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Entrevista

Àlex Monner: "Somos una generación que espera mucho de la vida y de los demás"

Reflexionamos con el intérprete catalán, que acaba de estrenar "Los bárbaros" y sigue inmerso en el proceso de levantar su primera película como director, sobre las particularidades de la treintena, los posicionamientos ideológicos de los actores y la resignificación de la imagen en el cine contemporáneo

El actor Àlex Monner Nacho López

Entre el anestesiado inmovilismo de una generación en perpetuo estado de deriva y la ligereza vital de aquellos que necesitan ponerse a bailar erráticamente al borde del acantilado sin pensar en el componente amenazador del agua que salpica sus pies desde abajo transita pausado Sergio, personaje al que da vida Àlex Monner en "Los bárbaros", una suerte de retrato generacional intimista dirigido por la dupla de Javier Barbero y Martín Guerra en el que el espacio destinado a la construcción paralizada de un edificio termina convirtiéndose en el único lugar de convivencia estimulante entre tres jóvenes que no saben qué hacer con el tiempo. Tampoco dónde colocarlo.

Monner, flamante ganador de la Biznaga de Plata en el pasado Festival de Málaga por su visceral y extraordinaria actuación en "La furia", reconoce en entrevista con LA RAZÓN, tensando involuntariamente esas facciones tan indómitas y protocolariamente masculinas, que Sergio es "un pastor de ciudad, alguien a quien no le cuesta quedarse en el lado contemplativo de las cosas". Él, en cambio, no para de abrazar el movimiento. Hace ya tiempo que el intérprete catalán dejó de ser aquel "chico cualquiera" al que aludía el título de su primer corto como director -con una siempre arrebatada Loles León- y envuelto por un interesante velo de influencias claramente lynchianas y almodovarianas, que dejó de estancarse a nivel identitario en "el actor de "Pulseras rojas"" para consolidar una carrera madura, selectiva, inteligente y con tendencia a la elección de personajes de multitudes, intrincados, como multiplicados por dentro y labrarse progresivamente una carrera llena de ejercicios posibles.

Un fotograma de "Los bárbaros"Imdb

Teniendo en cuenta que la cinta se desarrolla en un contexto histórico muy determinante como fue el de la crisis económica que explotó en 2008, ¿de qué manera sientes que aquello nos condicionó generacionalmente?

La verdad es que en 2008 se notó un parón extremo de trabajo en Barcelona y 2013 fue un año chunguísimo. Creo que en ese momento tenía 18, pero para la gente de 30 a 40 fue realmente jodido porque era, digamos, el momento en el que sus carreras tenían que explotar, el momento en el que se debían sentir respaldados por una infraestructura económica que no existía y, bueno, yo creo que todo el mundo buscó alternativas. La gente de mi generación lo que ha cargado a sus espaldas es ver precisamente a una generación diez años mayor pasando muchos apuros laborales y buscando la forma de seguir haciendo cosas aunque no hubiera un soporte que les permitiese expresarse tal y como necesitaban, en los espacios que necesitaban. Personalmente, 2013 fue el año que menos rodé, hice solamente una película super punki con un tipo que se llama Pere Vilà mientras estaba haciendo teatro, y recuerdo curiosamente 2013 muy anclado a la única obra que teatro que he hecho en mi vida. La verdad es que fue un año extraño.

"Tengo muchísimo miedo a la exposición a la que nos sometemos los actores"

Àlex Monner

Sobre esa precariedad laboral, esa imposibilidad para acceder a una vivienda digna y ese escenario de limitación constante al que se ve abocada mucha gente en estos momentos se han manifestado públicamente muchos compañeros de profesión en varias ocasiones. En tu caso como actor, ¿desde qué lugar te resulta más cómodo observar la consecuencia de este tipo de realidades?

Yo creo que soy un caso muy alejado de esto. No tengo los conocimientos ni la profundidad discursiva como para posicionarme políticamente. Digamos que mi yo social intenta más esconderse que mostrarse y ser reivindicativo. Yo siempre he tenido más la capacidad como de mirar en el plano corto que en el plano general, ¿sabes? Siempre he sido alguien que se fija mucho más en las interacciones humanas pequeñas que en los comportamientos amplios. Para posicionarte políticamente tienes que ser capaz de entender el contexto particular en el que te encuentras socialmente. Y yo creo que no tengo mucho esa capacidad, o si la tengo espero que se pueda transmitir a través de los personajes que hago. Espero que de alguna forma los personajes que hago sí que puedan tener como algún tipo de repercusión social aunque sea a muy mínima escala y que eso sea lo que hable de mí y de mi conciencia social. Me da mucho respeto. Cuando veo a actores y actrices posicionándose ideológicamente de una forma muy fuerte y convencida pienso, ¡qué valor! Para hacer eso tienes que ser muy consciente de tus valores, de quién eres, estar muy trabajado por dentro. Yo estoy lleno de contradicciones, lleno de imperfecciones y considero que uno de mis grandes valores como persona aparte es este, ¿sabes? el de ser alguien que que aún no tiene muy claro quién es. Eso es algo que además te puede ayudar a hacer personajes que sean complejos y ricos y estén conflictuados y no acaben de entender las razones por las que hacen las cosas. Encajo más con ese prototipo de persona. Ya te digo, para generar un discurso político potente tendría que estar mucho más enterado de cosas de las que no lo estoy.

"Creo que uno de mis grandes valores como persona es el de ser alguien que aún no sabe quién es"

Àlex Monner

¿Tienes miedo a la repercusión que eso pueda tener?

Sí, totalmente o incluso de influenciar a alguien que escuche alguna barbaridad que pueda decir, ¿sabes? Tengo mucho miedo a la exposición a la que nos sometemos los actores, muchísimo. No es algo que me parezca fácilmente surfeable, me da bastante pavor. Tienes que estar muy bien colocado para recibir críticas, para que de repente se te ponga en la palestra y ahora por ejemplo con las redes sociales todo viaja muy rápido. Se malinterpretan las palabras o los actos también, se puede jugar mucho con la información que uno suelta, es muy fácil parecer pretencioso porque la propia forma en la que se articula el contenido es como de un "fast food" muy peligroso.

¿Cuántas veces te has preguntado por el futuro en el último año?

Muchas veces. Muchísimas. Bueno, cuando entras en la treintena se te empieza a poner delante el modelo de treintena que tuvieron tus padres de manera inevitable. Que quizá el modelo de veintena que tuvieron ellos es uno que más o menos puede convivir con el que tuviste, aún teniendo la necesidad de emanciparte respecto a lo que tus padres hicieron en su momento. Entras en los treinta y es como... mi padre con mi edad ya me tenía, mi madre hace tres años que me tenía, y se te empieza a plantear la idea de los hijos, de asentarte. Y sí, la forma en que me imagino que tiene ese futuro es algo en lo que pienso recurrentemente. Sobre todo en ese aspecto, ¿sabes? Luego, a nivel laboral y personal, estoy como bastante en paz y tranquilo. Pero bueno, que entran esos pensamientos por primera vez de forma seria de repente.

Hay un elemento que caracteriza a los tres personajes de "Los bárbaros" relacionado con la inacción y la resignación ante determinadas circunstancias que entronca con un discurso que ha calado en algunos sectores los últimos años a través de la denominada "generación de cristal". ¿Hasta qué punto esa concepción que se tiene es justa o está justificada?

Buena pregunta. Creo que se nos ha planteado siempre el escenario de que todo es posible, ¿sabes? Entonces sí que quizá nos cuesta un poco lidiar con nuestras frustraciones, con las cosas que no nos salen… La consciencia que tenemos ahora mismo de las enfermedades relacionadas con la salud mental por ejemplo creo que va intrínsecamente relacionado con esto. Siento que somos una generación que espera mucho de la vida, de sí mismos, de las personas, al menos yo. Una generación al mismo tiempo muy apegada a lo que se espera de nosotros y por lo tanto muy apegada a la propia frustración de no conseguir justamente eso que se espera. Yo ahora siempre que me topo con algo que no me sale o que me sale con dificultad intento pensar que estoy en el camino correcto. Es que la vida cuesta. La vida tiene que costar, sobre todo a nosotros, que aún somos jóvenes, que aún nos estamos enfrentando por primera vez a hacer determinadas cosas. Es ahora el momento de enfrentarte a las que no salen, de luchar para encontrar la forma de hacer esas cosas y siempre que te encuentres con procesos que cuestan, sentir que estás en el lugar adecuado, en el sitio que toca.

"En mi etapa escolar no le encontraba sentido a nada"

Àlex Monner

En tu caso, el proceso de dirigir tu primera película imagino que no está siendo fácil.

Era lo que te iba a comentar ahora. El hecho de querer dirigir una película, el hecho de que cueste tanto, el hecho de que durante estos últimos diez haya estado buscando la manera de encontrar una voz propia, una voz cinematográfica como director, como escritor, pues, hostia, evidentemente que resulta complicado, que cuesta, pero al mismo tiempo es algo que me mantiene muy vinculado con la vida, ¿sabes? Me obliga a regularme, me obliga a organizar una vida, a organizar una rutina, a organizarme las semanas, le da un sentido a mi vida. Y esto es algo que por ejemplo en mi etapa escolar no conseguí encontrar, no conseguí encontrar la fuerza y el orden necesarios para poder ordenarme, por eso fue tan frustrante. No le encontraba sentido a nada y ahora, en cambio, es como que me siento constantemente haciendo un TFG. Ahora todo es como un gran trabajo que abarca muchos aspectos de mi vida.

Al hilo de esto que comentas sobre las dificultades naturales del proceso vital, ¿no crees que a veces hay un cierto infantilismo en la gestión actual que se exige para el tratamiento de las emociones? Esta responsabilidad que se deposita por ejemplo en los centros educativos a la hora de tener que enseñar a la gente a pasar por momentos difíciles cuando es la propia vida la que realmente te enseña cómo hay que reaccionar ante ellos...

Sí, sí, totalmente, tal cual. De hecho muchas veces pienso que realmente lo más interesante de la etapa escolar no son los propios conocimientos digamos intelectuales que recibes, sino el hecho de que te obligan a socializar con gente, a estar en contacto con otras personas diferentes a ti, cada uno siendo hijo de su padre y de su madre, cada uno con su propio background personal. Esa interacción es más interesante que el complemento directo, el complemento indirecto o el teorema de Tales, ¿sabes? del que no me acuerdo absolutamente de nada, o sea, no sé ni hacer una división (admite entre risas). Creo que lo interesante es precisamente esto, ese intercambio que tienes en el colegio con los otros porque muchas veces pienso, hostia, si no fuera por eso, por esa obligación a la que te someten de estar en contacto con otros seres humanos que, por otra parte, es lo que te va a tocar vivir durante el resto de tu vida a no ser que te aísles y te vayas a, yo qué sé, una aldea, creo que no enviaría a mis hijos al colegio.

Ahondando un poco más en tu faceta como director, ¿qué huecos has explorado artísticamente, creativamente, durante este tiempo que te han hecho darte cuenta de que ese también puede ser un lugar en el que sentirse cómodo?

Siento que ha sido un recorrido que ha ido entrando paulatinamente en mí. Alos 18 años me empecé a interesar por la fotografía, luego de repente tuve como en ese momento visionados de películas que me atravesaron muchísimo, que de alguna forma cambiaron mi relación con la manera en la que el arte podía moldear mi forma de ver la vida. Decir, hostia, que gran potencial a nivel emotivo tiene el cine, ¿no? qué capacidad más fuerte de hacerme sentir cosas tan fuertes tiene este medio. También me interesa la música, me interesa el diseño gráfico. Y de repente creo que el cine es un arte que ayuda a amalgamar todas esas cosas en un mismo proyecto, ¿sabes? Cuesta muchísimo levantar y es una maratón larguísima pero a la vez pienso, bueno, es que así tiene que ser. Cuando era adolescente pensaba trabajando con gente, ¡qué cabezas tan privilegiadas las que son capaces de orquestar toda esta movida!, qué trabajo más inaccesible... pensaba al principio. Poco a poco he ido creciendo y me he ido enterando de que, bueno, no era una cosa tan complicada. Que en realidad todo forma parte de descubrir un lenguaje y ese lenguaje es como un sistema de pensamiento que puede hablar muchísimo de la persona que lo está ejecutando. Después de ver “Los amantes del Pont-Neuf” o después de ver “Laurence Anyways” con unos 18 años pensé guau, qué potencial plástico tan fuerte tiene esto. Qué forma tan bonita de elevar el arte a un sitio tan potente, ¿no? y entonces pues empiezas a indagar sobre cómo se hace o cómo se consigue eso, te vas dando cuenta de que lo que hay detrás de las pelis y de que algo tan particular como el cine puede ser visto de millones de formas distintas.

"Las series las hacen los guionistas, las pelis las hacen los directores y el teatro lo hacen los actores"

Àlex Monner

Hablaba Laxe hace unos días durante la promoción de "Sirat" de la esperanza que él deposita en el poder de las imágenes y la confianza ciega que tiene en su proyección a través de las salas. ¿Notas de alguna manera que ha habido como una resignificación de las imágenes justo en un momento como este en el que estamos asistiendo a un sobreestímulo constante del elemento visual?

Creo que es un muy buen momento para pensar el cine desde ahí, justo. Inevitablemente después del boom de las series, como que nuestra psique cinematográfica está muy apegada a historias que se desarrollen, se desplieguen a través de la trama y de los arcos dramáticos de los personajes -quien conceptualiza una serie, quien la vomita, quien la pare son los guionistas. Las series las hacen los guionistas, las pelis las hacen los directores y el teatro lo hacen los actores- y estamos muy influenciados por ese empuje de los guionistas, de querer levantar series y hacerlas y en ese sentido sí que creo que es un muy buen momento para optar por eso, por resignificar el cine a través de las imágenes, del sonido. Creo que es muy fácil entender las pretensiones que un autor tiene a través del texto, a través de lo que puedes leer, pero no es tan fácil volcar en un texto la pretensión que un autor tiene con sus imágenes. Por eso es tan complicado atajar un proyecto. De hecho por eso a mí me está costando levantar mi peli porque yo creo que pienso en imágenes y cuando escribo estas imágenes y luego se las enseño a alguien es como ya, ya, ¿pero qué hay detrás de esto? Y yo pienso pues detrás de esto hay unas imágenes que ya te las enseñaré cuando las pueda rodar, pero claro, para rodarlas necesito ese dinero y para conseguir ese dinero necesito presentar un proyecto que se pueda entender. Las productoras y los comités que dan las ayudas necesitan entender esto de la trama muy bien y estoy ahí como luchando conmigo mismo para encontrar un archivo de texto que sea financiable y una vez consiga el dinero asesinar ese guion para volver a resignificar ese guion a través de imágenes, entonces es como un proceso jodidísimo.

Pero ese proceso jodidísimo va por buen camino, ¿no?

Sí, sí, de momento el proceso no me ha escupido. Voy a hacer una película, lo tengo claro, en algún momento eso va a pasar.