Ángel Pestaña, el caballero de la triste figura
La mujer de este sindicalista de origen leonés, secretario nacional de la CNT, llegó a insinuar que su muerte fue resultado de una traición
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Jacinto Vives Ferré tenía una peluquería en la calle Santa Engracia de Barcelona, que fue colectivizada en 1936. Ángel Pestaña era uno de sus clientes. Uno de sus hijos -Jacinto- comentaba que la mujer de Pestaña habló con su madre, después de su muerte, y le dijo “me lo han matado”. Ella consideraba, según Vives, que su muerte se debía a una traición, que querían deshacerse de él. Ante estas afirmaciones nos debemos preguntar: ¿tenía razón la mujer de Pestaña pensando así? La vida de Ángel Pestaña la podemos dividir en dos periodos que marcaron el anarcosindicalismo español. La primera muy vinculada con la figura de Salvador Seguí “el noi del sucre”. La segunda con la proclamación de la II República y los sucesos que desencadenaron en la guerra civil.
Pestaña nació el 11 de febrero de 1886 en Santo Tomás de las Ollas (León). Desde muy joven su vida quedó marcada por la separación de sus padres. Su madre y su hermana se marcharon y nunca más las volvió a ver. A los 14 años murió su padre. A partir de ese momento tuvo que sobrevivir solo. Un aspecto que sería una característica a lo largo de su vida. Pestaña fue un superviviente. Empezó a interesarle la política en 1914. Al principio como periodista. Se inició en la revista “Tierra y Libertad” y luego en “Solidaridad Obrera”. Su vida quedó marcada por la figura de Salvador Seguí. Aunque al principio hubo ciertas tensiones, ambos acabaron teniendo una relación muy estrecha, siendo los impulsores de la CNT. Seguí llamaba a Pestaña “el Caballero de la Triste Figura”.
En 1920 viaja a Alemania y Rusia para aprender y aplicar ese conocimiento a la concepción que Pestaña tenía del sindicalismo. Es a su regreso cuando forma equipo con Seguí, apartando viejas discrepancias. La colaboración de ambos es cordial, sincera y con una identificación absoluta en lo que respecta a los objetivos. Uno de esos objetivos era la independencia del anarcosindicalismo de los sectores procomunistas que se habían hecho bajo su dirección. Desde mediados de 1921 su giro hacia posiciones sindicalistas es apreciable y se ve facilitado por la ausencia de Andreu Nin y Joaquín Maurín. En 1922 consigue realizarlo y separó la CNT del Komintern.
El pistolerismo formaba parte de la vida cotidiana española. No había semana en la que no muriera un obrero o un empresario. Pestaña condenó enérgicamente aquellos crímenes. Nadie le hizo caso. El mismo sufrió un atentado en Manresa que casi le cuesta la vida. El 10 de marzo de 1923 fue asesinado Salvador Seguí. Aquello radicalizó a un sector de la CNT. A partir de ese momento Pestaña evolucionó políticamente. Aunque se sigue declarando anarquista, empieza a defender con mayor nitidez el principio de independencia y la neutralidad sindical. Aquello supone que se enfrente con un sector del anarcosindicalismo más radical. Podemos decir que ahí se inicia el segundo periodo, en el cual se convierte en un personaje molesto.
Con Juan Peiró, editaron “Solidaridad Proletaria” y llevaron a cabo una revisión del tradicional anarcosindicalismo español desde la óptica de rechazo de métodos violentos, la defensa del sindicalismo y la vuelta a la legalidad. Aquellos que siguieron a Pestaña se les comenzó a conocer como “pestañistas”. Pestaña y Peiró, cuyas posturas se acercarán hasta 1927, se rebelan “contra aquellos individuos, sea quienes fueren y se llamen como les plazca, que a falta de condiciones para trabajar y actuar a la luz del día, prefieren imponer el terror por medio de amenazas, de golpes de audacia y de exhibiciones de pistolas”. Aunque ambos se siguen declarando anarquistas, Pestaña defiende con mayor nitidez el principio de independencia e incluso de neutralidad sindical. El enfrentamiento entre las dos tendencias se hace cada vez más agudo.
El sector más partidario de la violencia, dentro del anarcosindicalismo, crearon la Federación Anarquista Ibérica (FAI), que uniría la organización sindical y el movimiento anarquista más radical. La FAI nació para marginar a Pestaña dentro del anarcosindicalismo. Los sindicatos se legalizaron en 1930. El grupo Solidaridad, para dar contenido ideológico a la CNT, se creó la revista “Acción y Mañana”. También volverá a publicarse “Solidaridad Obrera”. La idea de Pestaña es rechazar una clandestinidad que enaltece a individuos de mentalidad inferior y que el anarquismo dejara de ser lo que había sido hasta ese momento.
En este punto Pestaña deja el anarcosindicalismo y evoluciona hacia el sindicalismo, con un fuerte interés por la política. Esto, en un primer momento, le da cierto prestigio y es elegido secretario interino de la CNT. Su reformismo gusta a los “pestañistas”. Sin embargo, las cosas cambian en 1931. En el Congreso celebrado en Madrid se enfrentaban dos posturas. Sobre todo la defendida por la FAI que, en los meses sucesivos, llevaran a cabo una revolución interna. Pestaña y el grupo sindicalista condenaron “las precipitaciones excesivas”. Los hechos se precipitaron. En 1931 perdió el control de “Solidaridad Obrera”. En 1932 perderá la secretaría de la organización confederal y en diciembre lo expulsaron de la CNT.
Pestaña y todos los expulsados crearon, en 1933, la Federación Sindicalista Libertaria. Tuvieron como medio de comunicación “Sindicalismo”, sustituto de “Cultura Libertaria”. En 1934 pasó a llamarse Partido Sindicalista. En este nuevo proyecto no le acompañaron Juan Peiró, Juan López, ni Eleuterio Quintanilla. Aquellos que se esperaba lo siguieran, lo dejaron tirado. Aunque en febrero de 1936 el Partido Sindicalista obtuvo dos escaños -Pestaña por Cádiz y Benito Pabón por Zaragoza- al estallar la guerra civil consideró necesario unificar el sindicalismo, por eso se reincorporó a la CNT.
Durante la guerra civil criticó la infiltración comunista en los puestos claves de la administración y del ejército. En una de sus última locuciones dijo: “venga a hablar de revolución a troche y moche, a hace llamadas a la solidaridad internacional, como si la solución nos fuera a llegar del extranjero mientras nos dedicamos aquí a jugar a los soldados, distribuyéndonos las estrellas y los grados militares para lucirlos por los cafés. Se han montado miles de oficinas si otro fin que el de emboscarse para evitar el frente y justificar un sueldo, porque, claro, todo el mundo necesita figurar en alguna nómina para cobrar sin hacer nada. No hay control. Esto es el caos”.
Nos hemos preguntado si eran ciertas las palabras de María Espés, mujer de Pestaña. Oficialmente murió el 11 de diciembre de 1937, como consecuencia de una bronconeumonía. Nadie lo asesinó. Ahora bien, es cierto que la traicionaron y se deshicieron de él. Se creó la FAI para marginarlo. Lo expulsaron de la CNT. Sus compañeros lo abandonaron. A pesar de ingresar de nuevo en la CNT era un personaje molesto porque pensaba. Así pues, si bien no acabaron con su vida, toda una serie de circunstancias se concatenaron para apartarlo de la vida sindical española. Ángel Pestaña murió como vivió, en la más absoluta austeridad. Al fallecer dejó una deuda de seis mil pesetas en médicos y medicinas. Su talento, perspicacia e intuición estaban por encima de prebendas y cargos. Por eso molestaba a sus amigos y enemigos. Este particular Caballero de la Triste Figura fue eso a lo largo de toda su vida, un caballero.
- “Ángel Pestaña, el caballero de la triste figura”, de César Alcalá. SND Editores. 316 páginas, 19 euros. (Más información aquí).