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«“Memorias de Adriano” debería ser un libro de cabecera para los políticos»

El ex torero defiende que hay mucho que aprender del emperador romano y acude a Yourcenar: “Hace una descripción sublime del hombre”
larazon

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Alejado de la ciudad y las redes sociales y, por tanto, más cerca de la naturaleza y el conocimiento, Luis Francisco Esplá sigue dedicando su vida a la cultura: se licenció en Bellas Artes, fue un gran torero –se retiró hace una década– y le apasiona la pintura. Así como la literatura: a la hora de escoger su libro favorito, no lo duda. “Tengo una prioridad, siempre recomiendo “Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar”.
–¿Por qué?
–Hace una descripción del ser humano sublime, una anatomía tridimensional, no en el sentido físico, sino metafísico, sacraliza la belleza, pone en tela de juicio los principios de las religiones o su uso. Es una descripción del ser humano basada en la vida de Adriano, pero con una actualidad que debería ser un ejemplo, un libro de cabecera para muchos políticos.
–¿Qué debemos aprender del emperador?
–Su helenismo declarado. Si repasamos la historia sobre ese concepto heleno de la belleza, de la filosofía, la humanidad, va y vuelve constantemente sobre él. Todavía no ha habido nada que sirva de vórtice a la intelectualidad, la estética o la crítica tanto como la cultura helena. Y Adriano no solo es un defensor de ella, sino también un admirador, en el sentido casi devoto. Hay otra cosa interesante, y es que indaga en todos los ritos. Era un hombre curioso, insatisfecho en ese sentido, interesado desde el lado intelectual, no solamente el pasional. Es inspiracional y racional.
–¿Qué le gustó más de la obra como para ser su preferida?
–La reflexión acerca de lo poco que dura el ser humano, de la degradación del cuerpo con la edad. El agotamiento de la existencia que, relatado como lo hace ella, ha sido algo importantísimo para mí, porque te hace ver la vida sin sorpresas.
–Entonces, propone un retrato de Adriano más como persona que como emperador.
–Claro, habla de él, pero lo sitúa en su contexto histórico. Habla de un espíritu libre que fue descubriendo la belleza, sin hacer escándalo ante la homosexualidad ni nada de eso. Es decir, cuando Yourcenar describe todo eso sin enjuiciar, con un relato tan natural y normal de lo que hoy podríamos llamar aberraciones, ese tono de serenidad me parece sublime.
–Dice que debería ser un libro de cabecera para los políticos, ¿por qué?
–Adriano fue un enfermo de buscar la paz. Estaba totalmente convencido de que el respeto y el mestizaje eran una de las claves para que el Imperio Romano prosperara. Le era imposible moverse como lo habían hecho hasta ese momento el resto de emperadores, con la tónica de la crueldad o la sumisión. Él respetaba las culturas, las abrazaba.
–¿Ahora somos menos tolerantes?
–Me aterran las ideologías que tratan de imponerse. Las respeto a todas, pero basta que me digan que esto es lo que me conviene para que cruce la acera al otro lado.
–¿A quién le regalaría el volumen de Yourcenar?
–A estos jóvenes agresivos, estos políticos de la gresca, de estar todos los días lacerándose, diciéndose perrerías, les recomendaría este libro, para que se serenasen un poquito. Que se den cuenta de que no han inventado nada ni lo van a hacer, ni pasarán a la historia como grandes políticos. La vida es mucho más sencilla.