Crítica de “Fantasías de un escritor”: palabra y deseo ★★★
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Dirección: Arnaud Desplechin. Guion: Arnaud Desplechin y Julie Peyr, según la novela de Philip Roth. Intérpretes: Denys Podalydès, Léa Seydoux, Emmanuelle Devos, Anouk Grinberg. Francia, 2021. Duración: 105 minutos. Drama.
En la literatura de Philip Roth siempre se produce una discusión, a veces acalorada, entre creador y personajes, hasta el punto de que el cliché de lo autobiográfico, que siempre ha atravesado su obra, sobre todo cuando la protagonizan sus alter egos, Nathan Zuckerman y David Kepesh, se convierte en tema de debate. Por ejemplo, en “Los hechos”, que está planteada como una autobiografía parcial, Roth incluye un epílogo en el que Zuckerman critica el manuscrito, acusándole de ser más mentiroso cuando pretende ser neutro que cuando pretende ser confesional. Esa tendencia de Roth a polemizar consigo mismo, a buscar un contradiscurso a lo que se espera de él, también tiene que ver con una reflexión sobre la realidad y el deseo, que la curiosísima adaptación de “Engaño” firmada por Arnaud Desplechin, que primero puso en escena en teatro, no hace sino potenciar desde el retrato de los encuentros sexuales y las diatribas intelectuales entre un escritor (Denys Podalydes) y su amante (magnífica Léa Seydoux).
El título en castellano del filme desvela la posible naturaleza fantasmática de esos encuentros, que se desarrollan en un apartamento londinense como si afuera no hubiera ni un allí ni un mañana. En esa suspensión espacial y temporal, Desplechin da privilegio a la palabra como piedra filosofal de esa arquitectura del deseo masculino que la mujer, siempre más lúcida, desmonta con su actitud a la vez entregada y reticente. Desplechin, siempre interesado en las relaciones estéticas entre teatro y cine, trabaja esa puesta en escena del deseo como si fuera un espejismo, y no evita, imitando a Roth, someter a juicio la misoginia de su protagonista. En la película sobran las otras mujeres, que protagonizan subtramas más débiles y que quitan intensidad a un ‘pas à deux’ que a ratos resulta francamente seductor.
Lo mejor
La puesta en escena de Desplechin y el magnetismo de Seydoux.
Lo peor
En cuanto sale del apartamento y aparecen las exmujeres del protagonista, la película se debilita.