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Sucesos
Obsolescencia en el Louvre: alarmas activas pero tecnología insuficiente según su directora
El robo de 88 millones de euros en joyas en el Louvre de París destapa el caos en la seguridad del museo: las alarmas sonaron, pero los ladrones escaparon, provocando una crisis que llega hasta el Elíseo
La crisis en el Louvre, uno de los museos más importantes del mundo, ha escalado hasta el Palacio del Elíseo, provocando un terremoto en su cúpula directiva. El propio presidente de la República, Emmanuel Macron, ha tenido que intervenir personalmente para exigir que se aceleren de inmediato las mejoras de seguridad previstas. La contundencia del mandatario francés llega después de que la directora de la pinacoteca, Laurence des Cars, presentara su dimisión, un gesto que fue rechazado de plano por la ministra de Cultura para intentar contener la tormenta institucional.
Todo este revuelo institucional tiene su origen en un asalto de película ocurrido en el corazón de París. Un comando de al menos cuatro individuos logró burlar la seguridad del museo para hacerse con una colección de joyas históricas, un golpe audaz que ha puesto en evidencia las graves carencias del recinto. El valor de lo sustraído es abrumador: los ladrones se llevaron un botín de 88 millones de euros.
De hecho, lo más desconcertante del caso es que los sistemas de protección internos, como las alarmas y los circuitos de vídeo, funcionaron como debían. Sin embargo, no sirvieron de nada. La operación fue ejecutada con una precisión y una celeridad tales que, para cuando el personal de seguridad pudo reaccionar, los asaltantes ya se habían esfumado con las joyas, demostrando que la vertiginosa rapidez de los ladrones fue la clave de su éxito.
Un gigante cultural con pies de barro
Sin embargo, la raíz del problema va mucho más allá de una reacción tardía. La propia presidenta, Laurence des Cars, ha tenido que admitir el estado obsoleto de los equipos técnicos y de vigilancia. La brecha de seguridad más grave, y la que probablemente abrió las puertas a los ladrones, fue un fallo clamoroso en la videovigilancia del perímetro: la zona por la que accedió el grupo carecía por completo de cámaras.
Mientras tanto, la policía francesa trabaja a contrarreloj para localizar a los cuatro responsables del atraco. Los investigadores analizan minuciosamente las pistas que los delincuentes dejaron tras de sí, ya que abandonaron varias pruebas cruciales en su huida. Entre los restos encontrados en el lugar de los hechos había una corona dañada y las herramientas que emplearon para forzar los accesos.
Por si fuera poco, la catástrofe podría haber alcanzado una dimensión aún mayor. La rápida intervención de los vigilantes que llegaron al lugar impidió que los ladrones cumplieran con la última parte de su plan: prender fuego y destruir el camión que utilizaron para acceder al museo. Con esta maniobra, sin duda, pretendían eliminar cualquier rastro que pudiera llevar hasta ellos.
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