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Encuentran insectos en cuadros de Van Gogh

La restauración y estudios científicos de estas pinturas han revelado el rastro de estos animales, que se «pasearon» por ellas cuando todavía estaban las pinceladas frescas

«Olivar», de Van Gogh, uno de los óleos donde se han encontrado el rastro de un insecto
«Olivar», de Van Gogh, uno de los óleos donde se han encontrado el rastro de un insectoVan Gogh

El primer pintor en salir del estudio y pintar al natural, o, mejor dicho, en la naturaleza, con sus útiles y sus herramientas, fue aquel Velázquez que visitó Italia. Durante uno de sus dos viajes, se desconoce exactamente cuál, aunque existen varias teorías, convirtió dos recoletas esquinas de la Villa Médici, uno de los palacios más sobresalientes de Roma, en una pareja de paisajes que suponen un verdadero hito dentro del arte de Occidente. Un «mediodía» y una «tarde» con los que se anticiparía varios siglos a los impresionistas, y de manera especial a ese Monet que retrataría la catedral de Rouen en distintas horas del día, y a gran parte de la modernidad al demostrar que un motivo o tema pictórico no tenía por qué tener detrás ninguna intención o motivo particular. En esta pareja de óleos, que una vez el Museo del Prado exhibió junto a otros de Vermeer, comparación de la que salía victorioso el sevillano, eso sí, no quedan más restos ni vestigios que los estrictamente pictóricos. Muy al contrario de lo que parece suceder con uno de sus colegas que vivieron después que él: Van Gogh. Este artista, al que no queda otra que imaginarlo impredecible, genial, caótico, temperamental y altruista, decidió ejecutar unas atrevidas y originales telas al aire libre.

Corría el año de 1889 y el pintor, después de que se hubiera cortado parte de una de sus orejas, había accedido a entrar en un asilo que había a las afueras de Saint-Rémy-de-Provence, en realidad era un viejo cenobio, El monasterio de Saint Paul de Mausole, reconvertido durante la revolución en un hospital para tratar enfermedades mentales, y cuya edificación todavía se conserva hoy (al igual que la habitación que ocupó su paciente más famoso). Después de varias semanas internado, a Van Gogh se le permitió pintar los olivares que había en los alrededores. Allí acometió unas obras sencillas, pero bellas. Era verano por entonces y la fauna más minúscula del campo revoloteaba entre las matas y hierbajos. El propio pintor, en sus anotaciones, da cuenta del viento y del calor que hacía con enorme pesar, quejándose de las molestias que esto le causaba. Un estudio del Museo de Dallas revela ahora que este conjunto de piezas cuenta con unos particulares invitados en su superficie en los que nadie había reparado hasta ahora. Mientras el bueno de Vincent andaba entretenido en sus preocupaciones típicas de pintor, profundidad, color, volumen, forma y todo eso, varios insectos decidieron enriquecer su talento incorporándose de manera voluntaria a sus creaciones.

La restauración y los estudios científicos de estas pinturas han revelado el rastro de algunos de estos animales tan interesados en el arte que, literalmente, se «pasearon» por el óleo mientras todavía estaba fresco. Los conservadores, de hecho, han descubierto el rastro de algunas de estas criaturas ínfimas y molestísimas que habitan en el campo. Parece ser que una de estas bestezuelas se arrastró por un fango entre azulenco y verdoso intentando liberarse. Un esfuerzo que ha quedado impreso en la pintura que habitó durante su breve deambular. Los expertos no han logrado identificar esta especie, a pesar de su ahínco, ya se sabe cómo son, pero, en otra de las telas han tenido más suerte y han dado con el nombre de este agresor o colaborador espontáneo (eso depende de la perspectiva que adquiera cada uno). En «Tres olivos», en la parte inferior, se ha descubierto el cuerpo de esa graciosa insignificancia del reino animal conocida como saltamontes. Esto convierte a Van Gogh, probablemente, en el primer creador que añadió a sus lienzos materiales extraños a ella, anticipándose a esos talentazos que incorporaron a sus pinturas cosas como trapos, conchas, telas y otras pertinentes originalidades.