«La familia»: El dolor de que tu vida esté basada en la mentira
Sara Mesa, otra vez sin moralina, retrata en esta obra a una mujer sumisa y a sus hijos, que sufren las consecuencias de un padre autoritario
★★★★
Ángeles LÓPEZ
Un padre autoritario que trabaja en un despacho de abogados, una madre sumisa y cuatro hijos que sufren las consecuencias de una ampliación del cerco tolstoiano trazado en «Ana Karenina». Si a ello le sumamos un espacio cerrado –que tan grandes posibilidades narrativas le ha dado a la autora– y la atracción por lo pequeño que no resulta serlo tanto, el drama está servido.
Por si lo dicho fuera poco, incluso la portada explicita una casa, porque en el principio no fue el verbo –al menos, no en este relato–, sino una morada frágil, de cartón, como un arca cerrada e impenetrable. Y es así como funciona la familia protagonista, institución intocable, mientras se cuece a fuego lento un océano de oprobios hasta trazar, de forma coral, la cronología del desencanto... uno de los sustantivos más canallas de nuestra lengua.
¿Cómo pueden sobrevivir esos hijos ante un padre controlador que a su matrimonio lo define como «El Proyecto» y en su hogar impera la ley del miedo? ¿Con qué mecanismos de defensa o, al menos, de supervivencia cuentan? Con el secreto. La ocultación –¿amputación?– de partes de uno mismo que pudieran suscitar rechazo o castigo. Y la mentira permanente para no ser rechazado ni decepcionar ni dejar de ser amado.
La estructura poliédrica y nada arborescente de la narración nos permite construir la historia a través de pequeñas estampas de corte áspero que abundan en la alargada complejidad que proyecta sobre su familia un hombre narcisista y grandilocuente, víctima de sí mismo y que termina mostrándose como un ser complejo. Se agradece que nunca haya moralina en Sara Mesa. No la encontramos en «Cuatro por cuatro», «Cicatriz» o «Mala letra», porque le basta con asomarnos a un pozo sin fondo, en busca de la raíz de que anida en el principio de los principios. Mesa sabe coser los sustantivos, por lo que les ruego que hagan algo auténtico: léanla. No saldrán ilesos, pero lo agradecerán.
Lo mejor: Es un relato construido desde varias miradas para cartografiar a una familia desdichada
Lo peor: Llegar a la última página; uno no querría vivir en este libro, pero sí abrigarse con su verbo