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Abdulrazak Gurnah: «Hoy se criminaliza a los que desean buscar una vida mejor»

El Premio Nobel de Literatura publica «El desertor», una reflexión sobre el colonialismo y el desarraigo. «Ninguna nación tiene una pureza prístina», asegura.

Abdulrazak Gurnah, novelista.© Jesús G. Feria.
El novelista Abdulrazak GurnahJesús G. FeriaFotógrafos

Abdulrazak Gurnah, que nació en Zanzíbar, vive en Reino Unido y escribe en inglés, considera que «la división radical entre Oriente y Occidente no procede» en estos momentos y afirma, también, que «él no está aunando dos mundos, porque esos dos mundos son en realidad un solo mundo que tiene una experiencia cosmopolita que es no es la que Europa considera o piensa. No me encuentro entre dos culturas, sino que existen distintas capas culturalesque se superponen unas sobre otras».

El escritor publica por primera vez en nuestro país «El desertor», una novela de 2005. El Premio Nobel de Literatura, reconocimiento que recibió en 2021, ha impulsado la traducción de su obra en todos los países. «El galardón ha cambiado mi vida en muchos sentidos. El mayor de todos proviene de las numerosas ediciones que han surgido, lo que me requiere bastante tiempo», aclara. Pero también ha dejado en su interior emociones nuevas y desconocidas para él: «Sientes algo distinto por dentro respecto a ti mismo. Entiendes que hay mucha gente que lee tus libros y que, además, les gustan. En ese aspecto, ganarlo ha sido fantástico. Conocer que tienes muchos lectores entre tantas personas del mundo supone un cambio enorme».

En este libro, el novelista aborda una historia que discurre por tiempos y épocas distintas, algo que le permite tocar algunos temas esenciales de su literatura: el exilio, el choque de culturas diferentes, el encuentro entre la tradición y la modernidad, la religión y la economía, o el colonialismo. Una obra en la que existe una evidente identificación personal entre el autor y el protagonista, ese muchacho que abandona su país natal para viajar a Inglaterra sin saber que ya no podrá retornar jamás debido a un golpe de Estado. «Él se siente expulsado de su nación y tiene que empezar una nueva vida. La diferencia entre él y yo es que yo me fui sabiendo de antemano que irme supondría ya no regresar jamás. Mi personaje no pensaba que tuviera una sola opción, mientras que yo era consciente de las implicaciones: si me iba ya no retornaría. Es bastante distinto. Hay una diferencia clara entre ser alguien que vive en otro país y ser una persona que no tiene otro país al que regresar y que, además, es un extraño en el país donde se encuentra. Yo trataba de transmitir esta experiencia.

El desarraigo.

Es uno de los temas de nuestra vida contemporánea. Personas que, por un motivo u otro, están desubicadas. Tienen raíces, pero están desplazadas. Es gente que se va de su casa para salvar su vida. Es el caso de Oriente Medio o de lo que sucede en Ucrania ahora mismo. Poblaciones que deben marcharse para escapar de la guerra. Para mí, ellos son refugiados. Hoy usamos la palabra «refugiado» para cualquier persona que se ha ido de casa, pero para mí es el que se va del lugar donde ha vivido siempre para salvar su piel. Otros lo hacen porque quieren prosperar y alcanzar una vida mejor. Hoy se considera esto algo inmoral. Hoy se criminaliza al que desea buscar una vida mejor. La ironía es que en el pasado eran los europeos los que iban, por millones, a otros lugares desplazando a las poblaciones locales, matando a los individuos que habían nacido allí y arrebatándoles las posesiones que tenían desde hacía décadas. Pero eso era tildado entonces de aventura. Eso era bueno. En cambio, lo que se hace ahora es un crimen. De todas maneras, estos movimientos de poblaciones nos han acompañado siempre en las sociedades a lo largo del tiempo.

Existe una revisión del colonialismo.

En los últimos años hay una aceptación más amplia. Cada vez encuentro más estudiantes interesados en estos asuntos. Se ha producido un cambio en las últimas décadas. El debate está abierto en el Reino Unido. Ahora se recapacita sobre la idea de reparación y también sobre los crímenes provenientes de la esclavitud... Cuando llegué a Inglaterra, si hablabas de estos asuntos, te miraban como si fueras un lunático. A la gente que sacaba a relucir estos temas se la consideraba directamente una radical. Ahora, en cambio, es un debate que está sobre la mesa y que se habla de él en los diarios y la política. Alemania, por ejemplo, ha pagado miles de millones de euros a las víctimas de las atrocidades que cometieron en el pasado. Se recuperan objetos saqueados durante el periodo colonial. Hay familias aristocráticas que se beneficiaron de la esclavitud y que se preguntan en este momento qué pueden hacer para reparar lo que hicieron sus antepasados. Hace diez años, todo esto era impensable. Existe una mayor conciencia de la crueldad de ese periodo y, por supuesto, de que la esclavitud fue algo horrendo.

¿Qué ha aprendido de su experiencia? Marcharse de su país y vivir en otro.

Las naciones se han convertido en algo importante, pero lo que podemos ver hoy en día es que una nación no tiene ninguna pureza prístina. Las naciones en la actualidad tienen que ser flexibles porque deben acomodarse en cada momento a la situación que les plantea la historia.

¿Qué es lo más relevante al llegar a otro lugar? En sus libros, el amor tiene una clara importancia.

El amor es una fuerza crucial en los individuos, sin duda, pero creo que la amabilidad es lo que resulta más relevante. La amabilidad es el valor que nos hace esencialmente humanos. Existe algo terrible dentro en nosotros, en el ser humano, en su mundo interior, pero si la gente sobrevive a esas tensiones y sale de toda esa crueldad, le será sencillo mostrar su amabilidad, que es muy importante para la humanidad.

La educación colonial es otro asunto que aborda.

El colonialismo produjo gente que obtuvo, a su vez, un conocimiento de manos de las mismas personas que los despreciaban. Esas que les repetían que lo que hasta ese momento sabían o conocían no valía nada y que, en cambio, su conocimiento, el que traían consigo, el que les estaban enseñando, era el correcto. Lo verdadero. Si no estamos informados de una manera correcta por parte de la comunidad a la que pertenecemos o si careces de una voluntad resistente, esto que te cuentan lo acabas aceptando. Ahora, forma parte de la reeducación de la gente aprender a ubicar el conocimiento que tenías en el seno de tu cultura original y aprender a entender también el conocimiento que te han dado. Existe un conocimiento sesgado, parcial, que no tiene en cuenta que existen otros conocimientos. Ahora estamos desmantelando esa estructura del conocimiento que trajo el colonialismo, que creía que lo suyo era lo correcto y a la vez infravaloraba el conocimiento que aportaban otros. Una de las cosas que hemos visto en las últimas épocas es, precisamente, este desafío al conocimiento que se ha recibido a través del colonialismo.