planes porque las circunstancias pueden cambiar y debemos tener distintas estrategias», dijo el ministro, pero matizó que «siempre con la voluntad última de que vuelva el público».
Con el recuerdo todavía reciente de la polémica por el concierto de Raphael en el WiZink Center de Madrid, donde se cumplían todas las medidas de seguridad, parece casi inconcebible que en julio pueda haber 25.000 personas revueltas. Pero desde Festivales por la Cultura Segura tienen un plan. Todo pasa por el concierto de Love Of Lesbian, donde 5.000 se repartirán en tres zonas estancas (con sus propios accesos, área de bebida, aseos y zona de pista propia) de forma que como máximo haya contacto entre 1.500. La entrada incluye lo más importante, un test de antígenos obligatorio al que se someterán todos los asistentes en la mañana del concierto. «El test no identifica exactamente quién tiene el virus pero sí, al 99,99 por ciento, quién puede contagiarlo», dice Herreruela. «Si le haces un test de antígenos a todo el mundo, y dan todos negativo, puedes eliminar la distancia de seguridad. Y estamos en el proceso de mirar si es un modelo bueno para volver a hacer festivales en verano». ¿Y qué sucede si alguien se contagia después de hacerse el test pero antes de entrar al concierto? «El virus tiene un tiempo de incubación. Tarda unas horas o días en desarrollar la enfermedad para ser contagiante», tranquiliza.
Cuesta imaginarlo
El concierto, que cuenta con el apoyo del Departamento de Salud de la Generalitat, establece que, mientras los asistentes estén en la pista, donde se elimina la distancia, no pueden beber ni comer. Deben permanecer con la mascarilla puesta. Para consumir hay un área donde la distancia interpersonal está vigilada y se pueden retirar las mascarillas. Esto entraña un desafío logístico que necesita de la «responsabilidad» de todos. Durante los siguientes 14 días después del evento, los asistentes ceden el acceso a sus datos médicos al Hospital Germans Trías para que se pueda comprobar si ha habido algún brote asociado al concierto y así determinar su éxito.
Y si sale bien... “Pensamos que hará falta un nuevo ensayo, tenemos que hacer un camino. Pero si para el verano nosotros hiciéramos 25.000 tests, uno por persona antes de entrar al recinto, ya sería un modelo replicable para un festival al aire libre sin distancias”, señala el director de Cruïlla, que ayer anunciaron cinco nuevos artistas para el cartel del festival y reafirmaron su compromiso con el evento, que se celebra de los 9 al 1 de julio. “El problema es que los tests son un modelo logísticamente complicado, pero en verano seguramente podamos ver un modelo mixto, porque habrá vacunas y los tests están evolucionando muy rápido. Nos cuesta imaginarlo, pero detrás de este plan hay mucho trabajo y mucha información”. En el caso de los festivales y los conciertos, hay una diferencia sustancial con las fiestas patronales o las manifestaciones, el control de aforo. “Somos expertos en eso. En España se puede decir que somos uno de los mejores países del mundo organizando eventos. Somos una potencia mundial con una capacidad de profesionalización y de tecnología espectacular. Montamos ciudades enteras en 15 días con todos sus servicios y las desmontamos en 5. Nosotros hace 7 años que le ponemos una pulsera con un chip al que entra y todos los pagos son electrónicos. En los atentados de las Ramblas incorporamos protocolos antiterroristas y el público ni se enteró. Por eso, en lugar de quejarnos, lo que hemos hecho es plantear soluciones para demostrar que hay formas seguras de regresar a la actividad”.