Alexandre Desplat: “El cine de Wes Anderson es una extensión perfeccionista de sí mismo”
El oscarizado compositor habla sobre su trabajo en “La crónica francesa”, las nuevas piezas para la película “española” de Wes Anderson y su abandono del próximo proyecto de Guillermo del Toro
Creada:
Última actualización:
Desde la elegancia de su estudio, blanco, níveo y luminoso, el compositor Alexandre Desplat (París, 1961) se dispone a responder a cada pregunta como un maestro que se acerca al piano: calmado, bien posicionado, y siempre en busca del tiempo adecuado. El músico, ganador de dos Premios Oscar a la Mejor Banda Sonora (el último, en 2018 por “La forma del agua”) y nominado hasta en 11 ocasiones, atiende a LA RAZÓN desde su lugar de trabajo en la capital francesa, donde se encuentra encerrado escribiendo nuevo material para un proyecto que, de momento, se titula “Asteroid City”. Quizá la voz no les diga demasiado, pero si les explicamos que se trata de la próxima película de Wes Anderson y que acaba de concluir su rodaje en la localidad española de Chinchón, quizá sí sepan de qué estamos hablando.
Desplat, que por cosas del virus y los calendarios le acaba de dar un doloroso “no” a otro de sus grandes colaboradores, Guillermo del Toro y su nueva “Nightmare Alley”, se entrevista con este periódico con motivo del estreno de “La crónica francesa” (”The French Dispatch”) el viernes 22 de octubre. La ya-no-tan nueva película de Wes Anderson, una especie de antología y carta de amor al periodismo de corresponsalía y a la letra entintada de vieja escuela, está protagonizada por Lea Seydoux, Benicio del Toro, Jeffrey Wright, Bill Murray, Frances McDormand o Timothée Chalamet y, por supuesto, cuenta con el trabajo en la música del maestro galo. Después de casi 200 composiciones originales para el cine y la televisión, y de vuelta en la quiniela de los Oscar por su trabajo en “La crónica francesa”, Desplat habla de su buen amigo Anderson, del cambio de paradigma en la artesanía del cine con la llegada de las plataformas y de una carrera que no le permite para más de un par de semanas al año.
-¿Cómo ha sido la espera? ¿Es raro estar hablando de un proyecto para el que escribió hace casi tres años?
-Ha sido complicado, pero obedecía también a la pulsión del artista que hay en Wes Anderson. Al igual que en nuestras anteriores colaboraciones, recibí el guion de la película justo cuando comenzó el rodaje y ya pude hablar directamente con él para darle forma a la banda sonora. Y claro, ha pasado una barbaridad de tiempo desde ese momento en concreto. También es cierto que en “La crónica francesa”, el proceso ya no era el mismo de siempre. Normalmente, escribo algo con el guion sin terminar, para encontrar el tono de la mano de Wes (Anderson), pero aquí no pude hasta que la película ya estaba montada. De hecho, para su nuevo trabajo ya he escrito mucho y todavía no ha terminado ni de rodarla entera.
-¿Entonces está usted escribiendo ahora mismo para la película que Wes Anderson ha rodado en España?
-Eso es, exacto. Todavía no puedo decir nada, pero es un proyecto ilusionante. Otro más, de la mano de Wes (Anderson).
-¿Cómo es Wes Anderson en la distancia corta como director? ¿Es tan perfeccionista en lo que pide para la pantalla como parece por sus películas?
-Es exactamente como lo que transmite en sus películas. El cine de Wes Anderson es una extensión perfeccionista de sí mismo. Los grandes artistas, como él, muestran quiénes son en realidad a través de su arte. Anderson es meticuloso y preciso en su trabajo, pero también es una persona comprensiva y cuidadosa en su manera de acercarse a los demás, porque sabe que se trata de un esfuerzo coral. Y no solo en lo práctico, también en lo imaginativo. Es un tipo extraordinario porque está construido de una forma extraordinaria, primero desde su cabeza. No tiene límites y su mundo mental siempre está abierto, es algo que me fascina. Es el orden y lo meticuloso en un mundo real lleno de desordenes e imperfecciones.
-¿Cómo complicó su trabajo el concepto de antología? Imagino que había que buscar un tono general en la música y luego otro para cada una de las historias cortas...
-Exacto, esa era la ambición principal. Algo que me facilitó las cosas fue poder hablar con Wes (Anderson) y entender que la película tiene algo de dadaísmo. Esa concepción del arte total me ayudó a entender la pasión que encerraba la película entera, más allá de lo argumental o de lo puntual. Esa extravagancia permite piano, pero también orquesta, construyendo una especie de “collage” que vaya a la par con la película.
-¿Cuál diría que es su pieza favorita de ese “collage”?
-Quizá sea “Obituary”, que suena casi al final, cuando los trabajadores están decidiendo qué hacer ante el fallecimiento del personaje que interpreta Bill Murray. Hay una mezcla de clavecín y tuba, que son dos instrumentos con muy poco en común, en cierto sentido asemejándose a la mezcla de periodistas que se ven en la escena. Me encanta hacer eso, maridar instrumentos que, en teoría, no deberían ir juntos.
-En el nuevo escenario que han dibujado las plataformas de “streaming”, ¿cree usted que artesanías como la fotografía o la música han ido perdiendo importancia en favor del posicionamiento publicitario o lo meramente argumental?
-Por suerte, siempre he trabajado con directores a los que sí les importa y sí les apasiona, más allá de dónde o cómo se puedan ver y disfrutar luego sus películas. Del Toro, Anderson o Clooney son artistas muy preocupados por el tono de sus películas, así que me considero un afortunado. Por supuesto, el crecimiento en el número de producciones, o su exhibición en televisión, ha hecho que muchas pierdan calidad artesanal, pero es un debate demasiado largo como para zanjarlo de una sola frase.
-Después de 11 nominaciones y 2 Premios Oscar, ¿cómo sigue encontrando la pasión para este tipo de trabajo, este tipo de artesanía?
-Intento mantener el mismo estado mental que cuando tenía 15 años. Al menos las mismas ganas, soñando con cine y escuchando a Bach o Stravinsky. O incluso a John Williams. La emoción es la misma, la de intentar ofrecer lo mejor de mí mismo en cada película y aportar magia a las composiciones.
-¿Qué ha ocurrido para que abandonara “Nightmare Alley”, la nueva película de Guillermo del Toro? ¿Ha sido algo relacionado con la pandemia, con los calendarios o con diferencias creativas?
-Ha sido todo una cuestión de calendarios y agendas. La película debería haberse rodado durante la pasada primavera, en abril o mayo de este año, pero finalmente todo se retrasó un par de meses. Y ni siquiera en montaje se pudo recuperar ese tiempo, así que tuve que abandonar el proyecto. Me dolió bastante, pero me hubiera complicado otros dos más. Me enfrentaba a una situación de efecto dominó en la que hubiera tenido que ir retrasando proyecto tras proyecto. Lo bueno es que sí pudimos cerrar el calendario definitivo de “Pinocchio”, en la que también está trabajando del Toro, así que al menos volveremos a encontrarnos. Ya he hecho la canción principal, de hecho, pero la COVID lo ha complicado todo una barbaridad al no poder viajar casi a Estados Unidos.
-Antes le he preguntado por su pieza favorita de “La crónica francesa” (”The French Dispatch”), pero quería despedirme preguntándole por una que considere menospreciada. Una composición de su carrera que crea, al menos, que no recibió la atención necesaria en su momento.
-Es difícil, porque no creo en el concepto de “trabajos menores”, pero sí debería hablar de mi trabajo en “Tan fuerte, tan cerca”, de Stephen Daldry. Me encanta volver a ella, incluso para interpretarla. Y poca gente, salvo la especializada, sabe que yo hice la banda sonora de esa película.