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El CDN reconstruye el teatro

Alfredo Sanzol, director del Centro Dramático Nacional, lidera una temporada 21/22 de los escenarios del María Guerrero y del Valle-Inclán en la que habrá 15 estrenos absolutos
Luz SoriaCDN

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En tres días nos quitan la mascarilla (de aquella manera: solamente en exteriores) y muchos pensarán que esto de la pandemia ya pasó a mejor vida. Sin embargo, ni la Covid habrá desaparecido por entonces. Y ni siquiera el día que se extinga se habrá ido del todo de nosotros. Ahí quedarán las cicatrices durante algún tiempo. Ni un verano que muchos auguran de pernicioso desenfreno servirá para olvidar lo que todavía no se ha ido. Igual que el verano del 39 no zanjó las penurias de la guerra.
Pero la vida sigue y las carteleras de teatro volverán en septiembre, igual que lo harán los colegios, el curso político y la rutina. La esperanza y los datos nos dicen que todo irá para arriba. Especialmente, la economía, y, con ella, la felicidad de un pueblo en plena «reconstrucción». Es esta la palabra clave en la nueva temporada del Centro Dramático Nacional. Una reconstrucción que, para Amaya de Miguel –directora general del Inaem–, «se asienta en dos pilares: la palabra y el teatro, y ninguno de ellos tendría sentido si su sustento no fuera nuestro público», confesaba, ayer, de unos espectadores que han ocupado el 85% de las butacas disponibles en el María Guerrero y en el Valle-Inclán desde septiembre de 2020. El curso ya da sus últimos coletazos, pero se recordará por la fragilidad y los caprichos de la realidad coronavírica. Para Alfredo Sanzol, director del CDN, «el trauma de la pandemia nos ha dejado una sociedad que necesita reconstrucción».
Y, así, durante la presentación del curso 21/22, quiso defender los escenarios como «el arte comunitario por excelencia» y como «lugar de encuentro y de salvación». Un templo al que acudir en busca de la redención y en el que Sanzol ejercerá de obispo improvisado. Suya es la firma de una programación en la que destaca el regreso de su último montaje estrella, «El bar que se tragó a todos los españoles», donde Francesco Carril protagonizaba una historia muy cercana a la familia del director y autor. Este solo será uno de los 27 proyectos (con 15 estrenos absolutos) presentados y en los que se han puesto como objetivo «el fomento de la creación de la dramaturgia contemporánea para convertir al CDN en un espacio de referencia, capaz de atraer cada vez más a los jóvenes». El camino lo tienen ya marcado tras el incremento del 150% en la venta de entradas de menores de 30 años que se ha registrado en la 20/21.
Pero, lejos de números, la nueva cartelera también traerá el desenlace de la trilogía de Borja Ortiz de Gondra en torno a su saga familiar: «Los últimos Gondra (memorias vascas)»; la mirada de Marta Pazos (Voadora) sobre la pieza inacabada de Lorca «Comedia sin título»; y el retrato histórico-sarcástico del ADN español a través del comienzo del cine porno español que dirige Chiqui Carabante en «Alfonso el Africano». Otra novedad será la obra resultante de las sesiones de Nuevos Dramáticos, «Luna en Marte», con texto de Jordi Casanovas y dirección de Dan Jemmett; la penúltima propuesta de Carolina África, «El cuaderno de Pitágoras»; una historia de amor en clave de lengua de signos: «Manual básico de lengua de signos para romper corazones», de Roberto Pérez Toledo; la obra inédita de Mayorga «El Golem», que dirigirá Sanzol; «Blast», de Teatro en Vilo; y «Supernormales», comedia ácida escrita por Esther F. Carrrodeguas. Y bajo el formato de coproducción, el CDN acogerá nueve títulos, entre los que destacan «The Quest», sobre la fragmentación de Europa del belga Cédric Eeckhout; «N.E.V. E.R.M.O.R.E.», de Chévere, y «Rif (de piojos y gas mostaza)», de Mariano Llorente y Laila Ripoll, sobre el Desastre de Annual de 1921.
Con estos y otros títulos, Sanzol se mostró «satisfecho» de haber conseguido una programación que da cabida a la inclusión y la diversidad, pero pidió más: «Necesitamos equipararnos a las compañías de la Unión Europea», añadía en referencia a la situación económica que, en su opinión, impide, entre otras cosas, realizar más giras a los espectáculos.
Por su parte, De Miguel se sumó a la demanda y reclamó «más recursos humanos» para una administración que «no está muy hecha para las artes escénicas. Hay dificultades para casar los procesos administrativos con las necesidades artísticas». Sobre la reforma del Inaem, De Miguel ha remarcado que espera recuperar esa iniciativa, paralizada por la pandemia. «Había otros problemas más urgentes» y un objetivo: la apertura de los teatros, aunque ha recordado que «el Inaem no legisla, no depende de nosotros, aunque sigue en nuestra hoja de ruta».

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