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Arte

El Tesoro del Delfín: la historia de un robo mediático que sufrió el Museo del Prado

Fue en 1918 cuando un vigilante del propio museo se llevó una serie de objetos, algunos de los cuales no han sido recuperados

Fotografías de Jane Clifford sobre el Tesoro del Delfín
Fotografías de Jane Clifford sobre el Tesoro del DelfínMUN

Ante el robo de joyas ocurrido el pasado domingo en el Museo del Louvre, son muchas las historias del estilo que han salido a la luz. Si bien a lo largo de la historia las medidas de seguridad en este tipo de espacios museísticos se han visto reforzadas gracias a los avances tecnológicos, también este tipo de sucesos han aportado desarrollos orientados en la protección de las obras de arte. Un golpe similar al del Louvre aconteció en el Museo del Prado en 1918. Así lo ha narrado y recordado Eduardo G. Junceda, el bisnieto del que era conserje entonces del museo, a través de un hilo de X.

Versa sobre el Tesoro del Delfín, un conjunto de orfebrería creada con metales nobles y piedras semipreciosas que perteneció a Luis de Francia, apodado como el Gran Delfín. Llegó a España de la mano de Felipe V, y en 1724 se depositaron en el Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, posiblemente para ser empleado como elemento decorativo, y en la actualidad se conserva en el Museo del Prado de Madrid.

Fue en 1918 cuando se produjo el escándalo, y desde entonces faltan once piezas del Tesoro que nunca fueron encontradas. El robo fue denunciado por José Garnelo, subdirector entonces de la Pinacoteca, quien advirtió de que se habían llevado diversos objetos, entre ellos 15 vasos, una pirámide, una copa y un jarrón de enorme valor artístico, así como diamantes, rubíes y esmeraldas, tal y como se explica en la red social citada.

La repercusión mediática fue inmediata. Medios como "Mundo Gráfico, "El Fígaro" o "El Sol" recogieron y publicaron lo sucedido con gran detalle. Afortunadamente, a los pocos días ya se identificó al ladrón. Tras tomar huellas, fotografías en la sala del robo y realizar diversos interrogatorios -en una Brigada de Investigación Criminal liderada por Ramón Fernández Luna, el "Sherlock Holmes español"-, llegaron a la conclusión de que se trataba de Rafael Coba, quien trabajó como celador en el Prado y se llevó dichas piezas con el fin de pagar unas deudas de juego.

Fue un joyero madrileño el que confesó haber vendido varias alhajas pertenecientes al valioso Tesoro del Delfín, lo que facilitó la detención del ladrón. Así narraba el "ABC" el 23 de octubre de 1918 cómo ocurrió el delito, el cual fue reconstruido por el propio Coba en el juicio: "Por una de las puertas que dan frente a los Jerónimos entró en el patio donde se hacen las obras de ampliación del Museo. Allí permanecía oculto hasta que se hacía de noche y, entonces, aprovechándose de la oscuridad, escalaba el edificio". Con escalera en mano, se coló por una ventana que daba a las galerías del último piso, donde se ubicaban las vitrinas que fueron saqueadas.