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Crítica de “La vida de los demás”: contra la pena de muerte ★★★☆☆

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La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección y guion: Mohammad Rasoulof. Intérpretes: Bajad Rasoulof, Zhila Shahi, Mohammad Seddighimehr, Kaveh Ahangar. Irán, 2020. Duración: 151 minutos. Drama.
A Mohammad Rasoulof le han prohibido dirigir durante el resto de su vida, no puede salir de Irán y tiene que cumplir un año en la cárcel. Junto a su colega, Jafar Panahi, se convirtió en la causa célebre de la censura del régimen iraní, y fue apoyado por la comunidad internacional de cineastas para que su gobierno revocara su decisión. No parece que haya tenido suerte, pero, como Panahi, se las ha arreglado para seguir en la brecha sin dar el brazo a torcer. Si Panahi ha preferido cultivar un cine más ‘low cost’, que hizo del arresto domiciliario y la clandestinidad limitaciones que incorporó al discurso estético e ideológico de sus películas, Rasoulof, en “La vida de los demás”, Oso de Oro en la Berlinale 2020, explicita su descontento político en un alegato panorámico contra la pena de muerte, constituido por cuatro historias que, como es habitual en el cine iraní, plantean dilemas morales que se sumergen en el abismo que se abre entre responsabilidad individual y solidaridad colectiva.
“La vida de los demás” es una película de episodios a su pesar. Es decir, era la única manera que tenía Rasoulof de rodarla, presentándola a censura en forma de cuatro cortos en los que su nombre no aparecía por ningún lado. La estructura del filme se resiente de ello: los altibajos entre episodio y episodio son inevitables, siendo el primero el más consistente dramáticamente. Rasoulof afirma que trabajar la alegoría o el subtexto es bailarle el agua a la censura, por lo que su discurso tiende a ser crudo y directo. La historia de un hombre cualquiera, con su vida familiar, sus discusiones matrimoniales y su cotidiana heroicidad, no nos preparan para saber por qué se levanta tan pronto para ir a trabajar.
En la simplicidad del mensaje está su fuerza moral: no se trata de invocar la tan transitada banalidad del mal sino de revelar cómo el mal se integra en nuestro código ético con semejante naturalidad que ni siquiera lo reconocemos como tal. Las siguientes dos historias, que polarizan la actitud de dos militares ante su deber punitivo, tienden hacia lo didáctico, para que la cuarta cierre, de un modo un tanto melodramático, el alegato desde una evocación de un secreto pasado que cambia la relación entre un tío y su sobrina. Rasoulof no renuncia a una puesta en escena que podríamos calificar incluso de majestuosa, y su película es valiente y airada, aunque a veces sus gritos resultan demasiado obvios.

Lo mejor

El primer episodio y una puesta en escena que no trasluce un rodaje en condiciones de guerrilla.

Lo peor

Alérgico a la alegoría, Rasoulof es a veces demasiado obvio y didáctico.