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Varios médicos atienden a los heridos españoles en Annual

Daniel Macías: «La obsesión de Franco por el comunismo nació en Marruecos»

Coordina el libro «A cien años de Annual», que revela aspectos inéditos de la guerra de España en Marruecos

Los británicos ya habían caído a manos de los zulúes en Isandlwana y los italianos ya pasaron por Adua, pero la derrota de España en Annual resonó en toda Europa. «Poca gente tiene claras las campañas de Marruecos, y fueron una salvajada. Las imágenes de Annual son brutales. Los marroquíes cortaron los testículos a los soldados españoles y se los pusieron en la boca para que se ahogaran. Los ahorcaron con sus propios intestinos. A otros los quemaban vivos. Les quitaban la piel. Estos son testimonios directos. Así murieron muchos de aquellos hombres». El historiador Daniel Macías coordina «A cien años de Annual», que coincide con el año del centenario de la batalla y en el que participan especialistas que tocan todos los puntos de vista: el político, el social, el periodístico y el militar.

–¿Fue realmente tan duro?

­–Se ha olvidado por la Guerra Civil. Pero no debería. Había miles de soldados perdidos en fortines aislados. No podían salir porque los mataban. Orinaban y defecaban en latas. Apenas tenían agua porque los tiroteaban, y los muertos se quedaban ahí pudriéndose. Con el calor, explotaban. El olor a muerte fue constante.

–¿Qué pasó?

–Había demasiados oficiales, nuestro Ejército estaba mal equipado y no tenía tecnología militar punta. Los políticos sabían que Marruecos era impopular y en lugar de dejar a los mandos que hicieran su trabajo, se metieron ellos a hacer la tarea de los militares. Eso hizo que las operaciones nunca tuvieran fuerza. ¿Por qué actuaron así? Con cada soldado muerto crecía su impopularidad. Esto condujo a Annual.

–Y se reaccionó.

–El general Silvestre, un héroe de Cuba, cae allí. En Annual se levantan las tribus y aquello se convierte en un matadero. En poco más de quince días murieron 10.000 hombres. Esa sangre es lo que presiona al Gobierno para que manden de verdad tropas y dinero. Nace el impulso popular para ir la guerra.

–¿No lo había antes?

–El trauma viene de la pérdida de Cuba y Filipinas. Marruecos es visto como un recambio. Y fue un desastre. Los británicos preferían tener a los españoles en ese país porque sabían que teníamos un Ejército debilitado y no deseaban a franceses o alemanes. Los ingleses engañaron a los diplomáticos españoles. Entramos mal en Marruecos, con un Ejército poco moderno, destrozado por las guerras civiles del siglo XIX y una economía precaria. El orgullo patriótico estaba dañado. España llegó con una historia de decadencia y al servicio militar obligatorio solo iban los pobres.

–Annual cambió eso.

–Despierta el ansia de venganza. Se renueva el patriotismo. Es cuando intervienen los generales de la Guerra Civil, Franco, Sanjurjo, Kindelán. Ellos toman el mando. Los políticos los dejan actuar. Las tropas vuelven a estar motivadas, les entregan armas nuevas, se pasa a sangre y fuego al adversario... Es cuando en España se conforma un grupo militar, los llamados africanistas, que luego dirigirán el 36. Es uno de los efectos de Annual. El otro, que estos mandos formarán con sus valores al Ejército en la Academia de Zaragoza. Las consecuencias se verán en la Guerra Civil.

–¿Dio alas al republicanismo?

–Es un buen tema, pero complejo. No se puede afirmar. Annual supone un desprestigio para la Corona porque se rumoreaba que Alfonso XIII estaba detrás de la operación. Es un rey soldado y la derrota melló su prestigio. Lo que fue aprovechado por sectores obreristas que, incluso, lanzaron proclamas prorifeñas. Igual que algunos sectores catalanes y vascos. Los militares sintieron que unos y otros fueron traidores a la causa. Y estaban muy preocupados por otra cuestión.

–¿Cuál?

–En el Ejército español en Marruecos, durante los años 20, se extendió la idea de que se filtraban comunistas en sus tropas. Se habla de ello en informes secretos. No se sabe si es verdad, pero los militares españoles sí los creían. Los comunistas son citados en documentos, aunque nosotros no lo podemos asegurar. En Marruecos nace la idea, que luego arraigará en los generales africanistas, del boicot comunista de las campañas en África. Por eso en el Tercio de Extranjeros no se permitió que se alistaran personas de ciertas nacionalidades. Se empieza a hablar de la conspiración comunista o, incluso, islamocomunista. Tengo la teoría de que Franco vió esos informes y ahí nació su obsesión del peligro comunista. Para los africanistas, la formación de soviets era su peor pesadilla.

  • «A cien años de Annual. La guerra de Marruecos» (Desperta Ferro), VV. AA., 562 páginas, 26,95 euros.

VERGONZOSA TRAGEDIA

Por David Solar
El 22 de julio de 1921 se produjo el desastre de Annual, la mayor tragedia militar española en Marruecos y la más vergonzosa por sus circunstancias. La guarnición de Melilla, que contaba con unos 20.000 efectivos, sufrió unas 12.000 bajas (8.000 peninsulares y 4.000 nativos) y perdió más de 100 cañones, 400 ametralladoras y 20.000 fusiles. Al cumplirse el centenario de la batalla aparece un libro firmado por un grupo de catorce especialistas que abordan la historia del Protectorado y del conflicto –con las más modernas y depuradas investigaciones– en sus aspectos políticos, militares, económicos, en sus consecuencias, en la vida miserable de los soldados, en su reflejo literario y en su testimonio fotográfico. España asumió el Protectorado con el pretexto de civilización y progreso que conlleva la naturaleza jurídica de tal figura, pero en el fondo subyacía la decepción del Desastre del 98 con la liquidación del imperio colonial y el ardiente deseo de abandonar la irrelevancia internacional y figurar en el grupo de las potencias. Por ello, una ola de optimismo acogió la invitación francesa de 1912 (Tratado de Fez) para compartir la responsabilidad de conducir Marruecos a la modernidad, solo que Francia se reservaba la parte más grande (80%), la más rica y la mejor controlada por el poder del sultán, cediéndole a España las regiones norteñas del Rif y la Yebala y, al sur, la de Cabo Juby, tan pobres como inhóspitas. Como demuestran los autores, España «tenía más hambre que dientes» y no estaba preparada ni política ni administrativamente para asumir el Protectorado sobre zonas difíciles por su arisca dependencia del poder central marroquí –que aún perdura–, sus aspiraciones nacionalistas y sus dificultades orográficas y económicas, de modo que, incapaz de negociar políticamente la gobernación de las cabilas del norte, trató de hacerlo militarmente y requirió una larga guerra. Un libro que actualiza la investigación de un asunto tan caro en vidas como en dinero y de consecuencias que alcanzaron hasta la Guerra Civil.
▲ Lo mejor
La reconstrucción de los hechos políticos y militares que facilitan la comprensión del conflicto
▼ Lo peor
Hay numerosos mapas pero sigue siendo difícil seguir los movimientos de los españoles y las cabilas