Buika: «No hay cosa más erótica, festiva e ingeniosa que una tipa de 50 palos»
Mañana canta en Jazz Palacio Real, festival madrileño donde tan solo piensa en disfrutar: «Cuando subo a un escenario es para liberarme, no me agarro a estructuras», confiesa
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«Optimismo» es la palabra clave para definir el carácter y carrera de Concha Buika. Se impulsa desde la improvisación y su plan de vida es no tener ni idea de qué va a pasar. Se define libre, empoderada y, ante todo, una gran artista. La cantante ha vuelto a Madrid, y mañana ofrece un concierto enmarcado en el festival Jazz Palacio Real, evento al que le precederán actuaciones en Barcelona o San Fernando (Cádiz).
-¿Dónde se ha metido este último año?
-Lo he pasado en Miami. Con paciencia, tranquilidad, y tratando de ser todo lo positiva que podía.
-¿Cómo ha visto, desde allí, el panorama musical español?
-Mal. Ha sido bastante horrible. Pero hay que pensar con positividad, sobre todo por los que no están, y tirar hacia arriba, porque la cosa, poco a poco, parece que se está abriendo, pese a los nuevos contagios. Vamos a ser optimistas.
-¿Por qué no hay que rendirse?
-Porque uno tiene que hacer lo que quiera. Si lo que quieres es cantar, actuar o escribir, hazlo. Si estamos aquí es porque tenemos que seguir.
-¿Qué tiene pendiente?
-Tocaya mía, en estos momentos soy una hoja al viento, hermana (ríe). He pasado mucho tiempo encerrada y ahora lo que me apetece es lo contrario. No sé ni dónde vivo ni dónde estoy. Voy pululando, vagando por los ríos para llegar al mar.
-¿Qué veremos en su concierto de mañana en el Palacio Real?
-Algo espectacular (ríe). No tengo ni idea, soy un toro que sale a la plaza, no sé qué va a pasar, ni qué voy a cantar. Cada show, para mí, es como mi primero y mi último. Voy siempre hacia adelante. No quiero estar atada a los miedos de la memoria, porque es traicionera. Cuando subo a un escenario es para liberarme, no me agarro a estructuras.
-¿Qué le llena de un escenario?
-La conexión, mima. Que, aunque no nos conozcamos, en el fondo compartimos cosas. La música es un milagro y un misterio. Sea donde sea que yo cante, no importa el idioma, si es en Italia, Tokio o Australia, la gente se emociona con los mismos trozos de canción. Con la música tenemos una comunicación más allá de las palabras, todo está escondido en las canciones del mundo.
-En un concierto con distancia social y mascarilla, ¿ocurre lo mismo?
-Sí, porque estaremos juntos. Cuando los seres humanos están juntos, ahí está la paz. En un teatro, un gran concierto o en el bar donde canta mi comadre, hay gente de todos los partidos políticos, de todos los equipos de fútbol y de todo tipo de credos. Están en consenso, alegres, en paz. Luego, los de arriba se pelean y dicen que unos odian a otros. Es mentira. Me voy a meter en candela, lo siento, pero ya no tengo edad para secretos...
-Y sin sentirlo.
Cuando veo a los políticos, que hay a quienes yo admiro mucho, dirigirse entre ellos de esa manera, no lo entiendo. Porque luego el público me enseña otra cosa. Te mienten. Se caen mal, se odian. Dicen que no son enemigos, sino adversarios. Mentira. Y luego, cuando van al teatro, el público, que son sus votantes, les dan una lección, sentándose juntos, en consenso para aplaudir, silencio a la hora de escuchar, carcajadas a la hora de reír. Eso tendría que ser la política: lo que hay dentro de un teatro.
-Los políticos van a conciertos, pero luego la industria sale a la calle en busca de apoyo.
-¿Se puede creer en Dios y no tener nada que ver con la Iglesia? Sí, ¿verdad?. ¿Y se puede no creer pero ir a la iglesia? También, ¿verdad?. Lo mismo pasa con la industria musical. Ahora está todo tan revuelto que la cosa es que dirijas tú.
-No es fácil para quien se juega su trabajo...
La libertad es el mejor de los estados y el más maravilloso, pero también el más difícil. Cuanto más mayor te vuelves siendo artista, más tienes que buscar la comodidad de tu sentir. El enemigo no es el discográfico, ni el productor, ni el público. El verdadero enemigo eres tú. A donde tú puedes llegar a hacerte daño con tu cabeza no puede nadie, el puñal de quien te agrede lo afilas tú.
-¿Se considera directora de sus decisiones?
-Mima, yo soy el eslabón perdido de la música. Voy muy a mi bola, no me ciño a nada. Desde hace mucho tiempo voy sola, sin manager, tengo mi propia oficina y lo hago todo sola, con mi hermana, que es genial. Voy a cumplir 50 ya mismo, y eso de que los 50 son los nuevos 30 es mentira. Son los nuevos 50. A esta edad no hay cosa más divertida, ingeniosa, calculadora, erótica, festiva, romántica, bohemia, loca y centradísima que una tipa de 50 palos. Y quien diga lo contrario miente.
-¿Cuál es su mayor propósito?
-Algo que me enseñó mi hijo: mi único objetivo en la vida es estar tranquila.
-Tampoco es fácil.
-He descubierto que sí. El mundo depende de cosas muy básicas, de que estemos tranquilos, de que dejemos ser esclavos del amor y de que las mujeres estemos alegres. Yo era tremenda, pero la música me ayudó a calmarme, y el público, ellos son mis jefes, y son los más guapos del mundo.