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Traducción de Eduardo Noriega

El actor regresa a la gran pantalla con un atípico thriller sobre el mundo editorial dirigido por el cineasta francés Régis Roinsard
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  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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Pese a la maduración inevitable que los gestos adquieren con el paso del tiempo, sigue manteniendo Eduardo Noriega aquel misterio enigmático y en ocasiones indescifrable en la mirada que le catapultó al estrellato gracias a “Tesis”, el debut cinematográfico con el que Amenábar colapsó los Goya del 96. Tras años de alternancia profesional entre la televisión y el cine, ahora vuelve a la gran pantalla con “Los traductores”, cinta dirigida por Régis Roinsard en donde varios traductores, entre ellos, Noriega, de nueve nacionalidades diferentes, son contratados para traducir el último libro de una famosísima trilogía.
“Cuando recibí este proyecto lo hice con mucha ilusión. El director estaba buscando un actor de cada país y enseguida pensó que yo podía dar el perfil para interpretar un papel muy alejado del arquetipo de trabajos que me suelen ofrecer. De repente hacer de alguien vulnerable, tartamudo, hipocondríaco, aparentemente frágil, me resultó ilusionante”, asegura antes de proseguir: “y también formar parte de una película que hable de libros, de editoriales... Además, es un poco atípico eso de poner en el centro a los traductores, ¿no?, que parecen siempre partes invisibles”.
En el momento en el que las primeras diez páginas del manuscrito aparecen publicadas online por uno de los traductores, el idílico trabajo se convierte en una auténtica pesadilla y el editor, a quien da vida Lambert Wilson, inicia una caza de brujas de la que nadie saldrá ileso. Noriega reivindica la valiosa labor de la traducción en un mundo cada vez más globalizado; “Cuando leemos un libro nadie piensa en el trabajo que hay detrás”. El actor además reconoce sentir una profunda admiración por la riqueza gramatical de los idiomas: “Me encantan los idiomas. No sé muchos aunque presumo de manejar cuatro. Pero me apasionan los acentos y tengo mucha curiosidad por el lenguaje. De hecho tenía cierto temor a la versión doblada de la película porque cada uno suelta un chascarrillo en su propio idioma y no era capaz de imaginarme cómo quedaría todo eso después. Pero todo está mantenido de una forma impecable”, comenta para LA RAZÓN.
La pluralidad cultural del elenco, ha convertido la experiencia para Noriega en una enriquecedora aventura. “El director, antes de reunirnos en París para rodar la película, nos mandó a cada uno de los intérpretes veinte páginas de una novela para que cada uno la tradujera a su idioma. Y cuando estábamos allí intercambiando impresiones entre nosotros me di cuenta de que un adjetivo en chino por ejemplo, podía tener infinidad de matices ricos y diferentes a los de un nombre en francés. Es un mundo como te digo, realmente interesante”. Un adjetivo en chino puede tener infinidad de matices ricos y diferentes a los de un nombre en francés. Es un mundo muy interesante”, remata.