“Familia” significa esclavitud: el curioso origen de la palabra
La etimología del término lleva a “famulus” que en latín designaba a los sirvientes y los esclavos
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La familia supone, en muchos casos, obligaciones y exigencias. A veces, no está claro quién sirve a quién ni quién obedece a quién, pero si algo sabemos es que una familia necesita del trabajo de unos para ayudar a otros. No en vano, el origen etimológico de la palabra familia hay que buscarlo en el latín “famulus”, un término que era utilizado en la Antigua Roma para designar a los sirvientes y esclavos. La palabra en latín familia significaba, así pues, el “patrimonio doméstico”.
Sin embargo, el término evolucionó hasta designar en castellano, a día de hoy, “Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas” (DRAE). Nótese que la Real Academia no hace alusión alguna a los afectos para pertenecer a una familia. Así, también puede ser “conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje” o, en su cuarta acepción, más específicamente, “hijos o descendencia”. Sin embargo, en la décima entrada del Diccionario de la Real Academia, pervive el sentido original de la palabra: “Conjunto de criados de alguien, aunque no vivan dentro de su casa”.
Una de las explicaciones posibles a la que aluden los filólogos del cambio de significado de familia, desde la servidumbre al parentesco, está en que, en muchos casos, los sirvientes o esclavos de las familias romanas más pudientes a menudo estaban emparentados entre sí. Es decir, que con el tiempo empezó a designar lo que hoy la RAE coloca en primer lugar, es decir, personas emparentadas entre sí que viven bajo el mismo techo, obviando poco a poco y con el tiempo, el matiz de la servidumbre.
La etimología nos ofrece otros juegos con la palabra familia, cuya voz “famulus” está también relacionada con “famel” y “fames” (hambre), es decir, que vendría a hacer referencia a todos los que sacian su hambre en el mismo lugar, lo que podría ser también una excelente definición de en qué consiste una familia. De nuevo, sin nada que ver con los afectos, y, por cierto, haciendo alusión al lugar y no al tiempo. No todos deben comer a la vez para pertenecer a la misma familia, sino hacerlo en el mismo lugar.
Sea como fuere el origen de la palabra, lo complicado es qué hacer con la familia. El refranero español deja píldoras de conocimiento adquirido durante los siglos para guiarnos en ello. Por ejemplo: “Con la familia, comer y beber, pero no comprar ni vender”. Es decir, que compartir mesa y mantel sí, pero no hacer negocios con la familia si uno se quiere evitar problemas. Tengan en cuenta que “La familia te lleva a la peña, pero no te despeña”. Porque, como todo el mundo sabe: “La familia, cuando viene da alegría; cuando se va, más todavía”. Y, por último, siempre es bueno tener en cuenta este otro: “De la familia y del sol, cuanto más lejos, mejor”